La peor foto que se ve es la foto de la pobreza, no la de Olivos,
No la de la residencia presidencial en la fiesta clandestina del presidente, cuando había un confinamiento estricto.
Sino la foto de la niñez olvidada, del hambre, en un país que puede producir alimento para diez veces más de población, del abandono de la escolaridad, generando personas que no tendrán futuro, tenemos catorce piquetes por día, por gente pidiendo por comida y trabajo, pero llevados sin convicción buscando planes de miseria sin contraprestación y de la perdida de fe, de la esperanza.
La foto que importa es La de la inflación, el menoscabo del trabajo formal, el aumento de la desocupación. Un presidente humillado por la vicepresidente y los periodistas partidarios.
Este momento parece peor que el 2001-2, siempre se puede estar peor, porque a la crisis económica, social, se agregó la sanitaria.
El temor nos invade por varias razones: por el riesgo de enfermedad, la muerte, y por no tener porvenir, por el desorden macroeconómico, la informalidad como nación, que toma créditos y no paga, ¿es que no puede pagar?, no, porque no producen riquezas, que las tienen, para poder afrontar las deudas internas y externas. Informalidad como nación que no tiene alineamiento internacional confiable y que depende quien esté como presidente.
Las políticas internas para fortalecer a la clase media no interesan, porque los que los votan son los pobres y engañados, los de heladera llena de nada y el asado imaginario, los planes de la mendicidad y la fiesta de la elación.
Los sanitarios de a pie, tenemos indignación, por haber sido olvidados, no tener recursos sanitarios para responder a nuestra sociedad que requiere nuestra atención como equipo de salud, se agravan por las desventuras económicas que impactan en los magros ingresos que percibimos, personal en general, médicos y enfermeros en particular y en la desigualdad que genera un magnifico gradiente social, que disminuye las probabilidades de respuesta de nuestra sociedad.
Tenemos una política sanitaria pública errática, traccionada por una gestión nacional confundida (Cafiero-Fernández) que solo tiene un objetivo, conseguir vacunas y vacunar lentamente, que como en el resto de las áreas denostan de la planificación, por el vamos viendo, una gestión que nadie recordará. La vacuna es parte de la campaña electoral. Teniendo que viajar urgente a Rusia y ver si el embajador en EE. UU puede gestionar la compra de vacunas Pfizer. A pesar de ello hay solo 22,8% de la población con dos dosis. La gestión Ministerial de la provincia de Buenos Aires soñando con concentrar recursos y gestionar la seguridad social y eliminar a los sindicatos. La superintendencia resistiendo los embates, tratando de preservar la seguridad social, pero con pocas armas y menos apoyo. El PAMI, gestionando la recaudación sin dar servicios de calidad, para los jubilados.
Estamos emocionalmente muy mal, como sociedad, sin esperanzas, un país que teniendo recursos, no tiene instituciones que propugnen el desarrollo de una comunidad, sino para preservar los privilegios de una casta política, de una clase dirigente, que nos está llevando al deterioro terminal, que traslada a todos, pero principalmente nuestros hijos que estar pensando en irnos de este país, en emigrar, porque no tenemos lo que nos caracterizaba y diferenciaba una clase media pujante, educación, seguridad y salud.
El gobierno se enoja porque las personas que pueden quieren refugiarse en los dólares. Si no hay moneda. La gente tiene que huir de la moneda en busca de algún refugio como, el dólar. La soberanía monetaria, es una soberanía que al gobierno le cuesta pensar. Le cuesta razonar en esos términos. Porque no tienen disciplina fiscal. No se puede gastar más de lo que les ingresa.
Miramos con decepción que se discute en los palacios, y en el Instituto Patria, de que se habla, que se muestra, desde toda la política, oficialista, opositora, más vieja que nueva. Pero la nueva política, viene con los viejos vicios costumbristas, todos parecen conservadores. La izquierda propone cosas que son pueriles, inviables, inconducentes. Los oficialistas, corridos al centro, proponen lo que no pueden cumplir.
Los opositores y los libertarios proponen salvar la democracia, pero les aviso que los pobres quieren comer y tener un trabajo, desean que le muestren esperanza. Los de clase media poder pagar sus gastos. Los industriales producir y tener renta. La gente del campo, que los dejen trabajar y no los roben. No hay reglas de juego claras. No hay incentivos a la inversión. Solo tenemos temor a una devaluación feroz, y a una disparada aún mayor de la inflación, que destruye los salarios. Tenemos el salario real más bajo desde el 2004. Hemos perdido 200.000 empleos.
El cinismo político es increíble, supera cualquier suposición, ya que la velocidad conque se afirman conceptos contrapuestos es desconcertante, y no sabemos que piensan, cuando dicen la verdad, si cuando mienten, o cuando hacen demagogia, que quieren de esta sociedad que no tiene futuro. Están tirando demasiado de esta línea que la pueden romper. Existe una máxima: para dejar de hundirse, lo primero hay que dejar de cavar. El cinismo, Pasó a ser entendido, en la actualidad como un individuo que descree de la sinceridad o de la bondad de las acciones humanas. Siempre se trata de huir hacia adelante. Erosión de la credibilidad. Están preparando al mariscal de la derrota. Si gana, gana ella, si pierde lo hace él.
El 16 de agosto, innumerables cantidades de familiares dolientes depositaron piedras con el nombre de sus muertos por el Covid, en la casa de Gobierno, en la Residencia del presidente y en Varias Provincias, para poder realizar un duelo que no pudieron cumplir, con una tremenda significación hologramática de la muerte evitable, Algo que la ciudadanía no puede metabolizar, pero mañana las pueden arrojar,
Toda la estrategia está en conseguir orden y unidad, maquillada para la circunstancia, dentro de las coaliciones políticas heterogéneas, hasta los nombres son contradictorios, porque están todos contra todos, y juntos, juntos los une el espanto.
Se ha dejado fuera del debate lo agropecuario, el campo. No sabemos si solo queremos que nuestros productores dupliquen la siembra de soja, en la próxima campaña y dejen de sembrar maíz, o criar animales, para obtener recursos genuinos para seguir haciendo populismo.
Tenemos un descalabro fiscal, y monetario. Que produce inestabilidad en la economía, la moneda no es reserva de valor. Si hoy emitiéramos deuda en dólares, tendríamos que pagar un interés del 19% en dicha moneda. Eso es imposible. Inviable. Necesitamos generar saldos reales. Para poder hacer frente a las obligaciones.
La única política social real exitosa es la creación del empleo formal. Pero no se están generando los instrumentos para que los empresarios inviertan, para que los argentinos lo hagan, y poder generar ascenso social. Alentar la inversión y evitar el estallido social. No se puede atacar a las grandes empresas. Aunque esté demostrado que las que más empleo crean son las grandes, sobre todo en períodos de recuperación económica; y que los procesos de innovación solo son viables a partir de determinada escala.
Estamos en un momento en el cual vivimos justificando dialécticamente cualquier cosa con cualquier argumento.
Termino esta editorial del blog, con un fragmento de un poema de Kavafis: Esperando A los bárbaros.
¿Qué esperamos agrupados en el foro? Hoy llegan los bárbaros. ¿Por qué inactivo está el Senado e inmóviles los senadores no legislan? Porque hoy llegan los bárbaros. ¿Qué leyes votarán los senadores? Cuando los bárbaros lleguen darán la ley. ¿Por qué nuestro emperador dejó su lecho al alba, y en la puerta mayor espera ahora sentado en su alto trono, coronado y solemne? Porque hoy llegan los bárbaros. Nuestro emperador (Fernández) aguarda para recibir a su jefe (Cristina). Al que hará entrega de un largo pergamino. En él escritas hay muchas dignidades y títulos. ¿Por qué nuestros dos cónsules y los pretores visten sus rojas togas, de finos brocados; y lucen brazaletes de amatistas, ¿y refulgentes anillos de esmeraldas espléndidas? (al defender a los pobres) ¿Por qué ostentan bastones maravillosamente cincelados en oro y plata, signos de su poder? Porque hoy llegan los bárbaros; y todas esas cosas deslumbran a los bárbaros. ¿Por qué no acuden como siempre nuestros ilustres oradores a brindarnos el chorro feliz de su elocuencia? Porque hoy llegan los bárbaros que odian la retórica y los largos discursos. ¿Por qué de pronto esa inquietud y movimiento? (Cuánta gravedad en los rostros.) ¿Por qué vacía la multitud calles y plazas, y sombría regresa a sus moradas? Porque la noche cae y no llegan los bárbaros. Y gente venida desde la frontera afirma que ya no hay bárbaros. ¿Y qué será ahora de nosotros sin bárbaros? Quizá ellos fueran una solución después de todo.
Tremendamente cierto Carlos, y tremendamente doloroso. Nuestros hijos no tienen horizonte. Abrazo Horacio
El vie, 20 ago 2021 a las 12:49, Gestión y Economía de la Salud por Carlos
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Impecable como siempre Carlos Diaz. Mi respeto
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gracias.
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