Recopilación realizada por Carlos Alberto Díaz. Profesor Titular Universidad ISALUD.
Situación Actual:
Brasil en el día de hoy tiene 363.211 casos, Perú 119.959, Chile 73.997, Ecuador 37.655, Colombia 21.981 casos, Argentina 12.076. Bolivia 6.233. Venezuela 1.121. Paraguay 865, y Uruguay 769. Todos estamos en el mismo bote, pero algunos se caerán primero, esos serán los que vivan en países con mayor desigualdad en los ingresos, sin acceso asegurado a los sistemas de salud, los pobladores más viejos, pobres y con morbilidades asociadas, los que tengan más inóculo, y los que concurran más tardíamente a atenderse.
Efectos directos: la capacidad de reacción de los sistemas de salud
Efectos indirectos: la contracción de la demanda global y las cadenas de suministro
Efectos internos: medidas de contención e impactos en el empleo
- El mundo se enfrenta a una crisis sanitaria y humanitaria sin precedentes en el último siglo en un contexto económico ya adverso, a diferencia de 2008, esta no es una crisis financiera sino de personas, de salud y bienestar.
- Una situación de economía de guerra indispensable el rol del Estado y no del Mercado, por ello los estados están asumiendo un papel central para suprimir el virus y los riesgos que afectarán a la economía y la cohesión social.
- Aplanar la curva de contagios requiere medidas que reduzcan los contactos interpersonales y generarán contracción económica, paralizarán actividades productivas y destruirán demanda agregada/sectorial.
- Cómo no aplanar la economía: el cumplimiento estricto y efectivo de las cuarentenas y las medidas de salud pública serán la forma más eficiente y rápida de reducir los costos económicos
- Cooperación internacional: la salida de la crisis dependerá de la fortaleza económica de cada país, por lo tanto, dadas las asimetrías entre los países desarrollados y en desarrollo, el papel de la ONU, el FMI y el Banco Mundial será esencial para garantizar el acceso al financiamiento, sostener el gasto social y mantener la actividad económica con medidas innovadoras («out of the box»).
Introducción:
“La llegada “tardía” del virus a Latinoamérica en comparación con Asia y Europa, ha abierto una ventana de oportunidad que ha permitido a la mayoría de los países tomar medidas enérgicas tempranas tratando de frenar el avance de la pandemia (declaración de “estado de emergencia sanitaria” o “estado de excepción por catástrofe”, promoción de medidas de higiene más rigurosas, búsqueda y contacto de casos sospechosos, restricción de la movilidad y aglomeraciones en las calles, cierre de escuelas y universidades, expendios de comida, bares, restaurantes, locales y centros comerciales, cuarentena voluntaria u obligatoria, toques de queda nocturnos, cierre de fronteras, suspensión de vuelos internacionales, uso obligatorio de mascarillas de protección para la población general, suspensión del transporte público y otras). De ser efectivas, estas medidas podrían contener la diseminación del virus, “aplanar la curva” de contagios y favorecer un uso racional de los recursos disponibles en materia de salud pública.
Sin embargo, los retos a considerar son múltiples:
1) Mantener en cuarentena prolongada a una población mayoritariamente pobre que depende del trabajo diario para subsistir va a resultar difícil, aún sabiendo que sin cuarentena ni aislamiento social las tasas de transmisión serán muy altas y la duración de la pandemia podría prolongarse en el tiempo;
2) Anticipar la llegada del brote anual estacional de influenza y dengue que podría complicar el panorama epidemiológico de la región; Vacunando.
3) Prever los efectos sobre las tasas de contagio del descenso de las temperaturas con la llegada del invierno en los países del sur del continente;
4) Enfrentar un problema de salud pública de tal magnitud en un escenario de limitados recursos económicos podría comprometer la aplicación de adecua das estrategias de prevención, la necesaria realización a gran escala de tests de diagnóstico rápido, lo cual se considera de vital importancia para rastrear el virus, comprender la epidemiología local y suprimir la trans misión; y, el adecuado cumplimiento de protocolos de tratamiento ambulatorio e intrahospitalario;
5) Asumir las consecuencias a mediano y largo plazo de las medidas antes mencionadas sobre economías vulnerables y en muchos casos ya comprometidas”.. https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?pid=S0370-41062020005000602&script=sci_arttext
En términos generales se trata de una población más joven y con características demográficas, étnicas y bio-socio-culturales distintas a las poblaciones de Europa y Estados Unidos (por ejemplo, menos del 9% de la población latinoamericana es mayor a los 65 años, en comparación con 20% de la población europea y 16% de la población norteamericana). ¿Podríamos esperar un comportamiento similar de la pandemia en nuestro continente a lo que está ocurriendo en los países europeos y en Norteamérica? En segundo lugar, es difícil predecir las reales consecuencias de esta pandemia en el futuro de la región. ¿Podrá América Latina soportar la carga que un problema de salud pública como este representará para sus sistemas de salud y las consecuencias económicas a mediano y largo plazo si la situación se prolonga en el tiempo?. Aunque las respuestas a estas interrogantes están lejos de estar claras, algo en lo cual todos coincidimos es que debemos prepararnos para librar una batalla para la cual necesitaremos de apoyo financiero y cooperación internacional, asesoría en materia de salud pública por parte de grupos de expertos, sociedades científicas y organismos nacionales e internacionales competentes, una intensa labor de educación y asistencia financiera para la población general y tal vez lo más importante, el concurso y la adecuada protección de nuestro recurso más preciado: el talento, entrenamiento, experiencia, mística de trabajo y conocimiento de nuestros académicos, científicos, investigadores y de todo el personal de salud (médicos, enfermeras, paramédicos, etc.) que como ha quedado demostrado ya en otros países, constituyen el mejor recurso y la herramienta más valiosa en la lucha para limitar los alcances de la pandemia por COVID-19. https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?pid=S0370-41062020005000602&script=sci_arttext
Desarrollo:
La cantidad de camas con la cuenta América Latina, en cuanto a los números publicados es insuficiente, por lo tanto, los esfuerzos en la cuarentena no están para evitar la propagación del virus, sino para darle tiempo al sistema de salud y social que se prepare, como asi aplanar la curva. Pero en algún momento, por los problemas para lograr un cumplimiento estricto, los casos se dispararán y esto no significa fracaso sino las características propias de la epidemia, aunque algunos pretendan sacar rédito de corto plazo. Por más esfuerzos que se hagan, hay acciones, trabajos previos del sistema de salud y social, educativo, el sector del trabajo formal y el combate a la pobreza que no se hicieron en años, no se pueden hacer en dos meses. Lo único que se puede hacer es tener los respiradores suficientes para el pico, las camas necesarias para atender a los más graves y alojar en sistemas de cuidados mínimos para los que tengan formas leves. El Uruguay ha desarrollado un proceso sin par de integración de su sistema de Salud, que permitió nominalizar al 96% de la población y asignarla a un prestador, generando uno de los mejores sistemas de américa latina. Brasil esta en un proceso incompleto de inversión y desarrollo de su sistema único de salud, con responsabilidad municipal de la atención primaria de la salud y presupuestación estadual de los hospitales. Un factor común para destacar es la baja inversión pública en salud, que en promedio según la CEPAL, 2019 es de 2,2 %del PBI, cuando lo recomendado para la construcción de equidad es del 6%. La inversión pública mejora los centros de atención primaria, la organización en redes, la nominalización de la población y la mejora en los hospitales. Esto genera una competencia que implica que el sector privado o de la seguridad social integrado deban mejorar también.

Tampoco en la región, tiene la cantidad suficiente de recursos humanos para enfrentar la situación, no tiene la cantidad de enfermeras que se necesitarán. Esto es una política de largo plazo y de planificación estratégica, algo que se carece, con contadas excepciones.

América Latina es el continente más desigual del planeta, tiene grandes problemas de acceso a los sistemas de salud, en nuestro país si bien el acceso se podría considerar universal se puede afirmar que no esta asegurada la calidad.

Brasil:
Brasil es el segundo país con más casos de coronavirus, en la actualidad, superó a Rusia, España e Italia, precedido por Estados Unidos, y el sexto con más muertes por esa enfermedad, detrás de Estados Unidos, el Reino Unido, Italia, España y Francia, según la base de datos en línea de la universidad estadounidense Johns Hopkins.
San Pablo, el estado más rico y más poblado del país con 46 millones de habitantes, seguía siendo el más afectado, con 82.161 casos y 6.163 muertes, seguido por Río de Janeiro, con 37.912 contagios y 3.993 fallecimientos.
Perú:
La situación de hoy en el Perú muestra un total de 123979 casos positivos, solo con PCR 33136. 90843 pruebas rápidas. una letalidad de 2,93%

las camas de uti disponibles hoy en todo el país son de 169

Chile:

el subsecretario Zúñiga indicó que el sector salud dispone de 3.300 ventiladores mecánicos. “En situación normal, la red público y privada, cuenta con 1.229 camas con ventilación mecánica. El gobierno, a través del Ministerio de Salud ha comprado 793 ventiladores mecánicos, incluidos los de trasporte. A eso sumamos las más de 500 máquinas de anestesia que se usarán para dar ventilación mecánica a los pacientes, los más de 300 ventiladores pediátricos que se pueden convertir en ventilación mecánica de adultos, más la reconversión que están efectuando los privados, llegamos a la cifra de 3.300 ventiladores mecánicos”,
Efectos económicos del Covid en América Latina:
El COVID-19 tendrá efectos graves en el corto y el largo plazo en la oferta y la demanda a nivel agregado y sectorial, cuya intensidad y profundidad dependerán de las condiciones internas de cada economía, el comercio mundial, la duración de la epidemia y las medidas sociales y económicas para prevenir el contagio

La crisis llegó en un momento en que la confianza en la globalización y el multilateralismo como herramientas para el desarrollo acumulaba más de un decenio de deterioro.
• La crisis financiera mundial de 2008 condujo a una pérdida de confianza en la capacidad de los mercados, en particular del mercado financiero, de garantizar un crecimiento estable en ausencia de controles y medidas regulatorias.
• Algunos segmentos estratégicos de las cadenas globales de valor se deterioraron después del tsunami del océano Índico de 2004, que interrumpió segmentos cruciales de la cadena manufacturera de componentes microelectrónicos. Ante esta disrupción, la actividad productiva no contó con mecanismos inmediatos que amortiguaran sus efectos, que fueron particularmente graves en un contexto de fabricación y demanda sincronizadas (just-in-time) muy extendido.
• El desempeño económico de la economía mundial ya era débil antes de la pandemia del COVID-19. En el período 2011-2019, la tasa media de crecimiento mundial fue del 2,8%, cifra significativamente inferior al 3,4% del período 1997-2006. En 2019, la economía mundial registró su peor desempeño desde 2009, con una tasa de crecimiento de solo un 2,5%.
Ya antes de la pandemia, las previsiones de crecimiento del PIB mundial para 2020 se habían revisado a la baja.
Conclusiones:
Hoy más que nunca nos necesitamos unos a los otros, en este continente, dentro del cual tenemos intereses comerciales, producciones complementarias, grandes posibilidades de intercambio, estamos envueltos en las disputas que han generado los regímenes populistas, las intromisiones de China, Rusia y EEUU en la región, que nos coarta la libertad, con desarrollo institucional muy pobre, esto afectará las respuestas que tendremos ante el coronavirus, se acrecentará la desigualdad, la desocupación, la pobreza y el hambre. Tenemos una responsabilidad histórica de minimizar los daños, de ser solidarios, y colaborar, inclusive por encima de nuestros gobiernos intercambiando experiencias, con el patrocinio de las sociedades científicas, hermanos de América Latina.