Dr. Carlos Alberto Díaz.
En una búsqueda dirigida para este blog encontré un hermoso análisis que trascribo, que permitirá un reflexión fundada, sobre la postura explícita que ha tomado aparentemente nuestro futuro gobierno sobre el cambio climático, siguiendo a dos de sus Inspiradores Donald Trump y Jair Bolsonaro (que de libertarios tienen poco, son más bien proteccionistas, nacionalistas, buscando votos de los trabajadores de la industria que se quedan sin trabajo por la apertura económica), en particular me preocupa, como lo realice con otros artículos, es que el cambio climático influencia sobre el empeoramiento de la calidad de vida, sobre la aparición de enfermedades, exacerbación de casos como de paludismo, dengue, el trabajar con temperaturas muy elevadas y el impacto en la salud de las personas que esto generará y muertes evitables. Llamar la atención sobre los efectos compuestos de los factores de stress climáticos y la necesidad de reducir el uso de combustibles fósiles como una importante medida de mitigación con beneficios sobre la salud. Los riesgos relacionados con el calor y la actividad física relacionada construcción o agricultura. Que emplean a trabajadores mal remunerados e infravalorados. El calor afecta negativamente la capacidad de trabajo y por lo tanto de ingresos económicos. Las cumbres mundiales se suceden, pidiéndole sacrificio a las naciones más postergadas, cuando los países centrales y asiáticos ya hicieron todo el daño climático que han podido. Deseo, como lo hice en el artículo sobre el porqué se ataca a la seguridad social en salud, argumentar el desacuerdo, esperando que el pragmatismo siga prevaleciendo a lo dogmático por la tremenda desigualdad que se gestó en las últimas dos décadas con el populismo y la estanflación, que si la libertad no corrige, cristalizará una tremenda desigualdad. Incorporemos el concepto complejo de la resiliencia, en las sociedades humanas, en este nuevo ecosistema. El cambio climático es una amenaza indiscutible para la salud humana, especialmente para las sociedades que ya enfrentan una creciente desigualdad social, incertidumbre política y económica y una cascada de desafíos ambientales concurrentes. El cambio climático puede ser la una de las mayores amenazas para la salud del siglo XXI, ya que afecta vidas tanto directa como indirectamente al socavar los determinantes ambientales y sociales de la salud. La adopción de medidas rápidas para descarbonizar las economías y crear resiliencia se justifica por motivos de salud, derechos humanos, medio ambiente y economía. Si bien la respuesta sanitaria necesaria es de amplio alcance, en gran medida puede resumirse en tres grandes desafíos: (i) promover acciones que reduzcan las emisiones de carbono y mejoren la salud; (ii) construir sistemas de salud mejores, más resilientes al clima y con bajas emisiones de carbono; y (iii) implementar medidas de salud pública para proteger contra una variedad de riesgos climáticos para la salud. los sistemas energéticos contaminantes que, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), causan casi 7 millones de muertes prematuras por contaminación del aire cada año; sistemas alimentarios ambientalmente destructivos e insalubres que están contribuyendo al aumento global de enfermedades no transmisibles; y sistemas de planificación urbana y transporte que resultan en dependencia del automóvil, lo que contribuye a las cargas de la inactividad física y las lesiones causadas por el tránsito. El propio sector de la salud ahora también contribuye notablemente al cambio climático, responsable de casi el 5% de las emisiones globales de carbono. El clima cambiante está afectando la propagacion de enfermedades infecciosas, enfermedades emergentes y coepidemias. El número de meses adecuados para la transmisión de la Malaria aumentó el 31,4 % en las zonas montañosas de las Américas y un 13,1 % en la región montañosa del áfrica. La transmisión de dengue aumentó un 12%. El aumento de temperatura generó la perdida aproximada de 470 mil millones de horas laborales potenciales, con ingresos equivalentes al 0,72% de la producción económica mundial. Esto aumenta nada menos que al 5,6% del PBI en países con un índice de desarrollo económico bajo. La seguridad alimentaria también está siendo afectada por el cambio climático. El clima cada vez más extremo empeora la estabilidad de los sistemas alimentarios mundiales, actuando en sinergia con otras crisis concurrentes para revertir el progreso de la humanidad.
Aunque el ‘derecho a la salud’ está en el centro de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y el Acuerdo de París, está en gran medida ausente de sus mecanismos operativos. Tiene financiamiento pero grandes problemas de implementación. Especialmente en países de ingresos medios, bajos como la argentina, porque se tienen problemas de acceso equitativo, cobertura formal y calidad en las prestaciones, básicas. Actualmente, menos del 0,5 % del financiamiento climático internacional se asigna a proyectos de salud, y solo el 30 % de las contribuciones determinadas a nivel nacional al Acuerdo de París tienen en cuenta los grandes beneficios para la salud que se esperan de la mitigación del cambio climático. De manera similar, si bien la salud se identifica habitualmente como una de las principales prioridades para la acción climática, el 70% de los países carecen de financiación adecuada para implementar un plan nacional de adaptación (PAN) para la salud, y pocos actores sanitarios nacionales o internacionales asignan recursos significativos a la acción climática. El 25% de los chicos se está vacunando con el programa de inmunizaciones. El Sexto Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático estima que hasta 3,6 mil millones de personas viven en condiciones que son altamente vulnerables a los impactos del cambio climático. Se estima que durante la última década, la tasa de mortalidad por fenómenos climáticos extremos fue 15 veces mayor para las poblaciones de regiones altamente vulnerables que para las regiones con menor vulnerabilidad.
La transformación de la economía mundial necesaria para lograr cero emisiones netas para 2050 sería universal y significativa, y requeriría 9,2 billones de dólares en gasto medio anual en activos físicos, según el McKinsey Global Institute. 3 de diciembre COP 28.
Tenemos problemas primarios o más urgentes ciertamente en la salud de y en la economía, algún día cesarán los incendios, abandonaremos las líneas de agua, ocuparnos de construir un edificio más sólido de las instituciones, ocuparnos de este cambio climático y el impacto en la salud y la riqueza. Queremos las compensaciones, antes que las acciones. Queremos que nos presten antes de equilibrar las cuentas. Queremos exportar cuando necesitamos dólares, pero no sostenemos nuestros saldos exportables.
Aunque los seres humanos hayamos transformado este planeta a nuestro gusto y necesidad, la realidad es que la Tierra es inconcebiblemente antigua, pues se coloca su origen hace 4.543 miles de millones de años.
El género Homo (al que pertenecemos) apareció hace aproximadamente 2,5 millones de años.
Se puede producir, se puede aumentar la capacidad exportable de la argentina, se puede generar industrialización, minería (como en Australia, especialmente en el Litio que en esa nación exporta 22.000 millones de dólares y Chile) tener superávit externo e interno, y poder sacar de la pobreza y miseria a tantos argentinos (si excluimos los planes sociales, más del 50% de los Argentinos son pobres). Si todos viven mejor, tienen trabajo mejor remunerado, el país podrá desarrollarse, tenemos con que, pero carecemos de líderes comprometidos y suficientes que puedan prevalecer a los intereses corporativos. La sustitución progresiva de vehículos que usan combustibles fósiles por híbridos, eléctricos puros y por hidrógeno en las grandes masas transportadas ocurrirá en las próximas décadas. Tenemos que mejorar nuestra posición ambiental competitiva y poder exportar más.

Este trabajo analiza el cambio climático en el Holoceno, que algunos autores intentar nominalizarlo como el Antropoceno.
Cambio climático, salud humana y resiliencia en el Holoceno
Gwen Robbins Schug , Jane E. Buikstra, Sharon N. DeWitte y Sonia R. Zakrzewski

Los riesgos del cambio climático para las sociedades humanas son complejos, con peligros interactivos que se ven agravados y potencialmente amplificados por las respuestas humanas ( 1 ). Se prevé que el calentamiento global antropogénico supere la magnitud y el ritmo de todos los eventos de cambio climático rápido (CCR) pasados ( 2 ). Las proyecciones del peor escenario del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) muestran que las temperaturas medias anuales de la superficie de la Tierra podrían aumentar en el próximo siglo a niveles no vistos en 55 millones de años ( 3 ). El cambio climático afectará a las sociedades humanas como parte de un conjunto de riesgos concurrentes y potencialmente catastróficos que incluyen la sexta extinción masiva ( 4 ), enfermedades infecciosas emergentes y reemergentes ( 5 ), resistencia a los antibióticos ( 6 ) y una creciente desigualdad y polarización social ( 7 ). .
Es difícil predecir cómo se combinarán estas fuerzas para influir en el futuro de diferentes comunidades humanas, pero se identifican objetivos específicos para la investigación que es relevante para la toma de decisiones, la mitigación y la adaptación ( 8 ). Específicamente, el IPCC ha argumentado que la planificación para un mundo más cálido requiere investigación adicional con tres enfoques principales: modelación climática, comprensión de la capacidad de adaptación de la sociedad y predicción de vulnerabilidades ( 8 ). Es particularmente importante considerar la variación humana a lo largo del espacio y el tiempo al modelar la capacidad de adaptación y la vulnerabilidad para evitar reproducir la colonialidad climática al diseñar intervenciones ( 9 ).La investigación sobre el cambio climático debe operar más allá de los límites del conocimiento disciplinar para modelar vínculos complejos entre los ecosistemas, la estructura social, la acción humana y el potencial de adaptación biocultural en un mundo en calentamiento. La arqueología contribuye a las prioridades de investigación del IPCC mencionadas anteriormente al proporcionar 1) evidencia sobre los cambios paleoclimáticos locales y regionales a través del tiempo y sus impactos en todo el ecosistema y 2) una perspectiva temporal profunda sobre diversas interacciones humano-ambientales y formas de resiliencia humana ( 10 ). Desafortunadamente, los conocimientos antropológicos no se incorporan de manera consistente en la literatura sobre seguridad humana ni en los esfuerzos de planificación y políticas sobre seguridad humana, que pueden basarse en conceptos erróneos potencialmente peligrosos sobre la evolución humana ( 11 ). La bioarqueología proporciona un rechazo científico basado en evidencia de estas narrativas deterministas dañinas de que el cambio climático causa inevitablemente migración ambiental, violencia o mala salud ( 10 ) a través de observaciones armonizadas a largo plazo de sociedades humanas para las cuales los cambios climáticos y ecológicos fueron concurrentes con los materiales, cambios ideológicos, socioculturales y relacionados con la salud ( 12 ).Este artículo de perspectiva integra evidencia de estudios de casos publicados en todo el mundo para brindar información sobre la salud humana en contextos pasados de cambio climático. El IPCC predice que el cambio climático afectará la salud humana a través de impactos directos, mediados por los ecosistemas y mediados socialmente. Proporcionamos ejemplos en los que el cambio climático tuvo efectos sindémicos en la salud humana ( 13 ) a través de estas tres vías identificadas por el IPCC ( 14 , 15 ) ( Fig. 1 ).
En primer lugar, el calentamiento global tendrá impactos directos en la salud humana debido al aumento de la temperatura promedio, cambios en los patrones de lluvia, sequías, incendios forestales y otros eventos climáticos extremos.
En segundo lugar, los impactos en la salud estarán fuertemente mediados por los ecosistemas locales, incluidos los patrones cambiantes de enfermedades transmitidas por vectores, la calidad del aire y la contaminación del agua.
En tercer lugar, los impactos en la salud estarán fuertemente modulados a través de procesos e instituciones sociales, incluida la migración y el desplazamiento de población, los cambios en la producción de alimentos, la gestión del agua y la posible escasez de alimentos. Estas categorías no son mutuamente excluyentes. Más bien, cada uno de ellos contribuye a aumentar en cascada las vulnerabilidades sanitarias mundiales.
La investigación aquí descrita confirma que las experiencias anteriores tanto de resiliencia como de colapso estuvieron fuertemente determinadas por dinámicas históricas y socioculturales contingentes, que deberían incluirse en los escenarios actuales de mitigación climática. Figura 1.

Evidencia bioarqueológica de los impactos en la salud previstos por el IPCC.
El cambio climático tiene un impacto directo en la salud humana: lecciones del evento 4,2 ka BP-RCC
Hubo tres eventos prehistóricos importantes de RCC que están bien documentados mediante datos indirectos del paleoclima que coincidieron con cambios arqueológicos abruptos en Eurasia: los eventos RCC de 8,2 ka, 4,2 ka y 3,2 ka BP. Estos períodos de enfriamiento de la temperatura y aumento de la aridez provocaron cambios en los patrones de lluvia y sequía, análogos a las condiciones que enfrentamos hoy con el calentamiento global ( 8 , 16 – 18 ). Usamos el evento CCR de 4,2 ka BP en Asia como ejemplo porque brinda la oportunidad de abordar hipótesis sobre la variación en los patrones epidemiológicos en el contexto de un clima cambiante para las personas que viven en comunidades de pequeña escala versus sociedades urbanas complejas de reciente aparición ( 19 – 23 ). Los datos aproximados del clima indican que el evento de 4,2 ka BP estuvo asociado con aproximadamente cuatro siglos de cambio ambiental a escala global, regional y local ( Apéndice SI , Tabla S1 ), incluida la interrupción del sistema monzón del sur de Asia y la deposición de polvo eólico en África y Asia ( 23 ). Los cambios ambientales importantes a nivel local y regional coincidieron con cambios dramáticos en las comunidades arqueológicas en toda Asia ( Apéndice SI , Fig. S1 ); En el Apéndice SI se proporcionan detalles adicionales sobre los aspectos arqueológicos de cada uno de estos estudios de caso ( Apéndice SI , Tabla S2 ). Los resultados de la investigación sobre marcadores de estrés fisiopatológico, supresión del crecimiento esquelético, patrones cambiantes de enfermedades infecciosas y violencia demuestran que la vulnerabilidad es principalmente un fenómeno social. Sin embargo, la duración de los eventos de cambio climático importa ( 24 ) y la flexibilidad en las estructuras políticas y socioeconómicas es el factor principal que da forma a la experiencia de resiliencia, sufrimiento y supervivencia ( 25 , 26 ).En el evento de 4,2 ka BP, las sociedades urbanas complejas en Asia central y meridional que se construyeron sobre una base de desigualdad estructural eran vulnerables a los impactos directos, ecosistémicos y socialmente mediados del cambio climático ( 24 ). Por ejemplo, la civilización del Indo en Pakistán y el noroeste de la India creció rápidamente desde hace 5,3 a 4,2 ka BP en el contexto de un entorno cada vez más árido. Las oportunidades económicas proporcionadas por una red de intercambio internacional pueden haber promovido la inmigración de agricultores y artesanos a las primeras ciudades del sur de Asia ( 27 ). La evidencia esquelética humana demuestra que el urbanismo combinado con una fuerte dependencia del comercio (no del cambio climático per se ) facilitó la propagación de infecciones micobacterianas: lepra y tuberculosis ( 28 ). Estas enfermedades prosperan a nivel mundial en las poblaciones marginadas de densas comunidades urbanas hasta el día de hoy. Después de dos siglos de lluvias monzónicas cada vez más impredecibles y relaciones económicas regionales cambiantes, las ciudades de los actuales estados de Pakistán e India fueron abandonadas ( 29 , 30 ). Las ciudades del Indo se despoblaron ante una combinación de presiones del cambio climático, la desigualdad estructural sistémica y los cambios socioeconómicos regionales. Una pequeña población remanente continuó ocupando la ciudad de Harappa después de que esta civilización se desintegrara. La experiencia de resiliencia registrada en los esqueletos humanos enterrados aquí incluyó una alta frecuencia de enfermedades infecciosas, violencia interpersonal y deficiencias de micronutrientes en bebés y niños ( 11 ). Este ejemplo demuestra el valor de las políticas para ayudar a transformar los medios de vida en las zonas rurales y facilitar la migración laboral de manera que mitiguen el riesgo de hacinamiento y propagación de enfermedades ( 31 ).Las sociedades de pequeña escala con estructuras políticas y económicas más maleables demuestran el carácter variable de la resiliencia a las perturbaciones ambientales frente al CCR ( 25 ). El mismo evento RCC de 4,2 ka BP fue experimentado de manera muy diferente por las comunidades de cazadores y recolectores en Japón, China y los Emiratos Árabes Unidos, con menos signos de mala salud en estas sociedades en comparación con la civilización del Indo. En Japón, las culturas Jomon son famosas por sus economías de larga data, que dependían en gran medida de la producción de castañas además de la caza, la pesca y la recolección. Esta población semisedentaria prosperó durante milenios (16.500 a 2.300 AP) a través de eventos ecológicamente transformadores, incluidos cambios climáticos, erupciones volcánicas y tifones. El evento de 4,2 ka BP aquí tuvo diversos efectos pero, en toda la isla Honshu, el tamaño de la población disminuyó y las poblaciones humanas enfatizaron el intercambio y la solidaridad ( 32 ). En el suroeste de Japón, los marcadores esqueléticos y dentales de estrés fisiológico son comparables antes y después del evento de 4,2 ka BP ( 33 ). La sostenibilidad se derivó de una organización social flexible y una diversidad adaptativa dietética ( 34 ).De manera similar, los beneficios de la flexibilidad en un sistema económico mixto se ven en los resultados de la investigación sobre el evento de 4,2 ka BP en el oeste de China ( 35 ). Los datos aproximados paleoclimatológicos sugieren temperaturas fluctuantes y patrones cambiantes de precipitación y humedad en el corredor de Hexi ( 36 ). A medida que el ambiente se volvió más árido, la gente de esta región dependió cada vez más de la actividad pastoril. En este sentido, el análisis de isótopos estables de esqueletos humanos ha demostrado que un conjunto diverso de actividades de subsistencia, incluida la agricultura, continuaron sin interrupción a medida que las comunidades incorporaban selectivamente nuevas plantas y animales en su dieta en respuesta a las condiciones cambiantes ( 37 ). Los esqueletos humanos no demuestran evidencia de interrupción del crecimiento somático o cambios fisiopatológicos a lo largo de este período, lo que sugiere que la diversidad adaptativa y el mantenimiento intergeneracional del conocimiento tradicional sobre las opciones alimentarias locales protegieron con éxito a esta población de la insuficiencia nutricional ( 35 ). Esta investigación es un ejemplo particularmente bueno de cómo el conocimiento sobre la variación humana a lo largo del tiempo aporta conocimientos clave sobre varios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas ( Fig. 2 ).Figura 2.

Los beneficios para la salud asociados con la diversidad adaptativa y el mantenimiento de prácticas y estilos de vida de subsistencia flexibles en el contexto de un entorno cambiante también son evidentes entre las comunidades agro pastoriles de la Edad del Bronce en el sureste de Arabia que experimentaron el evento RCC de 4,2 ka BP ( 38 ). La evidencia biogeoquímica de individuos enterrados en la necrópolis de Shimal durante los períodos Umm an-Nar (2700 a 2000 a. C.) y Wadi Suq (2000 a 1600 a. C.) indica que estas poblaciones no experimentaron un cambio radical en su dieta a pesar de la creciente aridificación. En cambio, los habitantes de esta región parecen haber respondido a las presiones climáticas y los cambios económicos regionales mediante la dispersión de la población y la descentralización en comunidades más pequeñas y estables ( 38 ). Este cambio probablemente fue posible gracias a una estructura social relativamente menos rígida y jerárquica, a diferencia de la observada en sociedades vecinas de mayor escala, como las del valle del Indo. Este ejemplo muestra cómo la diversidad económica de los esfuerzos comunitarios a pequeña escala en la producción de alimentos es un factor clave para construir un futuro sostenible ( 39 ).En el evento del 4,2 ka BP, es notable que las sociedades urbanas jerárquicas construidas sobre fuertes vínculos económicos interregionales y una marcada desigualdad social experimentaron trastornos sociales, enfermedades contagiosas y una mayor prevalencia de la violencia interpersonal. Esto fue dramáticamente diferente de las formas de resiliencia encontradas en comunidades vecinas heterárquicas de pequeña escala ( 1 , 9 ).
Las comunidades heterárquicas contemporáneas, como las que se encuentran en las sociedades agrarias andinas, proporcionan un excelente ejemplo de cómo la producción intensiva de alimentos sostenibles puede desarrollarse a partir de la cosmología indígena y las instituciones tradicionales ( 40 ).
Nuestra conclusión es que el liderazgo indígena, el conocimiento tradicional y la ciencia indígena pueden ofrecer alternativas sostenibles a través de prácticas holísticas de manejo de la tierra, el agua y los bosques como antídoto a la organización social jerárquica y desigual, el colonialismo y el capitalismo extractivo ( 41 ).
Impactos mediados por los ecosistemas en la salud humana: enfermedades transmitidas por vectores en el pasado
Las estrategias sostenibles para hacer frente al calentamiento global también deben abordar la creciente carga de enfermedades zoonóticas en todo el mundo. Los cambios ambientales y climáticos son los principales impulsores de la coevolución de los seres humanos, los animales y nuestros patógenos. La primera transición epidemiológica comenzó a principios del Holoceno, hace unos 7.000 años. La agricultura y los cambios de estilo de vida asociados (comunidades agrícolas asentadas, contacto más cercano con otros animales, alta densidad de población y dieta menos variada) crearon desafíos importantes para las comunidades humanas que enfrentan tasas de infección crecientes y oportunidades significativas para la evolución de patógenos ( 42 ). En todo el mundo, los restos óseos humanos de los primeros agricultores demuestran evidencia de la relación entre los cambios ecológicos antropogénicos y la cambiante ecología de las enfermedades ( 43 ), incluida la aparición, evolución y propagación global de la malaria, la peste, la tuberculosis, la lepra, la brucelosis, la leishmaniasis, la salmonella, viruela, hepatitis B, infecciones treponémicas y enfermedad de Chagas, entre otras ( 44 ).
El urbanismo también ha contribuido a la ecología de las enfermedades infecciosas durante milenios ( 45 ). Las poblaciones humanas de alta densidad, el saneamiento deficiente y las condiciones de vida hacinadas facilitan la propagación de patógenos transmisibles de persona a persona, lo que agrava el riesgo de enfermedades endémicas y epidémicas debido al aire, el agua y los suelos contaminados.
La deforestación y el creciente contacto con otras especies crean oportunidades adicionales para la propagación de enfermedades emergentes y proporcionan nuevos reservorios para enfermedades existentes.
Los bioarqueólogos utilizan un conjunto de marcos teóricos para comprender los patrones epidemiológicos a lo largo del tiempo ( Apéndice SI , Fig. S2 ). Hoy en día, las comunidades enfrentan desafíos de salud debido a la convergencia de tres tendencias epidemiológicas históricas: agricultura, industrialización y modernidad ( 46 ). El calentamiento global aumentará el riesgo de epidemias de enfermedades infecciosas entre las poblaciones humanas. Si bien este tema ha sido motivo de preocupación durante algún tiempo, las recientes pandemias mundiales han hecho que la perspectiva de Una Salud sea más urgente ( 47 ). Las infecciones zoonóticas surgirán con una frecuencia cada vez mayor a medida que la pérdida de biodiversidad, la destrucción del hábitat, la resistencia a los antibióticos y el calentamiento global se combinen con los desafíos de salud derivados del urbanismo y la desigualdad social para agregar complejidad e incertidumbre a la planificación de la salud pública.
El cambio climático y la alteración antropogénica del paisaje son fenómenos de larga data ( 48 ) y el registro arqueológico demuestra cascadas tróficas de cambios en la ecología de las enfermedades ( 47 ). Estos desafíos en el contexto contemporáneo se ven agravados por tendencias demográficas que sugieren que, en el futuro, un porcentaje aún mayor de personas vivirá en entornos urbanos relativamente insostenibles si no se apoyan los medios de vida locales y rurales. De particular preocupación son los hábitats cambiantes de los insectos vectores, como los mosquitos Anopheles , el principal portador de los patógenos de la malaria ( Plasmodium spp.) ( 49 ). La malaria es hoy una de las principales causas de mortalidad infantil; puede provocar un retraso en la maduración esquelética y se asocia con osteopenia, secuelas neurológicas y deterioro cognitivo, y una mayor susceptibilidad a otras infecciones: bacterianas (p. ej., tuberculosis) y aquellas causadas por helmintos ( 50 ). P. falciparum causa más de 240 millones de episodios de malaria por año ( 51 ). Esta enfermedad es también la presión selectiva más fuerte conocida que impulsa un aumento en la prevalencia de anemias genéticas ( 52 ).Las investigaciones sugieren que las alteraciones antropogénicas del paisaje en el pasado llevaron la malaria a regiones donde actualmente no es endémica ( 53 , 54 ). Con el tiempo, las consecuencias evolutivas de la malaria endémica se ven en la alta prevalencia de talasemia en el sur de Europa, donde la deforestación y la ocupación de ambientes pantanosos por clases sociales marginadas se vieron exacerbadas por la adopción generalizada de la agricultura. Si bien la agricultura fue probablemente un precursor importante de la malaria en el Mediterráneo, la agricultura no siempre precede a los entornos palúdicos. Por ejemplo, la malaria ya era un problema de salud importante para los habitantes de hábitats tropicales en el norte de Vietnam hacia el año 7.000 antes de Cristo ( 49 ). Posteriormente, el riesgo de malaria aumentó aún más con el crecimiento demográfico, la reducción de la movilidad residencial (la frecuencia con la que las personas se mudan de residencia) y la creciente práctica de la agricultura, el riego y la limpieza de tierras ( 52 ).Una importante preocupación contemporánea es cómo el cambio climático y ambiental afectará las enfermedades epidémicas zoonóticas. La evidencia de las epidemias medievales proporciona un terreno fértil para probar hipótesis epidemiológicas. Por ejemplo, Yersinia pestis ha estado infectando poblaciones humanas en Eurasia durante al menos 5.000 años y ha causado pandemias desde al menos el siglo VI d.C. ( 55 ). Quizás la pandemia histórica más conocida, comúnmente conocida como la Peste Negra (1346 a 1353 d.C.), causada por Yersinia pestis, afectó a poblaciones que abarcan todo Afro-Eurasia y, en última instancia, mató hasta el 50% de las poblaciones humanas afectadas en la pandemia más grande de la humanidad. historia ( 56 ). Podría decirse que la aparición y los efectos de esta enfermedad zoonótica fueron facilitados y exacerbados por los cambios climáticos (el fin de la anomalía climática medieval y la transición a la Pequeña Edad del Hielo) y las condiciones socioeconómicas preexistentes ( 57 ).Los estudios de restos óseos que datan del período anterior y durante la peste negra en Inglaterra (c. 1348 a 1350 d.C.) demuestran que la enfermedad afectó a poblaciones que ya se enfrentaban a una extrema desigualdad socioeconómica estructural, superpoblación y varias hambrunas consecutivas a finales de La anomalía climática medieval. Como resultado, la población general sufrió factores estresantes fisiológicos antes de la llegada del patógeno ( 58 ). Esta investigación indica que la pandemia no fue una causa de muerte indiscriminada. Más bien, la evidencia de los restos óseos de personas enterradas en fosas comunes en Londres sugiere que las alteraciones crónicas de la homeostasis experimentadas antes de la infección contribuyeron al aumento de la morbilidad y la mortalidad ( 59 ). La Peste Negra tuvo impactos intergeneracionales de gran alcance en la estructura de la población y las configuraciones políticas, económicas, religiosas y socioculturales.
Las pandemias también tienen impactos evolutivos en las poblaciones humanas. Es importante destacar que están surgiendo pruebas de que la Peste Negra actuó como una fuerza selectiva que dio forma a la diversidad genética en torno a algunos loci inmunes humanos; Es posible que estos alelos hayan brindado cierta protección contra la pandemia, pero actualmente están asociados con trastornos autoinmunes ( 60 ). Las enfermedades pandémicas causan cambios demográficos que pueden persistir durante siglos y, si bien los impactos evolutivos de pandemias pasadas aún no se han dilucidado completamente ( 58 ), los determinantes sociales de la salud probablemente influyeron en la variación en los riesgos de exposición, la gravedad de la enfermedad y la probabilidad de muerte ( 61 ). Sabemos que esto ha sido cierto en pandemias modernas como la influenza, la polio y la COVID-19 ( 61 ). La investigación bioarqueológica sugiere que las enfermedades pandémicas presentes y futuras en las sociedades humanas tendrán impactos evolutivos condicionados por la desigualdad estructural ( 61 ).
Impactos modulados a través de las instituciones sociales: migración, violencia interpersonal y hambruna
La migración es un atributo central de nuestra especie y da forma a la estructura genética y poblacional de las comunidades humanas pasadas, presentes y futuras. La escala de las migraciones humanas hoy en día es diferente a la del pasado, dado nuestro actual acceso sin precedentes a tecnologías de comunicación y transporte rápido que contribuyen a los flujos migratorios globales. Además, los Estados-nación modernos con economías monetarias pueden limitar la movilidad de diferentes grupos en formas que son recientes en la historia de la humanidad ( 62 ). Sin embargo, existen características compartidas a lo largo del tiempo y el espacio, incluidas las razones básicas del reasentamiento estacional, temporal o permanente ( 62 ). En particular, el cambio climático y ambiental combinado con malas condiciones socioeconómicas y políticas han sido un impulso para los movimientos humanos ( 26 , 63 ) y las migraciones a gran escala durante los últimos 12.000 años ( 62 ).Por ejemplo, la migración ofreció una estrategia exitosa para disminuir los recursos locales en el Holoceno medio del África subsahariana. En el período conocido como Óptimo Climático (10 a 5 ka BP), cientos de entierros humanos fueron colocados dentro de dunas que rodean una serie de lagos en el centro de Níger, en lo que hoy es el Sahara ( 64 ). El complejo de yacimientos de Gobero incluye enterramientos de dos periodos diferentes: el primero data de 9,7 a 8,3 ka y el segundo de 7,2 a 4,9 ka. Estos eventos de entierro ocurrieron durante fases relativamente húmedas que abarcan un evento RCC conocido como evento árido de 8,2 ka BP (que duró de 8,3 a 7,5 ka en Gobero) ( 65 ). Los entierros anteriores en Gobero derivan de una comunidad de cazadores, pescadores y recolectores de alimentos que estaba vinculada a otras comunidades móviles de pescadores y recolectores en pequeña escala en un área grande ( 64 ).Los valores de isótopos radiogénicos de estroncio en dientes y huesos humanos se utilizan para rastrear la migración en poblaciones arqueológicas. La comunidad del Holoceno temprano enterrada en Gobero era relativamente menos móvil de lo esperado para los grupos de caza y alimentación ( 64 ). De hecho, hay poca evidencia de movilidad residencial, excepto la inmigración de adultos potencialmente relacionada con el matrimonio. Una evaluación de los entierros del Holoceno medio demostró que esta población humana posterior se dispersó más ampliamente para satisfacer sus necesidades de subsistencia ( 66 ). Estos esqueletos mostraron menos signos de alteración del crecimiento infantil, lo que indica que la expansión de su territorio de búsqueda y caza en el período posterior permitió una adaptación exitosa a la creciente aridez. La flexibilidad de esta sociedad de pequeña escala les permitió persistir y prosperar en un contexto de cambio ambiental.
La investigación de la movilidad de la población en el pasado puede abordar cuestiones sobre el vínculo entre la migración ambiental, la perturbación social y su contribución a la violencia interpersonal ( 62 , 63 ). Actualmente, los gobiernos y otros organismos de planificación de todo el mundo confían en el campo de la Seguridad Humana para comprender las posibles consecuencias de la movilidad resultante del calentamiento global. Esta literatura a menudo hace un mal uso de la evolución humana al asumir peligrosamente que los humanos que enfrentan el cambio climático siempre migran, que esta migración inevitablemente resulta en competencia por los recursos, y que promueve la violencia y conduce al colapso de la civilización ( 11 ) . Es importante destacar que los hallazgos transculturales a lo largo del tiempo evidencian mucha más variabilidad ( 26 , 62 ). La evidencia de esqueletos humanos demuestra que tanto la migración como los conflictos intergrupales han ocurrido en asociación con cambios climáticos pasados, pero también hay muchos casos en los que esto no ocurre de manera predecible. A lo largo de la mayor parte de la prehistoria humana, los conflictos parecen haberse resuelto sin llegar a la violencia ( 67 ).La migración y el contacto cultural a menudo dieron lugar a relaciones y apoyo entre grupos que mitigaron los niveles de violencia en el pasado. Por ejemplo, la frecuencia de lesiones violentas fue relativamente baja en el Horizonte Medio (600 a 1100 d.C.) y el Horizonte Tardío (1400 a 1532 d.C.), cuando florecieron los imperios Wari e Inka. Establecieron redes de intercambio interregional geográficamente más amplias que fomentaron el contacto y la colaboración entre diversas culturas ( 68 ), aunque hubo algunas situaciones de aumento de la violencia durante las épocas expansionistas imperiales. En particular, esas épocas imperiales andinas se caracterizaron por una mejora climática con precipitaciones suficientes para la agricultura. Por el contrario, en algunas partes de los Andes, la insularidad y la reducción del contacto intergrupal se asociaron con aumentos de la violencia física y, durante el Período Intermedio Tardío (PIL, 1100 a 1400 d.C.), en particular, una grave sequía coincidió con esta tumultuosa situación. tiempo. Muchas sociedades LIP andinas se volvieron menos móviles, como lo indica el análisis de isótopos de estroncio de esqueletos humanos de toda la región ( 69 ).Otra lección de la bioarqueología es que pequeñas diferencias en la geografía regional y las circunstancias sociopolíticas locales afectan la subsistencia y el riesgo de violencia interpersonal. En el desierto de Atacama de Chile durante el PBI, las comunidades que alguna vez estuvieron vinculadas a la red de intercambio interregional de Tiwanaku se volvieron más insulares en relación con el Horizonte Medio, con una marcada disminución en el contacto y el intercambio externos ( 70 , 71 ). Este patrón de aumento de la violencia en el PBI se repite en otras áreas, como las tierras altas andinas centrales y los valles medios del sur de Perú ( 68 , 72 , 73 ). En particular, el aumento significativo de la violencia en algunas comunidades PBI andinas estuvo asociado con la sequía que afectó la producción agrícola y las tierras de pastoreo para el pastoreo de camélidos ( 71 ). En contraste, las lesiones violentas no aumentaron en el PLI en otras regiones, incluida la sierra norte de Perú, algunas regiones de la sierra sur, la costa norte de Perú, el norte de Chile y el noroeste de Argentina ( 68 ). Como ya hemos visto anteriormente, esta investigación afirma la noción de que apoyar los medios de vida locales y la producción rural de alimentos será una estrategia clave para hacer frente a los cambios climáticos contemporáneos.La inseguridad alimentaria tiene efectos sindémicos, incluido el aumento del riesgo de violencia. En el PBI se produjo una reorganización social a gran escala, con la decadencia tanto del Imperio Wari en los Andes centrales del Perú como del Estado de Tiwanaku en las tierras altas de Bolivia y el sur de Perú. Cuando la grave sequía dificultó la agricultura y la influencia del Estado disminuyó, la capital Wari fue abandonada. El análisis de isótopos estables de carbono y nitrógeno revela que las mujeres tenían menos acceso al maíz, un alimento social y políticamente valioso en la época de posguerra ( 73 ), lo que sugiere que el acceso diferencial a los alimentos contribuyó a los cambios sociales y exacerbó la propagación de la tuberculosis en Terminal Wari y poblaciones de posguerra ( 74 ). En las antiguas zonas de Tiwanaku, las lesiones violentas debidas a guerras, incursiones, castigos corporales, sacrificios rituales y manipulación de cuerpos después de la muerte se volvieron más frecuentes ( 75 ). Estos factores se combinaron para limitar las respuestas disponibles al cambio climático. Estos datos revelan las complejas interacciones entre el cambio climático, el colapso político, la violencia, la inseguridad alimentaria y las enfermedades infecciosas.
Violencia interpersonal en el contexto del cambio climático.
La violencia no fue una respuesta consistente al cambio ambiental y social en el pasado ( 66 , 76 ). También es importante señalar que la violencia en sí no es un concepto uniforme. El significado de la violencia y los actos violentos es histórica y culturalmente contingente ( 66 ). Incluye una variedad de comportamientos (violencia ritual e institucionalizada, homicidio y suicidio, guerras, masacres, incursiones, torturas y genocidio, por nombrar algunos) que son llevados a cabo por individuos y grupos, legal e ilegalmente, por muchas razones diferentes y en forma individual. variedad de escalas ( 66 ). En los casos en que el cambio climático y ambiental contribuyeron a la agitación social o a una mayor prevalencia de traumas violentos en el pasado, las influencias culturales estuvieron en juego con más fuerza. Además, una visión matizada de la violencia incluye en esta categoría las lesiones relacionadas con traumas y los efectos sindémicos de la pobreza, la desnutrición, el racismo y otras formas de desigualdad estructural. Dado que la violencia no es una respuesta predeterminada al cambio ambiental, los formuladores de políticas y los organismos de planificación deben ser conscientes del contexto histórico y antropológico de las diferentes sociedades para comprender la probabilidad y el significado de los resultados violentos. El suroeste de América del Norte (región de las Cuatro Esquinas) ofrece una excelente oportunidad para examinar la variación en las respuestas humanas al cambio ambiental y en el significado de la violencia en diferentes comunidades que ocupan la misma región ( 66 ). La región de Black Mesa en el norte de Arizona es una ecozona desértica considerada relativamente marginal para los asentamientos humanos y la agricultura debido a sus precipitaciones impredecibles, sequías periódicas y sostenidas y condiciones difíciles para una agricultura exitosa. Los desafíos para el asentamiento en esta área incluyen el ecosistema de gran altitud con fuentes de agua poco frecuentes, relativamente pocas especies de plantas silvestres comestibles y pocos mamíferos grandes para la caza. Sin embargo, esta región ha estado ocupada por diversos grupos pueblo durante más de un milenio, todos los cuales practicaron la agricultura del maíz durante más de 500 años y aún hoy viven y cultivan en sus tierras ancestrales. La arqueología proporciona pistas sobre cómo lograron esto, y el registro del esqueleto humano proporciona evidencia sobre la experiencia de resiliencia del pueblo Ancestral. En Black Mesa (800 a 1350 d.C.), a pesar de las variaciones extremas de temperatura y los períodos regulares de mayor aridez, sequía, inundaciones, malas cosechas y escasez de alimentos, las poblaciones humanas crecieron lenta y constantemente ( 66 ). La investigación arqueológica demuestra avances culturales y tecnológicos de gran éxito que reflejan adaptaciones concretas y específicas a los desafíos de ser un agricultor del desierto en condiciones climáticas extremas. Algunas de estas adaptaciones incluyen estructuras sociales heterárquicas, centros ceremoniales ubicados centralmente que fomentaban la interconexión y los flujos de información y recursos, el movimiento comunitario según las fuentes de agua cambiantes y econichos creados para atraer conejos y otros pequeños mamíferos que complementaban su dieta ( 66 ).Después de 1050 d.C., persistió durante generaciones una sequía severa y prolongada. Las comunidades de Black Mesa se vieron protegidas de las condiciones ambientales marginales gracias a un conocimiento profundo de sus cultivos, las circunstancias ecológicas locales y redes cooperativas generalizadas que brindaron la capacidad de comerciar y redistribuir recursos en un área grande. Estas poblaciones parecen bastante saludables según sus restos esqueléticos, con poca evidencia de interrupción del crecimiento, violencia interpersonal o enfermedad ( 66 ). La resiliencia y el éxito de los Pueblos Ancestrales se reflejan en sus respuestas adaptativas específicas y en el hecho de que las comunidades Hopi y Zuni Pueblo todavía practican muchas de estas estrategias hoy en día, lo que les permite mantener la vida en esta región durante siglos a pesar de los desafíos adicionales del colonialismo y el genocidio. .Cerca de allí, durante los últimos períodos Pueblo I y principios de Pueblo II (850 a 1150 d. C.) en el Cañón del Chaco en Nuevo México, una sociedad compleja desarrolló un sofisticado sistema de gestión del agua que sostuvo la productividad agrícola a pesar del entorno naturalmente árido. Estas comunidades dependían en gran medida del maíz importado y el sistema de subsistencia se veía frecuentemente abrumado por severas condiciones de sequía. La sequía más severa se produjo después del año 1100 d.C. y estuvo asociada con el abandono de las Grandes Casas en el Cañón (en 1090 d.C.) y la despoblación de la región de las Cuatro Esquinas (1125 a 1150 d.C.).La prevalencia de lesiones violentas no letales aumentó en los restos humanos del Cañón del Chaco después de ese tiempo, tal vez debido a cambios ideológicos que se desarrollaron para mantener el control social ( 66 ). Estas comunidades estaban más estratificadas y jerárquicas que las de Black Mesa, y sus aldeas eran menos flexibles en su capacidad para responder a los desafíos ecológicos. Al enfrentar desafíos similares a los de Black Mesa, pero con una capacidad de respuesta muy reducida, los Pueblos Ancestrales en el área del Chaco pueden haber recurrido a la violencia contra practicantes religiosos que creían que estaban causando que el mundo estuviera desequilibrado, lo que llevaba a una disminución de los alimentos. producción ( 76 ). En el caso de Chaco y los asentamientos de Pueblos Ancestrales en la región de las Cuatro Esquinas, la sequía provocada por el cambio climático y los cambios ideológicos asociados pueden haber contribuido eventualmente al abandono de estos asentamientos. La violencia no es un resultado inevitable del cambio climático ni es el resultado más probable. Sin embargo, hubo un fuerte aumento de la violencia que acompañó a los trastornos socioeconómicos y políticos en el Período Cálido Medieval (900 a 1300 EC) y la posterior Pequeña Edad del Hielo (1300 a 1850 EC) en Europa ( 77 ). Este período vio inseguridad alimentaria, hambruna, antropofagia del hambre y otras formas de violencia acompañadas de enfermedades epidémicas, como la peste negra, la lepra, la tuberculosis, la sífilis, la viruela y el cólera, entre otras. El repunte de la violencia en la Europa medieval refleja otro ejemplo de cómo contextos históricos y socioculturales específicos (guerras endémicas, capitalismo emergente, profunda desigualdad socioeconómica y fundamentalismo religioso, junto con cambios climáticos y ambientales) crean una atmósfera propicia para la violencia como respuesta al estrés. En resumen, la migración y la violencia se han asociado con períodos de cambio climático y ambiental en el pasado, pero existen pocos vínculos directos entre estos dos fenómenos. Cuando los académicos del Norte Global asumen una asociación entre el cambio climático y la violencia, tal vez se deba a una tendencia a utilizar la historia europea como punto de referencia. El conocimiento de la filosofía, la ciencia y la historia indígenas desafía estos supuestos sobre la naturaleza humana. El cambio climático es sólo uno de los factores que influyen en el comportamiento humano; la mayoría de las investigaciones bioarqueológicas demuestran que la desigualdad económica, la inestabilidad política y los procesos sociales jerárquicos e inflexibles que crean inseguridad de los recursos básicos tienen más probabilidades de resultar en violencia que el simple acto de migración o los efectos del cambio climático por sí solos.
Desnutrición endémica en el contexto de cambios ambientales pasados.
Como la mayoría de los impactos del cambio climático en la salud, el hambre y la inseguridad alimentaria en el pasado fueron el resultado de una combinación de fuerzas socioculturales y ambientales ( 78 , 79 ). Particularmente en las sociedades complejas construidas sobre la desigualdad estructural, la hambruna y la emaciación esquelética fueron el resultado de la falta de acceso a los alimentos, no de la falta de alimentos ( 80 ). Sin embargo, también existen riesgos de desnutrición endémica como resultado de la degradación ambiental en sociedades de pequeña escala sin la organización social jerárquica de la desigualdad estructural. Esta sección proporciona un ejemplo de este tipo y demuestra cómo la hambruna es sindémica; La susceptibilidad al hambre es un riesgo para las poblaciones rurales que viven en condiciones de pobreza, donde los desafíos de sociosaneamiento y las comorbilidades también aumentan la susceptibilidad a las enfermedades transmisibles ( 15 ).A lo largo de estos estudios de caso, hemos visto la ventaja de la flexibilidad para poblaciones relativamente pequeñas que enfrentan el cambio climático y ambiental. Sin embargo, cuando las comunidades de pequeña escala dependen en gran medida del monocultivo para la producción agrícola con el fin de alimentar a una población en crecimiento, su pequeño tamaño puede hacerlas vulnerables al colapso demográfico. Esta vulnerabilidad es especialmente significativa para los grupos que ya están explotando profundamente los recursos de subsistencia locales en ecosistemas semiáridos y marginales. Por ejemplo, la degradación ambiental asociada con prácticas agrícolas insostenibles y la salinización del suelo contribuyó a una experiencia de salud significativamente perjudicial para las pequeñas comunidades agrarias a lo largo de los valles fluviales del centro-oeste de la India, incluido un sitio llamado Inamgaon. La investigación arqueológica demuestra que la gente de Inamgaon mantuvo un sistema económico mixto basado en la agricultura, la ganadería, la caza, la pesca y la búsqueda de alimento. A diferencia de las comunidades humanas del Corredor Hexi, comenzaron a depender en gran medida de la agricultura para alimentar a una población en crecimiento después del 3,4 ka BP ( 81 ). Hacia el 3,1 ka BP, esta región estaba en gran medida despoblada ( 82 ).En el pequeño puñado de aldeas que persistieron más allá de ese punto, la población dependía cada vez más del pastoreo de animales y de alimentos silvestres, incluidos los recursos acuáticos. Los recursos alimentarios regionales ya estaban fuertemente explotados para alimentar a una población en crecimiento y no podían compensar la pérdida de producción agrícola. El análisis de restos humanos de Inamgaon demuestra que la transición fuera de la agricultura tuvo importantes consecuencias para la salud, especialmente para los bebés. Aunque unas pocas aldeas persistieron después del abandono a gran escala de gran parte de esta región, la gente se quedó a costa de una alta mortalidad infantil, retraso del crecimiento y pérdida de huesos entre los lactantes y los niños ( 81 , 83 ). En este ejemplo, pequeños cambios ambientales en un ecosistema semiárido provocaron hambrunas debido a la falta de alimentos, más que a la falta de acceso a los mismos. Después de 200 años de luchar para hacer frente a la salinización y otras consecuencias de la agricultura excesiva, estas aldeas finalmente fueron abandonadas. Una conclusión que surge de estos hallazgos es que para las comunidades que ocupan áreas que ya son marginales para la supervivencia, la experiencia de resiliencia frente al cambio climático es a menudo una experiencia de desnutrición endémica. El riesgo de mortalidad y morbilidad suele ser mayor para los bebés, los niños y los adultos que sobrevivieron al estrés del desarrollo y a la interrupción del crecimiento ( 84 ). La malnutrición proteico-energética y las deficiencias de micronutrientes se observan entre los recién nacidos y los lactantes durante las hambrunas, ya que las madres no pueden satisfacer las necesidades nutricionales básicas de la gestación ( 85 ). Los impactos de la adversidad gestacional y temprana son duraderos a lo largo de la vida e intergeneracionalmente ( 86 ). Las consecuencias de una masa corporal magra baja, una estatura adulta baja y una restricción dietética incluyen, por ejemplo, cambios epidemiológicos hacia un mayor riesgo de enfermedades metabólicas, enfermedades infecciosas y otros problemas de salud en etapas posteriores de la vida ( 87 ).La investigación antropológica también demuestra que la inseguridad alimentaria global estará mediada por factores bioculturales: patrones de consumo, tamaño y densidad de población, estructuras de poder locales y regionales, corrupción, política comercial global, acceso a la energía y su costo, y otros factores políticos, financieros y variables económicas ( 88 ). Las estrategias para hacer frente a la inseguridad alimentaria a corto plazo dependen del contexto. Los hogares y los grupos responden a la inseguridad alimentaria mediante negociaciones complejas para obtener apoyo y acceso a recursos que pueden incluir una amplia gama de comportamientos específicos basados en circunstancias históricas, sociales y culturales. Para las comunidades que ocupan áreas que ya son marginales para la supervivencia, la experiencia de resiliencia frente al cambio climático puede ser una desnutrición endémica, y esto será particularmente cierto en el contexto contemporáneo con barreras estructurales adicionales para el acceso a los alimentos.
Desafíos y oportunidades para aplicar conocimientos bioarqueológicos en las predicciones y planificación climáticas
Las investigaciones realizadas durante los últimos 50 años han documentado una variabilidad sustancial en el clima de la Tierra y los rápidos cambios climáticos que se han producido a lo largo de la evolución humana. Esta perspectiva ha demostrado algunas de las formas en que el clima ha contribuido a cambiar los perfiles epidemiológicos en poblaciones pasadas y cómo los factores socioculturales afectaron profundamente la salud y la enfermedad. La historia del Holoceno de la humanidad revela los impactos en la salud concomitantes con una creciente dependencia de la agricultura y la consiguiente pérdida de diversidad adaptativa frente a la relativa resiliencia de las comunidades que dependen de economías mixtas, pastoreo, caza, pesca y recolección. La bioarqueología refuerza una comprensión transdisciplinaria de las promesas y los problemas del urbanismo y las consecuencias de la desigualdad estructural, la vulnerabilidad, la marginación y la explotación. Confirma una fuerte asociación entre las condiciones climáticas, los entornos bioculturales humanos y los factores de riesgo biológicos y socioculturales que promueven enfermedades infecciosas endémicas y nuevas. Los resultados de esta investigación sugieren que la migración no es un resultado imperativo del cambio climático; más bien, demuestran algunos de los parámetros que limitaron o promovieron la migración como estrategia para hacer frente al cambio ambiental. El análisis de restos óseos humanos proporciona evidencia directa sobre la probabilidad de violencia basada en factores ideológicos, históricos y socioculturales. Existen limitaciones para la investigación bioarqueológica que deben considerarse. Por ejemplo, este trabajo requiere datos paleoclimáticos regionales y locales de alta resolución, una buena cronología del sitio y restos humanos adecuadamente conservados. Hay regiones del mundo con un registro arqueológico extremadamente bien investigado, geográficamente diverso y temporalmente profundo donde los datos climáticos no tienen una resolución lo suficientemente alta, o donde múltiples escalas espaciales y temporales se combinan regularmente de manera no sistemática, y la invocación del cambio climático se emprende acríticamente. También existen lagunas de conocimiento en algunas áreas que los bioarqueólogos no estudian tan intensamente o donde los restos no se conservan bien.
Se necesitarán más investigaciones en estas regiones para apoyar la invocación del clima como modelo explicativo de la adaptación, la salud y la resiliencia humanas. A pesar de estas limitaciones, la bioarqueología añade una perspectiva evolutiva en el tiempo profundo de importancia crítica para informarnos sobre el impacto del calentamiento global en la salud humana en el milenio actual. Al combinar la teoría de la evolución con conocimientos de las ciencias sociales, nuestra investigación demuestra cómo los entornos influenciados socioculturalmente son a la vez los principales contribuyentes y las mayores barreras para la buena salud, incluso frente a eventos de CCR y otros desafíos ambientales importantes. Las formas sociales que promueven la desigualdad institucionalizada junto con las consecuencias indiscutibles del colonialismo, la esclavitud, el racismo, la desigualdad económica, la violencia estructural y todo tipo de discriminación han sido determinantes clave de la salud a lo largo de la historia de la humanidad ( 89 , 90 ).Sostenemos que el conocimiento de este tipo de evidencia es valioso para los gobiernos, los formuladores de políticas y el público en general a medida que diseñamos e implementamos estrategias para un desarrollo sostenible equitativo frente al cambio climático. El conocimiento de la variación humana a lo largo del tiempo es fundamental para crear una sostenibilidad equitativa basada en evidencia. La bioarqueología también proporciona una base fundamental para combatir ideas erróneas sobre la evolución humana y la naturaleza humana. Por ejemplo, existe la percepción de que los seres humanos inevitablemente responden a las crisis mediante la migración y, en última instancia, la violencia ( 11 ). Estas simplificaciones excesivas de cuestiones complejas, si se integran en narrativas que dan forma a la planificación y las decisiones políticas para el futuro, conducirán a políticas con consecuencias graves y perjudiciales para la seguridad humana.
Las primeras narrativas antropológicas también adolecían de una visión unicausal del nexo clima-cultura y proponían vínculos estáticos y deterministas entre los humanos y nuestro entorno. Aunque los antropólogos se han alejado sustancialmente de esas narrativas, estos puntos de vista predominan en algunos estudios y en la literatura popular sobre el cambio climático y las predicciones posteriores de cambio y colapso sociocultural y tecnológico ( 11 ).Por lo tanto, es imperativo que los antropólogos, especialmente los bioarqueólogos, contribuyan a los discursos sobre el cambio climático, enfatizando perspectivas contextualizadas sobre la violencia y su asociación sindémica con la desigualdad social e iluminando las complejidades de la resiliencia y el colapso en diferentes circunstancias socioculturales. No debemos subestimar la complejidad de la historia de la humanidad y las lecciones aprendidas de encuentros pasados con el cambio climático y otras crisis. implementar una solución eficaz, sostenible y equitativa al calentamiento global, como lo sugieren los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas para 2030, requiere datos históricos para garantizar la longevidad de la habitación humana en la Tierra.

Distribución global del evento de 4,2 kiloaños. Las áreas sombreadas se vieron afectadas por condiciones húmedas o inundaciones, y las áreas punteadas por sequías o tormentas de polvo.