Cornelia Wagner , MSc a∙Cristian Carmeli , PhD a∙Josephine Jackisch , PhD a , b∙Prof. Mika Kivimäki , PhD c , d∙Bernadette WA van der Linden , PhD∙Stéphane Cullati , PhD a∙ y otros.
Resumen. del 5 articulo de la serie dedicada a la atención primaria. Seleccionados por Carlos Alberto Díaz.
La epidemiología del curso de vida se enfoca en analizar el impacto de las exposiciones en los resultados de salud durante todo el ciclo vital, considerando dimensiones sociales, conductuales y biológicas. Esta revisión expone la manera en que esta disciplina ha enriquecido el entendimiento de las etiologías de enfermedades crónicas —como la hipertensión, el cáncer de mama y la demencia— y ha orientado el diseño de estrategias preventivas. La epidemiología del curso de vida recurre a análisis avanzados de datos observacionales longitudinales, preferentemente poblacionales, e incorpora nuevos métodos para la inferencia causal. Proporciona información relevante para la prevención primordial, la cual busca evitar la exposición a factores de riesgo desde una perspectiva ecosocial y basada en el ciclo de vida, concibiendo la salud y la enfermedad como el resultado de complejas interacciones entre la dotación biológica, conductas relacionadas con la salud, redes sociales, influencias familiares y condiciones socioeconómicas a lo largo del tiempo. De manera más amplia, la epidemiología del curso de vida guía estrategias tanto poblacionales como dirigidas a grupos de alto riesgo, desde el periodo prenatal hasta la vejez, y apoya el desarrollo de acciones de salud pública fundamentadas en evidencia y datos científicos. Este artículo analiza la relevancia de dicha disciplina para la salud pública y aborda los retos actuales y futuros en su integración en la implementación de políticas sanitarias.
La atención primaria está cambiando. La experiencia y las expectativas del paciente son primordiales, mientras que la demografía y las correspondientes preocupaciones sanitarias están cambiando, lo que lleva a una atención más centrada en el paciente. Los cambios resultantes también podrían beneficiar a los profesionales que sufren la presión de la escasez de médicos de atención primaria , sumada al agotamiento generalizado. A medida que el sector sanitario se enfrenta a tiempos de espera más largos para citas más cortas carencia de accesibilidad y al aumento de los costes , la atención primaria directa, la tecnología, los proveedores no tradicionales y otras tendencias ilustran el futuro de la atención primaria.

Key concepts and models
This article introduces life course epidemiology as a field that examines how exposures throughout life—including those from gestation and even previous generations—affect health outcomes. Drawing from disciplines like epidemiology, sociology, psychology, and biomedical sciences, the field traces its roots to Barker’s fetal programming hypothesis, which links fetal nutrition to chronic disease risk in adulthood, and to Elder’s social research on long-term exposures and their impact on health.
Life course epidemiology has become central to the study and prevention of chronic diseases, emphasizing that risk factors in early life stages—rather than just in middle age—play a crucial role. Large population-based cohort studies, both prospective and retrospective, have enabled researchers to collect extensive biological, social, and environmental data over decades, supporting the development of the field’s unique theories and methodologies.
Despite its scientific consolidation, the application of life course epidemiology to public health policy remains limited, partly due to the contextual specificity of findings and the complexity of establishing causality across different life stages. However, concepts from this field have already influenced primordial prevention—preventing exposure to risk factors in the first place.
The article highlights five key principles of life course research, as defined by Elder and Shanahan:
- Development across the life span
- Agency (individuals’ ability to make choices within their context)
- Time and place (historical and environmental influence on each life course)
- Timing (differential effects depending on when exposures occur)
- Linked lives (interdependence among individuals and their relationships)
These principles have led to theoretical models explaining how exposures at different life stages cause health outcomes later on, especially regarding chronic diseases. Four main models are frequently used:
- Sensitive Period Model: Some exposures have stronger effects if they occur at specific periods (e.g., prenatal malnutrition leading to later disease risk). Recovery from such exposures is possible if they occur during sensitive but not critical periods.
- Critical Period Model: Exposures during critical periods can produce lasting or permanent effects (e.g., lead exposure in early childhood causing permanent cognitive impairment).
- Accumulation Model and Pathway Model (not detailed in the excerpt, but typically included): These focus on the cumulative effect of exposures and the sequence of life events or social mobility’s impact on health.
Identifying sensitive and critical periods is important for optimizing preventive interventions, and life course approaches are increasingly shaping strategies for chronic disease prevention in populations, including high-risk and vulnerable groups.
Introducción
La epidemiología del ciclo vital tiene como objetivo estudiar el efecto de las exposiciones a lo largo del ciclo vital (especialmente en las primeras etapas de la vida) sobre la salud, retrocediendo hasta las exposiciones durante la gestación o en generaciones anteriores. <sup>1,2 </sup> Se basa en la experiencia de múltiples disciplinas científicas, como la epidemiología, la sociología, la psicología, las ciencias biomédicas y otros campos relacionados con las ciencias de la salud poblacional. En las ciencias biomédicas, la hipótesis de Barker sobre la programación fetal<sup> 3 </sup> fue crucial para el desarrollo temprano de la epidemiología del ciclo vital, al afirmar que la nutrición fetal puede contribuir al riesgo de enfermedades crónicas en la edad adulta, como la diabetes o la hipertensión. En las ciencias sociales, junto con la epidemiología social, el interés por las exposiciones socioambientales a largo plazo fue introducido notablemente por Elder en su estudio de cohortes de nacimiento en California para comprender los impactos sociales y sanitarios de la Gran Depresión.<sup> 4</sup> El término epidemiología del ciclo vital se acuñó en la década de 1990 para definir un campo de estudio interesado en los determinantes de las enfermedades crónicas en la primera infancia y la edad adulta.<sup> 5 </sup>
Desde entonces, la epidemiología del curso de vida ha contribuido sustancialmente al estudio de las enfermedades crónicas y ha ganado popularidad en la epidemiología y la salud pública. La hipótesis de la programación fetal de Barker se ha consolidado como el enfoque de los orígenes del desarrollo de la salud y la enfermedad en la investigación médica, que enfatiza las exposiciones ambientales prenatales como determinantes de la salud en la edad adulta.<sup> 6</sup> Este enfoque amplía la perspectiva epidemiológica y biomédica clásica del papel crucial de los factores de riesgo durante la mediana edad como causas de enfermedades crónicas en la edad adulta, a la exposición a factores de riesgo en otras edades o etapas de la vida.<sup> 7</sup> La investigación del curso de vida ha sido posible gracias a la disponibilidad de estudios de cohortes de nacimiento prospectivos y retrospectivos, así como a otros estudios longitudinales de gran tamaño, basados en la población (dentro y entre generaciones), que recopilan una amplia gama de datos individuales, biológicos, sociales y ambientales a lo largo de décadas de vida. Más allá del análisis de datos longitudinales, la epidemiología del curso de vida es un campo en sí mismo con teorías, metodologías e implicaciones para la salud pública únicas. <sup>1,5 </sup>
Si bien la epidemiología del curso de vida está consolidada en la investigación científica, su aplicación en la formulación de políticas de salud pública está menos avanzada. Posibles razones son la alta especificidad contextual de algunos hallazgos, la complejidad de los mecanismos involucrados y la dificultad de establecer la causalidad a lo largo del curso de vida. No obstante, la formulación de políticas ya se beneficia de los conceptos y hallazgos de la epidemiología del curso de vida, en particular en la prevención primordial, es decir, la prevención de la exposición a factores de riesgo. 8,9 Por lo tanto, es importante y oportuno analizar cómo la epidemiología del curso de vida contribuye al diseño de estrategias de prevención de enfermedades crónicas, cómo modifica la comprensión de sus causas y cómo fundamenta las estrategias preventivas poblacionales, de alto riesgo y vulnerables.
De los modelos del curso de vida a la formulación de políticas
Modelos del curso de vida
La investigación del curso de vida se basa en un conjunto de cinco principios básicos definidos por Elder y Shanahan.10 Estos son: desarrollo a lo largo de la vida (el desarrollo humano y el envejecimiento son procesos que duran toda la vida y no se limitan a etapas específicas de la vida); agencia (las personas tienen la capacidad de tomar acciones y tomar decisiones que dan forma a sus vidas dentro de las limitaciones de los contextos ambientales, sociales e históricos); tiempo y lugar (cada curso de vida individual está arraigado e influenciado por su tiempo y lugar histórico específico); tiempo (los mismos eventos y comportamientos pueden tener diferentes efectos dependiendo de cuándo suceden en el curso de la vida); y vidas vinculadas (las personas no experimentan la vida solas, sino que se influyen mutuamente a través de relaciones interdependientes compartidas).
Estos principios han contribuido al desarrollo de modelos causales teóricos que explican cómo las exposiciones a lo largo del ciclo de vida causan resultados de salud en etapas posteriores de la vida. 10 Estos modelos son simplistas por diseño para resaltar los posibles mecanismos causales subyacentes a las asociaciones entre las exposiciones y la salud a lo largo del ciclo de vida. 11,12 En la epidemiología del ciclo de vida de las enfermedades crónicas, se utilizan con frecuencia cuatro modelos: el modelo del período sensible; el modelo de acumulación; el modelo de la vía; y el modelo de movilidad social ( figura 1 ). 11,13

Figura 1 Modelos del curso de vida para las causas de las enfermedades crónica
El modelo del período sensible se centra en el efecto diferencial de una exposición según su momento. Plantea que existen períodos a lo largo de la vida, comúnmente en las primeras etapas de la vida, durante los cuales una exposición tiene un efecto más fuerte en la salud que si ocurriera fuera de dichos períodos. La gestación es un período sensible para exposiciones múltiples.<sup> 1</sup> Por ejemplo, la exposición prenatal a la inanición materna durante la hambruna holandesa (1944-1945) se asoció con un mayor riesgo de enfermedad coronaria, enfermedad obstructiva de las vías respiratorias y disminución de la tolerancia a la glucosa en etapas posteriores de la vida, dependiendo de si la inanición materna ocurrió al inicio, a mediados o al final de la gestación, respectivamente.<sup> 14</sup> Las transiciones vitales también son períodos sensibles típicos, como la transición a la maternidad, que es un evento biosocial importante.<sup> 15 </sup> Generalmente, existe la posibilidad de recuperarse del efecto de una exposición durante un período sensible. En contraste, se considera que una exposición durante un período crítico tiene un efecto más permanente. Por ejemplo, la exposición al plomo durante la primera infancia, un período crítico para el desarrollo cerebral, puede resultar en deterioro cognitivo permanente que persiste hasta la edad adulta. La identificación de períodos potencialmente sensibles y críticos para los factores de riesgo de enfermedades a lo largo de la vida ayuda a determinar el momento óptimo para realizar intervenciones preventivas.
El modelo de acumulación se centra en la acumulación y la duración de las exposiciones, más que en su cronología. Afirma que la acumulación de exposiciones a lo largo de la vida determina el riesgo posterior de enfermedad. Este efecto puede deberse a la acumulación de diferentes factores de riesgo o a la exposición al mismo factor de riesgo durante un período prolongado. Por ejemplo, la acumulación a lo largo de la vida de desventajas socioeconómicas, 17 bajo peso al nacer, 18 inactividad física y un alto consumo de sal durante la infancia y la adolescencia, 19 puede provocar hipertensión en la mediana edad. 20 La relación adopta la forma de una asociación dosis-respuesta que se desarrolla gradualmente hacia un estado de enfermedad. La acumulación de riesgos puede ser lineal o exponencial. Siguiendo este modelo, las intervenciones preventivas buscan detener la acumulación de riesgo antes de que se alcance el umbral de la enfermedad.
El modelo de la vía se centra en el vínculo secuencial entre múltiples exposiciones. También se conoce como modelo de la cadena de riesgo, ya que establece que cada exposición a un factor de riesgo aumenta la probabilidad de exposición a otro factor de riesgo. 21
Finalmente, el modelo de movilidad social se centra en la dirección del cambio de una exposición y se utiliza casi exclusivamente para el estudio de los efectos de las exposiciones socioeconómicas. Según este modelo, las exposiciones sociales son estados en los que los individuos pueden entrar y salir: las personas pueden moverse entre diferentes clases sociales o niveles de ingresos, y la dirección de este cambio (ascendente, descendente o inmovilidad) determina su riesgo posterior de enfermedad. 22,23 En un estudio sueco, la dirección del cambio entre clases ocupacionales entre los 25 y los 55 años se asoció con el riesgo de infarto de miocardio. 24 Específicamente, pasar de una ocupación no manual a una manual en la edad adulta (es decir, movilidad descendente) se asoció con un mayor riesgo de infarto de miocardio en comparación con la ausencia de cambio en la clase ocupacional. Las posibles intervenciones podrían basarse en este conocimiento mediante la promoción de políticas que favorezcan la movilidad social ascendente en la población. Una deficiencia del modelo de movilidad social es la dificultad de separar los efectos de la exposición final, per se, de los efectos de la trayectoria que conduce a esta última exposición. 25
Estos cuatro modelos reconocen las causas sociales fundamentales de la enfermedad que contextualizan los determinantes individuales de la salud. Los factores de riesgo individuales deben contextualizarse intentando comprender cómo las personas se exponen o se exponen al riesgo para diseñar intervenciones preventivas más eficaces. 26 Además, factores sociales como el nivel socioeconómico pueden considerarse causas fundamentales de las enfermedades, ya que determinan el acceso de las personas a recursos que protegen la salud, como el conocimiento, el dinero, el poder, el prestigio y las conexiones sociales beneficiosas. 26 Si las condiciones sociales realmente exponen a las personas a riesgos, las políticas basadas en el ciclo de vida que buscan reducir las desigualdades en salud deben abordar las causas sociales, además de las causas más proximales. La estrategia preventiva para la población vulnerable se basa parcialmente en este concepto. 26,27
La prueba del valor de estos modelos ha sido posible gracias a la disponibilidad de grandes estudios de cohortes poblacionales en, por ejemplo, el Reino Unido (p. ej., el Estudio Nacional de Desarrollo Infantil de 1958 y los estudios de cohortes de nacimiento de Lothian), Finlandia (p. ej., el Estudio de Cohortes de Nacimiento del Norte de Finlandia) y Nueva Zelanda (p. ej., el Estudio de Salud y Desarrollo de Christchurch). 28 Las cohortes de nacimiento suelen consistir en muestras poblacionales de individuos nacidos en un período determinado y a los que se les realiza un seguimiento desde su nacimiento o más tarde en la vida durante muchos años, si no a lo largo de generaciones. El avance de la epidemiología del curso de vida también se ha visto facilitado por los biobancos vinculados a las cohortes, cuyo objetivo es evaluar el exposoma de grandes muestras de la población. 29 La fortaleza de estas cohortes a gran escala reside en la recopilación de datos individuales, biológicos, sociales y ambientales durante largos períodos de tiempo, que abarcan décadas de vida. Junto con la acumulación de estos datos, se desarrolló el desarrollo de métodos estadísticos avanzados para la investigación multicohorte y de big data que posibilitan su análisis. 30
Perspectiva del curso de vida sobre las enfermedades crónicas
Un enfoque epidemiológico del curso de vida se puede aplicar al estudio de cualquier tipo de enfermedad, pero ha sido especialmente útil en la comprensión y prevención de enfermedades crónicas. La epidemiología del curso de vida ofrece un marco para examinar la causa de las enfermedades crónicas a lo largo de las etapas de la vida con conceptos y vocabulario apropiados ( apéndice págs. 1-2 ) y, como resultado, configura las definiciones de enfermedades, las creencias y los temores relacionados con la salud, y las estrategias preventivas. 31 En esta sección, revisamos cómo la epidemiología del curso de vida ha cambiado la forma en que se entienden la hipertensión, el cáncer de mama y la demencia, y su impacto en su prevención ( figura 2 ). Estos ejemplos se eligieron debido a su alta carga para la salud pública y su idoneidad para una perspectiva del curso de vida.

Figura 2 Determinantes seleccionados de los riesgos de hipertensión, cáncer de mama y demencia a lo largo de la vida
Hipertensión
La hipertensión es un estado de presión arterial elevada sostenida y es un importante factor de riesgo modificable para las enfermedades cardiovasculares, la principal causa de muerte en todo el mundo. 20,32–34 El estudio de las enfermedades cardiovasculares se presta particularmente bien a un enfoque del ciclo de vida, ya que la mayoría de las enfermedades cardiovasculares ocurren en etapas posteriores de la vida y generalmente se entienden como los resultados de una exposición de por vida a factores de riesgo causales, incluido el tabaquismo, la dislipidemia, la obesidad, la diabetes y la hipertensión. 33,35 Aunque estos factores de riesgo se centraron inicialmente en la mediana edad, un número creciente de estudios han señalado la vida temprana como un período sensible para el desarrollo de estos factores, estableciendo su efecto sobre las enfermedades cardiovasculares en etapas posteriores de la vida. 9
Las causas de la hipertensión se pueden identificar a lo largo de toda la vida, desde la concepción hasta los primeros 1000 días de vida. 36–38 La hipertensión se ha asociado con la exposición fetal al tabaquismo materno, 39 la desnutrición en el útero, 3 el bajo peso al nacer, 40 y el aumento de la ingesta de sal en los primeros meses de vida. 19,41 En la mediana edad y en etapas posteriores de la vida, la presión arterial elevada es una causa importante de enfermedades cardiovasculares 42 y una gran cantidad de ensayos farmacológicos han demostrado que reducir la presión arterial reduce la aparición de estas enfermedades (y la mortalidad relacionada) 33,43 y la demencia. 44 Además, la exposición a factores de riesgo hipertensivos alcanza su punto máximo durante la mediana edad y en etapas posteriores de la vida, incluyendo la ingesta alta de alcohol, 45 la ingesta alta de sal, 46 y un IMC alto. 47
Con la identificación de los factores de riesgo a lo largo del ciclo de vida surge la oportunidad de realizar intervenciones específicas para cada etapa de la vida, con el objetivo de dirigir la trayectoria de salud-enfermedad hacia un camino óptimo ( figura 3 ). Una guía extensa y detallada de posibles intervenciones se encuentra en el llamado a la acción 20 de la Comisión Lancet sobre hipertensión para una estrategia del ciclo de vida que aborde la carga global de la hipertensión. En resumen, las estrategias de intervención deben ser multifacéticas y dirigirse a la prevención, el diagnóstico y el tratamiento a nivel poblacional e individual, dependiendo del riesgo absoluto de enfermedades cardiovasculares. Los enfoques clínicos a nivel individual, incluidos los tratamientos farmacológicos, deben dirigirse a subpoblaciones de alto riesgo (es decir, personas con un alto riesgo absoluto de enfermedad cardiovascular) típicamente en la mediana edad y en etapas posteriores de la vida. A nivel poblacional, las intervenciones se pueden adaptar al ciclo de vida. En todas las etapas de la vida, la prevención primordial se puede lograr mediante la reducción de la ingesta de sal, el aumento de la actividad física y la mejora de los hábitos alimentarios. Temprano en la vida y durante la adolescencia, el enfoque debe estar en una educación sanitaria efectiva; no se recomienda la detección de la hipertensión durante este período de la vida. En la mediana edad y en etapas posteriores de la vida, la educación debe continuar en forma de amplias distribuciones de conocimientos basados en evidencia y recomendaciones para promover la salud cardiovascular, y se deben implementar programas de detección de la hipertensión y de su tratamiento.

Figura 3 Trayectorias del curso de vida a lo largo del continuo de salud y enfermedad y cómo se modifican mediante intervenciones aplicadas durante diferentes períodos de la vida.
Cáncer de mama
El cáncer de mama constituye aproximadamente el 25% de todos los diagnósticos de cáncer en mujeres y aproximadamente el 16% de las muertes por cáncer en mujeres. 49 Una perspectiva clásica del curso de vida sobre el cáncer de mama sigue las etapas reproductivas, es decir, premenarquia, menarquia hasta el primer parto, embarazo y posmenopausia. 50 El efecto de los factores de riesgo del cáncer de mama difiere entre estos períodos sensibles. Por ejemplo, la adiposidad en la vida temprana, durante la premenarquia, se ha asociado con un menor riesgo de cáncer de mama, 51,52 mientras que la adiposidad después de la menopausia se ha asociado con un mayor riesgo. 53 El cáncer de mama también puede verse como el resultado de factores de riesgo acumulados, particularmente en relación con los momentos de los nacimientos y la menarquia. El modelo de Pike postula que la tasa de envejecimiento del tejido mamario, un factor de riesgo para el desarrollo del cáncer, se ralentiza con cada nacimiento y después de la menopausia, y es más alta en el período entre la menarquia y el primer parto. 50,54 Por lo tanto, el hecho de que una mujer experimente la menarquia, y de que dé a luz una o varias veces, y si lo hace, podría modificar su riesgo de cáncer de mama a lo largo de su vida. Esta relación ejemplifica cómo identificar los factores de riesgo de cáncer de mama no es suficiente; una perspectiva del ciclo de vida puede aportar el contexto necesario para diseñar estrategias de prevención específicas. 55
Para la prevención del cáncer de mama, existen múltiples ventanas de intervención a lo largo del curso de la vida. Se ha puesto mucho énfasis en la prevención secundaria a través del cribado para la detección temprana de la enfermedad en la mediana edad. El Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de EE. UU. recomienda mamografías de detección para mujeres de 40 a 74 años. 56 Los tiempos para los cribado basados en este enfoque tradicional de detección temprana de la enfermedad se basan en ensayos clínicos. 56 Los avances en la epidemiología del curso de la vida del cáncer de mama ofrecen nuevas perspectivas para las estrategias de prevención primordiales que se establecen más temprano en la vida. Además de la susceptibilidad genética y los factores de riesgo hormonales, grandes estudios poblacionales han sugerido que los comportamientos de salud (p. ej., consumo de alcohol, dieta e inactividad física) podrían ser factores de riesgo modificables para el cáncer de mama y, por lo tanto, objetivos potenciales para las estrategias preventivas. 50 Algunos estudios sugieren que las exposiciones ambientales (p. ej., dioxinas, contaminación del aire y metales pesados) también podrían estar involucradas. 57 Por lo tanto, en lugar de limitarse a la detección en la mediana edad y en etapas posteriores de la vida, la prevención del cáncer de mama podría comenzar en los primeros años de vida dentro de un enfoque preventivo ecosocial que se centre tanto en los comportamientos de salud como en los factores de riesgo ambientales a nivel de población.
Demencia
A nivel mundial, las personas viven más y, por lo tanto, están más expuestas a enfermedades relacionadas con la edad, como la demencia. La demencia es la pérdida de la función cognitiva, generalmente atribuible a daño cerebral vascular y neurodegenerativo. 58 La aparición de demencia en etapas posteriores de la vida se ve afectada por la exposición a factores de riesgo a lo largo de la vida que disminuyen las reservas cognitivas, es decir, la capacidad de una persona para afrontar el daño cerebral. 59 Por lo tanto, aumentar y mantener las reservas cognitivas a lo largo de la vida podría prevenir o retrasar la aparición de la demencia. 60
Enla primera infancia, la educación (como forma de actividad mental) se destaca como objetivo de intervención, ya que existe evidencia consistente de que la educación tiene un efecto protector sobre la cognición en etapas posteriores de la vida, 61,62 por ejemplo, a través de su asociación con comportamientos más saludables.63,64 Sin embargo, la actividad mental podría ser beneficiosa a lo largo de toda la vida y no solo en forma de educación formal. Un metaanálisis de datos de participantes individuales65 reveló que las personas que realizan trabajos cognitivamente desafiantes tienen un menor riesgo de demencia, independientemente de su educación. Además, existe evidencia de que cuanto más tiempo se expone a dificultades socioeconómicas, menor es su nivel de función de memoria y mayor es su tasa de deterioro de la memoria en etapas posteriores de la vida.66 Esta evidencia indica que las intervenciones son posibles en todas las etapas de la vida, lo que convierte la prevención de la demencia en una perspectiva a lo largo de la vida que debería combinar políticas sociales y de salud pública generalizadas con intervenciones adaptadas a cada individuo en las diferentes etapas de la vida.60,67
Se ha adoptado una perspectiva del ciclo de vida para la prevención de la demencia en la primera infancia, la mediana edad y la vejez en las políticas y las guías clínicas. El informe de 2020 de la Comisión The Lancet sobre prevención, intervención y atención de la demencia, por ejemplo, identificó 12 factores de riesgo potencialmente modificables y los incorporó a un modelo del ciclo de vida para la prevención de la demencia. Estos factores de riesgo son, en la primera infancia: bajo nivel educativo; en la mediana edad: hipertensión arterial, discapacidad auditiva, traumatismo craneoencefálico, alto consumo de alcohol y obesidad; y en la vejez: depresión, inactividad física, diabetes, tabaquismo, aislamiento social y contaminación atmosférica. 60 Este modelo ilustra el valor de intervenir de forma temprana y continua a lo largo de la vida.
Causalidad y curso de la vida
Desde principios del siglo XXI, los avances en los métodos de inferencia causal basados en datos observacionales han ayudado a la epidemiología del ciclo vital a evolucionar desde una forma de pensar conceptualmente compleja hacia una herramienta de información estratégica verdaderamente preventiva. Las tres tareas principales de la ciencia de datos en epidemiología son la descripción, la predicción y la causalidad. 68 La descripción busca describir el mundo tal como es, la predicción busca predecir cómo podría ser el mundo y la causalidad busca estimar cómo cambiaría un resultado si interviniéramos en una exposición. Un problema importante en epidemiología es la persistente confusión entre asociación y causalidad cuando se requiere una inferencia causal explícita para guiar la prevención. 7 Este problema es especialmente cierto en la epidemiología del ciclo vital, social y ambiental, donde la evidencia proviene principalmente de observaciones y rara vez de experimentos como ensayos aleatorizados. 69–71
Dentro de los estudios observacionales, un enfoque cada vez más adoptado se basa en los resultados potenciales o el marco contrafactual, con modelos estadísticos informados por el conocimiento experto codificado en modelos causales gráficos y estimación estadística (notablemente a través de métodos G). 72,73 Este enfoque tiene ventajas para la epidemiología del curso de vida en comparación con los métodos tradicionales basados en regresión o ajuste, ya que estos modelos estadísticos informados pueden manejar mejor la confusión medida inducida por la exposición o variable en el tiempo y reducir el sesgo de sobreajuste o las falacias de ajuste mutuo a través de la selección apropiada de covariables. 74,75 Otros métodos útiles para la investigación del curso de vida abarcan la evaluación causal de los factores de riesgo a través de variables instrumentales (p. ej., instrumentos genéticos y no genéticos) y evaluaciones de políticas a través de métodos econométricos (p. ej., diferencias en diferencias, discontinuidad de regresión y series de tiempo interrumpidas). 76–79
Por ejemplo, el efecto del IMC en la mortalidad por todas las causas es una pregunta clásica y altamente compleja en la investigación del ciclo de vida, la cual está plagada de problemas de confusión y causalidad inversa que son intratables mediante métodos epidemiológicos típicos. 80 Las variables instrumentales ayudan a superar estas limitaciones. En un amplio estudio prospectivo intergeneracional de base poblacional, cuando el IMC de la descendencia se utilizó como variable instrumental para el IMC paterno, la asociación estimada entre el IMC y la mortalidad por enfermedad cardiovascular paterna (cociente de riesgo [HR] por desviación estándar del IMC 1,82, IC del 95 % 1,17–2,83) fue más fuerte que la indicada por la asociación observada directamente entre el IMC de los propios individuos y su mortalidad por enfermedad cardiovascular (HR 1,45, 1,31–1,61). 80 Otro ejemplo es cómo la técnica de aleatorización mendeliana del ciclo de vida puede esclarecer los efectos complejos de los factores de estilo de vida dependientes de la edad, que varían con el tiempo, sobre el riesgo de enfermedad crónica. 81
Además, los avances en biobancos y ciencias ómicas han permitido la medición conjunta de miles de biomarcadores, como proteínas y metabolitos, a partir de una sola muestra almacenada. Esta mayor disponibilidad de biomarcadores ha permitido una mejor comprensión de los mecanismos biológicos a lo largo de la vida, vinculando la exposición con la enfermedad mediante el análisis del papel mediador de estos biomarcadores. 65,81
Implicancias políticas
Para traducir la investigación del ciclo de vida en políticas de prevención de enfermedades crónicas, es necesario aclarar qué determina la salud a nivel poblacional y cómo intervenir para mejorarla. 82 Un marco relevante es la perspectiva ecosocial, que define cómo la salud surge de las interacciones con el entorno social. 83,84 En esta perspectiva, el individuo se integra en múltiples círculos sociales, comenzando por la familia inmediata y continuando con sus pares, vecindarios, ciudades y países de residencia. Cada nivel influye en la salud a nivel personal y, por lo tanto, determina los patrones de enfermedades crónicas a nivel poblacional.
Al considerar las perspectivas ecosociales y del curso de vida en conjunto, surgen diferentes estrategias para la prevención de enfermedades crónicas que se dirigen a diferentes niveles ecosociales a lo largo del curso de vida, y estas intervenciones preventivas pueden funcionar juntas o independientemente unas de otras. Damos un ejemplo de estrategias de prevención para la hipertensión desde una perspectiva ecosocial y del curso de vida ( figura 4 ). 20 En la vida temprana y en el entorno social inmediato, las políticas dirigidas a las desigualdades socioeconómicas pueden crear entornos familiares saludables que permitan a los niños participar en actividades educativas y de ocio, y aprender comportamientos que promuevan la salud temprano en la vida. Subiendo un nivel, los proyectos comunitarios pueden aumentar la conciencia de la hipertensión y otorgar acceso universal a pruebas de detección y medicamentos antihipertensivos en la mediana edad y en etapas posteriores de la vida. A nivel de ciudad, los espacios urbanos que promueven la salud (por ejemplo, carriles para bicicletas y ciudades transitables) pueden facilitar un estilo de vida activo en toda la población desde la infancia hasta la vejez. A nivel de país, los legisladores pueden proteger la salud de la población en todas las etapas de la vida a través de regulaciones, como los límites obligatorios de sal en la producción de alimentos. Por último, a todas las edades y a nivel nacional, es necesaria una vigilancia eficaz de la hipertensión y sus factores de riesgo para garantizar que la prevención funcione.

Figura 4 Ejemplos de prevención de la hipertensión en las dimensiones ecosociales y del curso de vida83
Desafíos
La investigación en epidemiología del ciclo vital se enfrenta a diversos desafíos. Establecer cohortes longitudinales es costoso y requiere mucho tiempo, y se requieren largos periodos de seguimiento para obtener datos valiosos. Estos requisitos, a su vez, suelen llevar a cuestionar la reproducibilidad y generalización de la investigación del ciclo vital: ¿pueden aplicarse los hallazgos de una generación nacida hace 50 años a la generación actual? 85 Otros diseños de estudio, como los estudios de casos y controles o los ensayos clínicos, presentan limitaciones para abordar las preguntas de la investigación epidemiológica del ciclo vital. 86 La medición de las exposiciones a lo largo del ciclo vital también es una fuente importante de sesgo. Esto hace que la investigación del ciclo vital a menudo dependa de datos incompletos o de baja calidad.
Otro desafío importante es que la epidemiología del curso de vida a menudo se ocupa de tamaños de efecto débiles a nivel individual. 87 Como en todos los campos de la epidemiología, los efectos débiles pueden ser difíciles de distinguir del sesgo introducido por el diseño del estudio, los errores de medición, los análisis y la confusión residual. 88 Las mejores maneras de mitigar estos problemas son las mismas que para otros campos epidemiológicos: utilizar múltiples enfoques para verificar los resultados; fortalecer el conocimiento estadístico para prevenir el uso indebido de los análisis; dar importancia a los protocolos de estudio transparentes y reproducibles; y dar a los investigadores los incentivos adecuados para favorecer la calidad sobre la cantidad al publicar investigaciones. 88,89 Sin embargo, incluso con diseños de estudio y análisis adecuados, los tamaños de efecto débiles a lo largo del curso de vida complican la formulación de políticas en términos de decidir dónde, cuándo y cómo intervenir, especialmente dentro de una perspectiva consecuencialista. 90
Una pregunta importante es hasta qué punto la epidemiología del curso de vida informa las intervenciones preventivas a nivel poblacional o individual. La epidemiología en general, y la del curso de vida en particular, se centra en los efectos a nivel poblacional o grupal, lo que proporciona evidencia para intervenciones preventivas a nivel poblacional y de alto riesgo. Incluso un pequeño efecto a nivel individual podría tener un impacto significativo a nivel poblacional si una gran proporción de la población está expuesta al determinante en cuestión. Este hecho constituye un argumento fundamental para la estrategia preventiva poblacional defendida por Rose, 82 la cual se basa en la idea de que tanto el riesgo como la salud son un continuo distribuido en la población, lo que implica que abordar a toda la población, en lugar de solo a las personas con alto riesgo de padecer una enfermedad, es mejor para reducir la carga de morbilidad. Muchas exposiciones examinadas en los estudios del curso de vida tienen una alta prevalencia, y esta prevalencia es parte de la razón por la que se adopta cada vez más la perspectiva del curso de vida para optimizar la sincronización de los programas preventivos a nivel poblacional. 91,92
El enfoque del curso de vida también se menciona cada vez más en las guías clínicas 93 y en medicina familiar, 94 pero no se debe sobreestimar el beneficio potencial a este nivel porque puede conducir a estrategias preventivas ineficientes de pseudo alto riesgo. 95 La evidencia del curso de vida y la epidemiología social también informa las estrategias preventivas de la población vulnerable, promoviendo la mitigación de las inequidades en salud al adaptar las estrategias preventivas a las poblaciones vulnerables. 27
Finalmente, la traducción de los hallazgos epidemiológicos del curso de vida en estrategias preventivas es un equilibrio entre precisión y simplicidad. Los formuladores de políticas podrían aspirar a la precisión, por ejemplo, actuando temprano en la vida para reducir la exposición a factores de riesgo durante un período sensible, pero podrían hacerlo a costa de la simplicidad (es decir, al no actuar a todas las edades para reducir la exposición general al riesgo). Por ejemplo, identificar el tabaquismo como un riesgo importante para las enfermedades cardiovasculares en la mediana edad no significa que la prevención del tabaquismo no deba abordar otros períodos de la vida. Este desafío traslacional se extiende también a las poblaciones, para las cuales se debe encontrar el equilibrio adecuado entre la segmentación en subpoblaciones con necesidades específicas e intervenciones amplias basadas en la población. 96 Otro desafío con la implementación de un enfoque del curso de vida en la política es la dificultad de persuadir tanto al público como a los formuladores de políticas para que adopten intervenciones preventivas cuyos beneficios pueden tardar décadas en aparecer.
Conclusiones
En las últimas tres décadas, la investigación en epidemiología del ciclo vital ha experimentado un auge. El origen de muchas enfermedades crónicas se remonta ahora a la infancia, lo que permite nuevas estrategias de intervención dirigidas a momentos específicos del ciclo vital. Con ejemplos de investigaciones sobre hipertensión, cáncer de mama y demencia, hemos descrito cómo este campo ha evolucionado desde la idea de la programación fetal y los hallazgos de la epidemiología social hasta un enfoque de investigación multidisciplinario que fundamenta la formulación de políticas de salud pública.
La epidemiología del ciclo vital ofrece la evidencia necesaria para diseñar la prevención primaria de las enfermedades crónicas. Ha aportado una nueva comprensión de las transiciones entre la salud y la enfermedad, que ahora se conciben más que nunca como un continuo, vinculando el exposoma del ciclo vital con biomarcadores, enfermedades, discapacidad y muerte. Este campo perfecciona la estrategia preventiva poblacional de Rose 82 al adaptar las intervenciones a las distintas etapas de la vida y, en menor medida, fundamenta las estrategias preventivas de alto riesgo. El futuro de este campo es prometedor y probablemente se caracterizará por colaboraciones multidisciplinarias aún más fuertes, en particular por avances en la inferencia causal y una ampliación de los focos de investigación para captar las trayectorias de las enfermedades y la multimorbilidad además de las enfermedades individuales, lo que facilitará una evaluación más