- Editorial
- Publicado:02 de noviembre de 2025 Volumen 5 , artículo número 74 , ( 2025 )
- Elena Giovanna Bignami , Matteo Guarnieri , Gabriele Baldini , Chiara Barneschi , Giuseppe Coletta , Eduardo De Robertis , Massimilano Greco , Béatrice Loriga , Franco Marinangeli , Vittorio Pavoni , Alba Piroli ,Luigi Vetrugno y Valentina Bellini
Fondo
La integración de la telemedicina (MT) en el proceso de evaluación preoperatoria es una idea que ha llegado su momento oportuno. Su potencial para mejorar la accesibilidad, la eficiencia y los resultados clínicos está respaldado por una creciente evidencia [ 1 , 2 , 3 ]. Sin embargo, en muchos sistemas de salud, su implementación sigue siendo inconsistente o inexistente. La adopción lenta y fragmentada de la telemedicina en el período perioperatorio no se debe a una tecnología limitada, sino a barreras complejas —organizativas, clínicas, regulatorias y de infraestructura— que aún no se han abordado adecuadamente.
En la Tabla 1 se enumeran, para cada área, las cuestiones que es necesario abordar para introducir la telemedicina de forma sólida y estructurada en la vía perioperatoria.
Tabla 1 Principales desafíos para la implementación de la telemedicina
Fragmentación y variabilidad entre sistemas
Uno de los principales obstáculos es la heterogeneidad de los sistemas de salud. Los modelos organizativos difieren entre regiones, instituciones y especialidades quirúrgicas, lo que dificulta la escalabilidad de la telemedicina, duplica esfuerzos y propaga las desigualdades en el acceso. La ausencia de una coordinación centralizada impide la compartición de protocolos y la evaluación comparativa, esenciales para un control de calidad uniforme [ 4 , 5 ].
Incertidumbre en la selección de pacientes y la idoneidad clínica
No todos los pacientes son aptos para la evaluación preoperatoria remota. No existen directrices ampliamente aceptadas para identificar qué pacientes quirúrgicos, según la clasificación de la Sociedad Americana de Anestesiólogos (ASA), las comorbilidades o la complejidad del procedimiento, son aptos para la telemedicina. Esta incertidumbre suele llevar a los médicos a optar por evaluaciones presenciales, especialmente en casos con riesgo para la vía aérea o estado funcional incierto [ 6 , 7 ]. Datos controlados aleatorizados recientes demostraron que la evaluación preanestésica por telemedicina produjo resultados clínicos comparables a las visitas presenciales, lo que respalda su utilidad en poblaciones quirúrgicas cuidadosamente seleccionadas [ 8 ].
Ambigüedad jurídica, ética y profesional
El marco médico-legal que rige la telemedicina sigue siendo incompleto. La responsabilidad recae en el proveedor, incluso en las consultas remotas [ 9 ]. Optar por la telemedicina en lugar de la consulta presencial, en contra de su criterio, puede generar un riesgo de litigio [ 5 ]. Otras preocupaciones incluyen la verificación de la identidad del paciente, el consentimiento informado y el cumplimiento del Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) o legislación equivalente, áreas en las que muchas plataformas incumplen [ 5 , 10 ].
Brechas de infraestructura y problemas de interoperabilidad
Muchas instituciones aún carecen de las plataformas digitales y la integración de la Historia Clínica Electrónica (HCE) necesarias para una implementación eficaz de la telemedicina. Las plataformas suelen operar de forma aislada, sin una integración fluida con los sistemas de salud regionales, lo que genera documentación redundante y atención discontinua [ 7 ]. Además, la calidad audiovisual y el acceso a dispositivos digitales varían considerablemente, lo que afecta de forma desproporcionada a los grupos vulnerables [ 11 ].
Formación y preparación profesional
La telemedicina exige no solo nuevas tecnologías, sino también un cambio en la práctica clínica. La mayoría de las instituciones carecen de programas de formación estructurados para anestesiólogos y personal perioperatorio en consulta virtual y evaluación de riesgos. Según una encuesta a más de 2200 profesionales sanitarios, el nivel de conocimiento es moderado, excepto cuando se imparte formación específica; la disposición a adoptar la telemedicina es alta, pero la disponibilidad práctica sigue siendo baja [ 2 ].
Aspectos económicos y evidencia sobre la relación coste-efectividad
Cada vez hay más evidencia que respalda sólidamente la relación coste-efectividad de la telemedicina (MT) en las vías preoperatorias, al tiempo que confirma que sus resultados clínicos no son inferiores a los de la atención tradicional en persona.
Un reciente ensayo controlado aleatorizado multicéntrico demostró que una plataforma de telesalud estructurada para cirugías ambulatorias electivas redujo significativamente los costos de utilización de atención médica no planificada (media de CAD $323 frente a $370 por paciente), al tiempo que produjo resultados clínicos equivalentes en términos de reingresos y complicaciones [ 12 ]. Esto proporciona evidencia directa de que la gestión preoperatoria virtual puede mantener los estándares clínicos sin aumentar la carga financiera.
Además del ahorro directo de costos, la teleconsulta genera importantes beneficios económicos y ambientales indirectos. Un análisis de una red de referencia terciaria reveló que las teleconsultas ahorraron aproximadamente $120 en costos de viaje por visita y evitaron más de 64,000 millas de desplazamientos de pacientes, lo que equivale a una reducción de 26,700 kg en las emisiones de CO₂ [ 13 ] . Esto subraya el papel de la teleconsulta en la promoción de una atención médica sostenible y equitativa.
Desde la perspectiva de la eficiencia del sistema, la TM optimiza la asignación de recursos al reducir las citas redundantes, agilizar la comunicación interdisciplinaria y minimizar las cancelaciones de cirugías de última hora. Las instituciones que implementan flujos de trabajo telepreoperatorios reportan una utilización clínica más equilibrada, una mayor eficiencia en la programación y una identificación más temprana de pacientes que requieren optimización médica [ 12 , 13 ]. Esta reasignación de recursos clínicos se traduce en tiempos de espera más cortos, menores retrasos operativos y un uso más sostenible de la infraestructura sanitaria.
En conjunto, estos hallazgos confirman que la telemedicina, al integrarse en vías preoperatorias estructuradas, representa un modelo rentable, que optimiza los recursos y se centra en el paciente, sin comprometer la seguridad ni la eficacia clínicas. La convergencia de las ventajas económicas y la no inferioridad clínica justifica con firmeza su adopción más amplia.
Desafíos en la prehabilitación remota y el seguimiento postoperatorio
Si bien los programas de prehabilitación multimodal y tele seguimiento son prometedores, su implementación se ve limitada por la ambigüedad en la selección de pacientes y la falta de métricas de cumplimiento estandarizadas. Los indicadores clave de predicción (KPI), como la detección temprana de complicaciones o los reingresos no planificados, siguen estando mal definidos y rara vez se les da seguimiento [ 11 , 14 ].
Ausencia de orientación regulatoria y seguimiento nacional
A pesar de algunas iniciativas nacionales de telemedicina, pocos países mantienen registros en tiempo real para monitorear la adopción de la telemedicina en la atención preoperatoria. Sin mecanismos de recopilación de datos y retroalimentación, identificar las mejores prácticas o áreas de mejora es un desafío [ 7 , 15 ]. El grupo de trabajo ha propuesto un modelo de muestra que describe una posible ruta que guía a los pacientes desde la evaluación preoperatoria hasta la cirugía. Este modelo considera el tipo de procedimiento quirúrgico, los desafíos específicos de cada entorno quirúrgico y las características demográficas y clínicas del paciente. Dependiendo de la viabilidad de cada paso subsiguiente, se han considerado opciones alternativas (Fig. 1 ).

Conclusiones
Las barreras para implementar la telemedicina en el ámbito preoperatorio son reales, pero superables. Avanzar requiere una acción coordinada:
- Definición de elegibilidad de pacientes y algoritmos de selección
- Combinando el triaje remoto con evaluaciones presenciales específicas
- Invertir en infraestructura digital interoperable y cumplimiento de seguridad
- Ofrecer capacitación estructurada para proveedores
- Establecer modelos de reembolso sostenibles
- Puesta en marcha de sistemas nacionales de seguimiento para dar seguimiento a las vías y resultados de la telemedicina
Los anestesiólogos deben liderar la evolución de la telemedicina hacia una atención preoperatoria estandarizada, éticamente informada y centrada en el paciente. Solo así la telemedicina podrá alcanzar su máximo potencial, mejorando la seguridad, el acceso y la eficiencia sin comprometer los estándares clínicos.
Si bien estos desafíos son significativos, ya han surgido varias soluciones prometedoras a partir de iniciativas piloto y buenas prácticas institucionales. Estas incluyen criterios estructurados de elegibilidad de pacientes, herramientas validadas de estratificación de riesgos, infraestructuras digitales interoperables y capacitación profesional específica. En lugar de esperar una reforma integral del sistema, las partes interesadas deberían actuar sobre lo que ya se puede implementar.
Comenzar con casos de uso bien definidos y de baja complejidad, como pacientes quirúrgicos de bajo riesgo o seguimientos postoperatorios telemáticos, puede ofrecer un punto de partida pragmático y escalable. Este enfoque gradual contribuirá a generar confianza clínica, alineación institucional y confianza pública, sentando las bases de una transformación más amplia.