La muerte del Papa Francisco y su legado en materia de salud mundial

Howard Lopes Ribeiro, Junior

La muerte del Papa Francisco1 marca no solo el final de un papado, sino también la pérdida de una voz global que persistentemente tendió un puente entre la ciencia, la compasión y la ética en uno de los roles más influyentes del mundo moderno. En una época de desinformación, polarización y crisis de salud pública, su autoridad moral se alineaba con frecuencia con la razón científica y la acción basada en la evidencia.A lo largo de su pontificado, el Papa Francisco mostró un profundo compromiso con la salud mundial y la justicia ambiental. Su encíclica de 2015 Laudato Si’2 fue uno de los primeros documentos religiosos importantes que enmarcó el cambio climático como una crisis tanto científica como moral, influyendo en los responsables políticos, los científicos y la sociedad civil por igual. Su apoyo a la vacunación contra la COVID-193—tanto a través del ejemplo personal como de la movilización institucional— fue esencial para contrarrestar las dudas sobre las vacunas en diversas poblaciones, especialmente entre los fieles. Además, el Papa Francisco hizo hincapié en la dignidad intrínseca de todo ser humano, abogando por el acceso a la atención sanitaria como un derecho fundamental, no como un privilegio. A menudo apoyó a los marginados, incluidos los migrantes, los pobres y los enfermos crónicos, destacando las desigualdades en salud que los científicos y los médicos a menudo luchan por abordar solos. Su liderazgo no fue meramente simbólico; Creó un espacio para el diálogo entre la comunidad científica y las instituciones religiosas, que a menudo siguen enfrentadas.El Papa Francisco también revitalizó la Academia Pontificia de las Ciencias, fomentando el diálogo abierto entre premios Nobel, investigadores y teólogos.4 Bajo su liderazgo, el Vaticano se convirtió en una plataforma inesperada pero vital para hacer frente a las amenazas globales, como la inteligencia artificial, la resistencia a los antimicrobianos y las enfermedades provocadas por el clima. Su papado desafió la idea errónea de que la fe debe ser antagónica a la ciencia, ofreciendo en cambio un modelo en el que ambas sirven a la humanidad de manera complementaria.

En una época en la que la confianza en la ciencia se erosiona con frecuencia, el mundo ha perdido a uno de sus raros líderes morales que defendía la evidencia, el diálogo y la humildad. El legado del Papa Francisco debe recordarnos que la búsqueda de la equidad en salud, la acción climática y la solidaridad global exigen no solo datos y tecnología, sino también convicción ética y conexión humana. Al mismo tiempo que la comunidad científica llora esta pérdida, también está llamada a sostener los puentes que él construyó, entre la razón y la creencia, entre el laboratorio y la calle, y entre la ciencia y el alma.

Publicado por saludbydiaz

Especialista en Medicina Interna-nefrología-terapia intensiva-salud pública. Director de la Carrera Economía y gestión de la salud de ISALUD. Director Médico del Sanatorio Sagrado Corazon Argentina. 2010-hasta la fecha. Titular de gestión estratégica en salud

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