Dr. Carlos Alberto Díaz. Profesor Titular Universidad ISALUD.
El programa de vacunación tuvo un diseño teórico valorable, orientado a la georreferenciación y nominalización, establecido según registros poblacionales fehacientes, con asistencia técnica a todas las provincias, pero puesto en la ejecución con estas primeras 300.000 dosis, dista mucho en su productividad de la capacidad necesaria DE VACUNAR A 26.000.000 MILLONES DE HABITANTES.
Me parece que no nos estamos dando cuenta, que hay mucho por ajustar, sino la realidad nos llevará puestos. El feed back en todo proceso de gestión, para ver los outputs y los outcomes son fundamentales, entender que hay muchas pequeñas mejoras que implementar, expandir los espacios para vacunar, aprovechando que se pueden hacer en espacios libres y aireados, donde la gente espere a dos metros con el de adelante y a cuatro con la fila contigua, tomar el código del DNI para nominalizar y certificar, guardar en una base de datos y comunicarse con los teléfonos para las segundas dosis, y tener muy bien establecido como llamar a los pacientes para que completen su plan de inmunizaciones.
Además, que el gobierno puso mucho en la estrategia de vacunación y por ello arriesgo con la utilización de una vacuna no validada en el concierto mundial de las publicaciones científicas, y no puede cerrar con la certeza que se requiere los otros preacuerdos que tiene que según la palabra oficial aseguraría 51 millones de vacunas (esto no alcanza).

La organización política de la argentina lo hace un país federal, con 24 jurisdicciones, que tienen descentralizado el manejo de la salud, por lo tanto, la Nación y su Ministerio de Salud facilita, sugiere, consensua, colabora, pero la responsabilidad de la acción sobre la ciudadanía obviamente depende de cada provincia. A la hora de expiar culpas, estas quedan en nombre de quien tiene la responsabilidad de colaborar con todos pero no de la ejecución, esto tiene intencionalidad, desde adentro (desde el kirchnerismo) y desde afuera (juntos por el cambio). La crisis que enfrentamos exige que todos participen y apoyen, en conjunto, con los esfuerzos indivisibles, la mancomunación, la cooperación, la complementación, la solidaridad y las estrategias acordadas a través de los consensos.
Entre la planificación teórica y la concreción de los hechos, de la gestión sanitaria existen grandes e insondables abismos de la ejecución, por los muros y segmentaciones burocráticas, del burocratismo instalado, de oposiciones al cambio, de no ver los beneficios de los esfuerzos adicionales, de tener cultura organizacional y una mística por el cumplimiento de horarios para que el reloj transcurra sin compromiso con la calidad, efectividad, productividad, con la atención y la eficiencia, tampoco se ha generado ascendiente para pedir otra cosa, más esfuerzo, más voluntarismo o entrega, cuando defraudaste a todos, no puede ser diferente la respuesta, además en estos tiempos donde los integrantes del sistema de salud han sido desengañados, con algunos aplausos en el comienzo, con algunos perdones miserables como viajar gratis en transporte público y no pagar peaje en las autopistas, pero igual se convino en que tributaran ganancias, si ganancias, por el esfuerzo que volcaron a la sociedad y no se reconoció ni económica, ni jerárquicamente, ni siquiera con descanso compensatorios. La gente, los sanitarios de a pie, están desgastados. No dan más. Están sufriendo el stress crónico de no tener descanso y ser todos los días iguales. Tengan en cuenta lo que nos esta ocurriendo.
La burocracia de la gestión en salud deja que el ciudadano pueda ser marginal y hasta irrelevante, el estado termina siendo un fin en sí mismo, la gestión pública no tiene preocupación prioritaria por lo social, la eficiencia no es una cualidad innata, el mal uso de los recursos es la norma, la decidía está a la orden del día. No hay racionalidad administrativa. Pero reitero, esto no tiene responsabilidad el Ministerio de Salud de la Nación, que es un facilitador. El principal problema de gestión esta en la influencia de la gestión de la Provincia de Buenos Aires.
La Dra Carla Vizzotti recordó recientemente en conferencia de prensa que en esta primera instancia la población objetivo de la campaña es el personal de salud entre 18 y 59 años que se desempeña en unidades de terapia intensiva y en laboratorios de microbiología de instituciones ubicadas en los grandes aglomerados urbanos. Las jurisdicciones que completaron este grupo pueden ampliarla al resto del equipo de salud. La realidad fue muy diferente. Se vacunaron otros ciudadanos que todavía no eran prioritarios. Cuando se enfermen los prioritarios, pregunto, quién atenderá a los pacientes.
Todo el esfuerzo que los sanitarios de a pie y sin voz, prodigamos en estos tiempos arriesgando las vidas, algunos perdiéndola en la ignominia de un recuerdo lacónico QEPD , especialmente en los primeros momentos de la pandemia, donde como en todo el mundo faltaban insumos para la protección personal, y los medios adecuados de atención que se fueron corrigiendo con los meses, pero todas las medidas implementadas con el sustento de lo que habían realizado en otras latitudes, nos enamoramos con la cuarentena, el lockdown y dejamos caer la economía y forzando a una sociedad joven a la perdida de la interacción social y educativa, que hoy sale con desenfreno de no importar ser huésped del coronavirus. Para proteger naturalmente a los que tienen más riesgos en esta pandemia que somos los viejos, (aunque ahora no tenemos vacunas para ellos) entonces se comenzó desde ambos lados de la orientación política FPV y JPC a realizar un uso de la toma de decisiones a someter a las personas que estaban gestionando despiadados seguimientos mediáticos de sus manifestaciones y contradicciones propias de la velocidad de los acontecimientos, como si las palabras en todos los ámbitos tuvieran un valor superior, ante tanta incertidumbre y desconocimiento, parece natural no tener precisión en los dichos, aunque el temor social exigiría alguna certeza, pero no soportaría discursos como el de Angela Merkel.
Se intentó, durante el aislamiento social obligatorio, ganar tiempo para realizar acciones que involucraban -como en todos los lugares del mundo- aumentar la capacidad instalada del sistema para que no falten camas, insumos, unidades de cuidados críticos, espacios de relocalización, y esto se logró. Hubo tensión en algunos lugares, pero no se tomaron decisiones extremas sobre asignación de respiradores y camas de terapia intensiva, que no es poco, también se corrigió la carencias de insumos de protección personal, se profesionalizó las gestiones y se desarrollo un cuidado progresivo. Pero la falla fundamental está en la respuesta de la ciudadanía, que tal vez no pueda hacer otra cosa, en la política comunicacional, en liderazgos intermedios no consolidados de figuras del espacio de gobierno en el oficialismo y oposición que sin duda también juegan su rédito de figuras públicas en las respuestas pandémicas, cuando los que se sientan a la mesa para tomar decisiones no tienen efectores, o como en la ciudad se atiende el 18 % de la gente de capital y un 12% a la gente de la provincia, entonces se determinan políticas inconsistentes y protocoles controversiales sobre el otro 70% que corresponde la seguridad social o a la atención privada.
La campaña de vacunación siguiendo esta misma orientación, además siendo la vacuna un bien escaso y muy codiciado, se dejo en manos del sector público, como igualador, donde todos se tuvieron que vacunar en los hospitales, cometiendo los mismos errores que el principio de la pandemia cuando únicamente los PCR se hacían en los laboratorios públicos, demostrando o poniendo en superficie la baja productividad del sector y su escasa flexibilidad y dinamismo de adaptación de las respuestas efectivas, como lo son el aumento de la demanda exponencial por lo tanto se hizo una distribución de las vacunas, por una estricta asignación para llegar a cubrir el 30% de la población más expuestas de terapia intensiva, guardias de Covid, Laboratorios, involucrando a enfermeros, médicos, camilleros, personal de limpieza, en todos los sectores, pero se produjeron los desequilibrios y desatinos más notorios en todos los días que duro la vacunación pudiendo en cada boca de expendio vacunar aproximadamente en 10 días a cien mil personas, cuando los que tenemos que vacunar excluyendo a los jóvenes de menos de 18 años, estaría en el orden del los 26 millones de argentinos. Esta relación exige un replanteo absoluto y buscar que los otros responsables que se solidaricen, se comprometan, que sean controlados y supervisados, pero que ofrezcan toda su capacidad productiva para vacunar en múltiples sitios.

Se ha vacunado al 67% de las dosis que llegaron. Falta el 33%
Primero que no hay vacunas suficientes en ningún país, las más efectivas tienen problemas de producción industrial en la escala necesaria, por la velocidad pandémica de la transmisión y la preservación de las normas de buena producción y manufactura, las naciones más ricas acaparan las entregas además que tienen más capacidad de pago. Es necesario un enfoque de riesgo y algo de paciencia.
Segundo, existe desconfianza en el origen y la eficacia de la vacuna, por la comunicación no fue buena, (compromiso de la confidencialidad, cuando el avance científico se convierte en un recurso estratégico como en Rusia) entonces la gente que se debería vacunar no lo hace. Que llevó a que algunos no se vacunen.
Tercero no hay suficientes espacios para aplicar las dosis ni personal para hacerlo, ni estructura, y lentitud en los procesos.
Cuarto, hay problemas para asegurar la administración a los que han sido elegidos prioridad en un enfoque de riesgo pacientes de mas de 60 años.
Quinto faltan vacunadores activos.
Sexto, mejorar la logística de las vacunas, hubo quiebres de stock.
Séptimo, porque no se aseguró algunos lotes ante la realización de trabajos para evaluación de efectividad clinica en nuestro país con vacunas como la Pfizer, la de Jansen y Can Sino.
Octavo: Debe recurrirse a la complementación público privada para ampliar las capacidades y trabajar todos los sectores en conjunto repitiendo el esquema de inmunización de la gripe.
Noveno: fortalecer y seguir asistiendo los dispositivos en todas las provincias para aumentar la productividad.
Decimo: tener una base de datos de información donde en todos los puestos de vacunación se registre quienes fueron vacunados, para que cuando se masifique se pueda tener certezas.
Pregunto y les indago a todos, si existe algo que se llama benchmarking porque no vemos como se hace mejor las cosas que nosotros en otros lugares, por ejemplo Israel, en el Reino Unido, es momento de revisar lo actuado y hacerlo de otra forma y este no es el camino, se administraron hasta hoy 207.000 dosis, en 19 días, la teoría se choca con la realidad, las buenas intenciones con la burocracia y realmente el acceso a la vacunación es algo que en la gestión nos ha ocupado mucho tiempo, suspensiones, enviar personas de una determinada forma, con espacios reducidos de tiempo, no poder graduar su aplicación debido a que el 32% tuvo alguna manifestación clínica que le impedía trabajar y esto nos generó un ausentismo fenomenal, establecer listas, cambiarlas, superar los quiebres de logística, suspensiones en el día, dificultades de las entregas y no saber que pasará en el futuro inmediato, con algo que tiene una periodicidad para surtir efecto, en el medio de vacaciones, de descanso y enfermedad del personal, ¿Cuándo se podrá cubrir al resto del personal de salud?, a los personas de la educación, a los esenciales y la población de mayor riesgo, los que tienen más de 65 años.
Creímos en la georreferenciación y nominalización de la vacunación era posible, en la organización del sistema y esto funciona, lo que no se puede evitar es la baja productividad del sector público.
Lo pido desde el mas profundo respeto, de todos los que admiramos al Ministro y como yo que hemos puesto mucho esfuerzo arriesgando nuestras vidas en el campo asistencial, no nos merecemos tanta miopía, falta de apertura, mezquindad, tanto interés cortoplacista, tanta mentira acumulada, tantas oscuridades, ni inexactitudes.
Habilitemos otros ámbitos de vacunación y concentremos los esfuerzos, depongamos las campañas y las luchas de poder, la critica banal, para disponerlos en campañas masivas de vacunación y llegar a toda la población en el espacio temporal necesario, porque tenemos un tiempo que es de oro que son tres – seis meses para cortar el ciclo de la enfermedad y tener que volver a inmunizar a la población, sino esto, no terminará más y son problemas políticos, económicos, pero como es la argentina predominantemente de gestión y buena gobernanza federal.