El abrir prematuramente nos acerca a la tercer ola no la salida de la epidemia.

Dr. Carlos Alberto Díaz. Profesor Titular Universidad Isalud.

Me parece que los optimismos infundados de la dirigencia y la impaciencia de la sociedad, errores en la interpretación de los indicadores, por la gratificación que buscan los ciudadanos agobiados, por salir, hacer reuniones, no es correcto, ni fundado en los números de la segunda ola, reconozco que existe un grupo de «esenciales» que son los que en la economía informal viven el día por día, quienes no poseen ningún tipo de respaldo, para asegurar los ingresos en los más pobres que están fuera de los registros de la administración Financiera de ingresos públicos, hay sectores que están siendo severamente afectados y recibieron asistencia insuficiente, como lo son el cierre de actividades gastronómicas, oficinas y de hotelería, tendríamos que seguir con las medidas que han permitido frenar el aumento de los casos y seguir con la vacunación hasta llegar a vacunar 30 millones de personas y que la positividad de los testeos estén por debajo del 10 % y no por encima del 20% como en la actualidad. Allí si abrir. Además el contexto no ayuda, Brasil, Chile y Uruguay están en curva ascendente de casos, están pensando que les llega la tercer ola, que no sabemos como impactará en la sociedad no inmunizada y parcialmente vacunada. Especialmente frente al advenimiento de variantes del virus mutado o modificado, que tienen menor efectividad de las vacunas que estamos utilizando. Estamos apurándonos. Jugamos a ver quien abre más actividades, y hoy nuevamente la ciudad era una explosión en las veredas de los restaurantes y los bares, con desenfreno.

Si logramos vacunar más de doscientas mil personas, en quince días tendremos tres millones más de personas vacunadas. Esta semana recien hoy llegó una nueva entrega de Sputnik, se avanzó nada con las negociaciones con Moderna y con Johnson, pero no con Pfizer.

Seguimos con las discusiones bizantinas y con la agenda política del populismo para ganar elecciones, y la oposición que no tiene liderazgos ni candidaturas, juegan los halcones y las palomas, y en se discute por problemas que a las personas no le incumben, y nuevamente olvidamos al sacrificado personal de salud.

Santiago de Chile otra vez está en tensión su sistema hospitalaria, y por casa, Argentina estamos en en el 74%, no podemos tampoco estar muy cómodos, no estamos en tensión pero si muy cansados, las dosis de sinovac que se usaron en Chile tienen un 56% de efectividad para prevenir los contagios y 80% de las muertes. A pesar de que tienen el 57% de la población objetivo inmunizada. Se volvieron a endurecer las medidas de limitación de la movilidad y Santiago de Chile desde ayer en cuarentena total.

Uruguay es uno de los países con mayor mortalidad proporcional del mundo desde mediados de abril. Antes de la pandemia en Montevideo fallecían noventa personas por día, hoy se incrementa entre 50 y 70 por el coronavirus, aumentando el 31 % los servicios fúnebres.

En Brasil, con un ritmo lento de vacunación nuevamente crecen los casos.

Con los ascensos de casos en el interior del país aún no controlados, puede generar un giro nuevamente hacia la capital.

Es necesario vacunar, testear, airear, evitar estar en lugares mal ventilados, higiene de manos, usar mascarillas, no hacer reuniones, controlar la interacción humana, distanciamiento social, tendríamos que prohibirle por un mes a los movimientos sociales, por el bien de todos, que no hagan concentraciones que vulneran las medidas de distanciamiento social.

Finalmente, tendremos que estar preparados para calificar ante el plan global de infraestructura del G7, bajar el gasto público, la carga impositiva, mejorar la gobernanza, impulsar la producción y el empleo formal, para poder salir adelante combatir la pobreza, la marginalidad, fomentar la educación, la mejora al acceso de los elementos de sostén de una sociedad. En lugar de la nueva ruta de la seda, tenemos que hacer nuestra ruta de intercambio al mundo, allí estará nuestra verdadera defensa en la pandemia, y a las enfermedades crónicas, y lograr crecimiento con justicia social y equidad.

En octubre de 2019, la Universidad Johns Hopkins y el think tank The Economist Intelligence Unit publicaron un informe sobre la capacidad de respuesta a una epidemia global. Nunca antes un informe sobre un tema de importancia global fue tan pertinente; y nunca estuvo tan equivocado.

«Su error confirma lo inesperado y difícil que es explicar la debacle de los países occidentales (donde no solo incluyo a Estados Unidos y Europa sino también a Rusia y América Latina) en su gestión de la pandemia. No faltan explicaciones posibles, que han sido constantes desde que el fracaso se volvió obvio: gobiernos incompetentes (especialmente Trump), confusión administrativa, “libertades civiles”, una infravaloración del peligro, la dependencia de las importaciones de equipos de protección personal. El debate va a continuar durante años.»

«Por usar una analogía militar: la debacle de la covid es como la debacle francesa en 1940. Si uno atiende a cualquier criterio objetivo (número de soldados, calidad del equipamiento, esfuerzo de movilización), la derrota francesa no debería haberse producido. Igualmente, si miramos los criterios objetivos con respecto a la covid, como hizo el informe de octubre, las tasas de mortalidad en EEUU, Italia o Reino Unido son imposibles de explicar: ni por el número de doctores o enfermeros per cápita, gasto en sanidad, nivel de educación de la población, renta total, calidad de los hospitales…»

El fracaso se ve con mayor claridad cuando lo contrastamos con los países del sudeste asiático que, tanto los democráticos como los autoritarios, han tenido resultados que no han sido moderadamente mejores sino significativamente superiores a los de los países occidentales. ¿Cómo ha sido eso posible? Hay quienes han argumentado que quizá tiene que ver con la experiencia previa de los países asiáticos con epidemias como el SARS, o con el colectivismo asiático frente al individualismo occidental.»

Publicado por saludbydiaz

Especialista en Medicina Interna-nefrología-terapia intensiva-salud pública. Director de la Carrera Economía y gestión de la salud de ISALUD

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