Dr. Carlos Alberto Díaz. Profesor titular Universidad ISALUD.
Los puestos de residentes tan deseadas otrora hoy no se llegan a cubrir en casi ninguna parte del país, esto pone al descubierto quienes llevan la carga más pesada de trabajo en nuestros hospitales públicos. Los reclamos laborales que llegaron a la opinión pública nacional, motorizados por una huelga en el área de salud de la Ciudad autónoma de buenos aires, nos interpela, en estudiar el problema, analizarlo, investigar y que soluciones podemos implementar.
La formalidad de la capacitación a los residentes. La transición de estudiantes a profesionales guiada y respetada, predicada con el ejemplo. No llenar de infortunios los pensamientos. Hacerles ver que con esfuerzo, dedicación, responsabilidad, con los pacientes, se sale adelante.
Es claro que el esfuerzo que implica hacer una residencia no mejora el beneficio ni la utilidad. Otros compañeros que deciden otras carreras disfrutan la vida. Pueden viajar. No se pasan todo el día en su primer trabajo, Ni hacen seis u ocho guardias por mes. No sacrifican los fines de semana. No reciben órdenes todos los días.
La salida laboral al mercado de trabajo médico justifica la inversión tiempo dedicación y esfuerzo con el nivel de ingresos, como ocurre en algunas especialidades a saber: anestesiología, oftalmología, otorrinolaringología, entre otras.
En general también en algunos centros donde la enseñanza, también por la tecnología empleada, los prepara a los médicos para ejercer usando dispositivos que le permitan resolver más cosas y cobrarán más luego de egresados de esas escuelas de prestigio formativo.
La feminización de la profesión que tiene todas las cosas buenas de dicha condición, también pone un balance más exigente entre vida y trabajo.
Son los años de la vida de conocer el mundo interconectado, el momento que elegiste para hacer la residencia. Es el momento para hacer viajes.
No Es humano hacer seis u ocho guaridas al mes, sin dormir y sin descanso posterior para una persona, aunque sea joven, es peligroso e inseguro. Después vuelvas a tu casa y no tengas un ámbito de distensión. Porque con lo que cobras no te alcanza para alquilar, pagar las expensas. No te queda tiempo para estudiar, y los que lo tiene porque tienen menos guardias te lo hacen saber con rigor. No te podés ir hasta que termines tu trabajo. Aunque esa acepción o afirmación provenga de una mala organización del trabajo. O las dos horas que tardó el camillero para traerte el paciente. O que mientras estabas recibiendo una clase del curso superior, se te internaron tres pacientes en tu sector. Bien porque sos el último que llegaste te corresponde hacer todo lo que los otros no les gusta hacer. Encima siempre hay nuevas exigencias. Cubriendo responsabilidades que otros cobran. Tenes que presentar pacientes. Preparar ateneos. Hacer lo que podes. Dar los informes a los familiares. Escuchar a los pacientes. Actualizar las indicaciones. Pedir por favor que te hagan los estudios y los residentes de otras especialidades te hagan favores para tener al paciente bien estudiado para presentarlo el día posterior. En todo este relato no está ni el paciente, ni el residente, ni la calidad asistencial, la seguridad de los pacientes, la efectividad o la eficiencia llamaron a la puerta.
¿Qué es lo que necesitan los médicos para formarse?, que es lo mejor, cual es la pedagogía que necesitan. Que residencias médicas tiene educadores de verdad. O se invierte en equipamiento para mejorar el aprendizaje, como la simulación, el entrenamiento, capacitación. Todo es tocar de oído. Al final el residente sale sabiendo. Pero no le que hicimos con él como profesional, como persona, como futuro formador, como la continuidad de una profesión.
Hoy además muchos de estos médicos provienen y volverán a sus países a vivir muy bien, como debería ser en este país, cobrando en dólares con lo que nosotros les enseñamos. Es formidable. Está muy bien y me enorgullece. Es una parte interesante del intercambio social. Pero no es organizado. No esta estipulado. No es en un acuerdo marco. No hay reciprocidad. No damos clases en esos países posteriormente, permitiendo a quienes contribuimos al bienestar de esos países el intercambio. No hay un flujo bidireccional. Ellos buscan una formación accesible, calidad precio, económica, que con lo que cobran les puede alcanzar para terminar su formación sin tocar los ahorros. Son muy pocos los que se quedan a trabajar con nosotros, Porque las condiciones que le damos, como ocurre con los argentinos son decididamente malas.
Los residentes con el nuevo cociente vida trabajo No están dispuestos a que el sacrificio. El no dormir. El no comer sea la metodología de aprendizaje. De disciplina. De exigencia. Eso es maltrato.
Pero las residencias deberían estar más invertidas y las personas que dedican tiempo a enseñar estén reconocidas y ser instructor de residente te genere puntos suficientes para concursar ascensos de una carrera hospitalaria. Los residentes son médicos. Que se están entrenando. No mano de barata. Completando o Profundizando su formación. Los financiadores deberían incentivar esto, con un pequeño adicional arancelario, porque un lugar de formación tiene una mayor calidad. Que eso sirva para financiar proyectos de mejora. Esto se puede hacer hay antecedentes de ello y que funcionó, en un circulo virtuoso con la obra social de la provincia de buenos Aires.
Debemos impulsar que los médicos argentinos tengan algunas ventajas más. Que sea atractivo para ellos que no podrán luego ir a cobrar en dólares, una mejor calidad de vida, dentro de nuestras posibilidades. No estoy diciendo que se discrimine, de ninguna forma, sino que pensemos en como a los que hoy no los elijen lo hagan. Nos tengan en cuenta. Nos elijan. Les sea útil. Tengan una carrera asegurada, una vida posterior a la residencia médica.
Como, por ejemplo: Sos residente terminas la formación entras en una bolsa de trabajo en una ronda o draft de selección para ejercer con un salario que te permita vivir dignamente en cualquier lugar del país y con condiciones de vida sostenidas en el tiempo. Asegurando un proyecto de vida. Asistido en forma constante por educación permanente y contacto con los centros que te formaron para que el conocimiento no se agote en pocos años. Sea posible trabajar y radicarse en las provincias. Cambiar su esquema de vida, sin que implique el ostracismo y el olvido. Sino que las distancias con el conocimiento se acorten. El mismo ranking que para el ingreso el del egreso. Eso permita a quienes necesitan médicos busquen a los que se formaron más. Generando círculos virtuosos, donde capacitación, entrenamiento, resultados, sea reconocido. Especialmente en aquellas especialidades que faltan más profesionales. Estableciendo. Estudiando, la cantidad de médicos que se necesitan en todas las provincias.
Estas cuestiones no la corregirán una ley de residencias médicas, sino con una tarea de capacitación, pedagogía, compromiso, reconocimiento al esfuerzo docente y a la calidad de los hospitales universitarios. Una buena remuneración, entrenamiento. Aprendizaje. Buenas rotaciones en los mejores centros. Tiempo para estudiar. Enseñar investigación e idioma técnico. Uso de tecnologías y compromiso con la salud pública.