Dr. Carlos Alberto Díaz. Profesor Titular Universidad ISALUD. 2025. Gestión estratégica de la Universidad ISALUD.
Resumen
Este texto analiza los desafíos y la complejidad del campo de la anestesiología en Argentina, centrándose en cuestiones de especialización profesional, dinámica del mercado y obstáculos actuales.
Se repasa la evolución de la anestesiología como especialidad médica, destacando el papel de las sociedades científicas, el Estado y las instituciones educativas en la legitimación y regulación de la profesión.
El texto resalta la persistente escasez de anestesiólogos certificados, lo que genera cuellos de botella que afectan la programación de cirugías, prolongan las listas de espera y las internaciones, y contribuyen a la ineficiencia del sistema. Aborda aspectos económicos, como la estructura de honorarios y la brecha de ingresos entre anestesiólogos y otros especialistas, así como las prácticas asociativas de negociación corporativa.
Se analiza también el impacto de esta escasez en los sectores público y privado y la influencia de la negociación colectiva y la intervención judicial en los conflictos del rubro.
Se reconoce el papel de la innovación técnica, el desarrollo profesional continuo y la tecnología como motores para mejorar la seguridad y los resultados de los pacientes, aunque persisten barreras de acceso y recursos, especialmente en hospitales públicos.
Finalmente, se proponen reformas estratégicas como aumentar el número de profesionales formados, optimizar la gestión de los quirófanos, mejorar la colaboración entre equipos, fortalecer la planificación de recursos humanos y fomentar la integración de los anestesiólogos en todos los ámbitos del cuidado y gobierno hospitalario.
El objetivo es lograr una práctica anestesiológica más segura, eficiente y centrada en las personas, capaz de responder a las necesidades actuales y futuras del sistema de salud.
This text examines the challenges and complexity of the field of anesthesiology in Argentina, focusing on issues of professional specialization, market dynamics, and current obstacles. It reviews the evolution of anesthesiology as a medical specialty, highlighting the role of scientific societies, the state, and educational institutions in legitimizing and regulating the profession. The text emphasizes the persistent shortage of certified anesthesiologists, which creates bottlenecks that affect surgery scheduling, lengthen waiting lists and hospital stays, and contribute to the inefficiency of the system. It also addresses economic aspects, such as the fee structure and the income gap between anesthesiologists and other specialists, as well as associative practices in corporate negotiation.
The impact of this shortage on both the public and private sectors is also analyzed, along with the influence of collective bargaining and judicial intervention in industry disputes. The role of technical innovation, continuous professional development, and technology is recognized as key drivers to improve patient safety and outcomes, although barriers to access and resources persist, especially in public hospitals. Finally, strategic reforms are proposed, such as increasing the number of trained professionals, optimizing operating room management, improving team collaboration, strengthening human resource planning, and fostering the integration of anesthesiologists in all areas of hospital care and governance. The goal is to achieve safer, more efficient, and patient-centered anesthesiology practice that can respond to the current and future needs of the health system.
Introducción:
Las especialidades médicas se desarrollan a partir de la consolidación de conocimientos autónomos. Este avance, sin embargo, no sucede de forma automática; depende principalmente del trabajo de sociedades médicas que regulan y validan el acceso a estos saberes considerados relevantes y necesarios (Patiño y Rodriguez 2015). La profesionalización médica no consiste en simples procesos formales, sino en una dinámica donde los grupos de profesionales buscan obtener ciertos privilegios para ejercer su labor (Machado, 1991; Detsky y otros, 2012). Por eso, estas transformaciones presentan características particulares según el contexto en el que ocurren y se consolidan.
El proceso por el cual ciertos saberes se transforman en una disciplina científica exige al menos dos etapas clave que aseguren su desarrollo independiente: primero, la legitimación de estos conocimientos como objeto de políticas públicas; segundo, el reconocimiento estatal de espacios educativos para formar profesionales y sostener el mercado laboral. En este sentido, las instituciones educativas formales ocupan un papel fundamental (Buschini, 2015). Estudiar los procesos de profesionalización, como las especialidades médicas, revela siempre la participación de distintos actores, siendo el Estado el más destacado. La profesionalización resulta de acciones que buscan definir el campo de una profesión dentro de contextos de poder. Para entender cómo evoluciona, hay que describir y analizar los procesos políticos que participan en su constitución histórica. Bajo estas condiciones se negocian distintos grados de exclusividad para realizar tareas específicas, educar a profesionales y relacionarse con otras profesiones del mismo ámbito (Freidson, 1978; Schapira, 2003; Faccia, 2015).
Durante este período de ajuste de precios relativos, los ingresos de los profesionales se ven aplazados por las condiciones del mercado; factores como la aplicación de aranceles diferenciados y el aumento del gasto de bolsillo para los beneficiarios han generado un ajuste aún insuficiente. Por ejemplo, los médicos perciben entre 18.000 y 30.000 por consulta en las cartillas médicas, monto con el que deben cubrir todos los gastos vinculados al consultorio. En cuanto a las apendicectomías, los honorarios pueden oscilar entre 123.000 y 229.000, cifra que varía según las consultas realizadas por el autor a distintos especialistas. Respecto de la visita preanestésica, los anestesiólogos reciben un valor variable que suele ubicarse alrededor del 30 % del total de la intervención.
Problema sin resolver en nuestro sistema de Salud.
En nuestro país existe desde hace más de treinta años un problema relacionado con la cantidad de profesionales de la anestesia habilitados, ya que la certificación de especialistas en anestesiología, desde que en 1980 se reconoció oficialmente a la Asociación Anestesiológica de Buenos Aires (Hoy la Asociación de Anestesia, Analgesia y Reanimación de Buenos Aires (AAARBA) como entidad habilitada para otorgar estos certificados y formar residentes. Sus miembros deben pertenecer como adherentes a dicha asociación para poder facturar prestaciones a los seguros de salud privados y obras sociales. Esta exigencia se ha extendido también al sector hospitalario público con los módulos de hospitales. Cada vez en menos provincias quedan anestesiólogos que tengan contrato fijo con salario mensual.
Cuando se negocian honorarios, valores de prestaciones o guardias, suelen aparecer conflictos donde los financiadores quedan en desventaja: como la presencia de anestesiólogos es indispensable para las cirugías y la atención de pacientes críticos, la falta de acuerdo puede llevar a suspender procedimientos programados. Estas dinámicas corporativas generan una marcada asimetría y obligan al financiador a aceptar condiciones bajo un sistema de «tómalo o déjalo».
En el año 2017 debido a la falta de anestesiólogos en los hospitales públicos, se modificó el Estatuto para que los asociados adherentes deban brindar servicios en hospitales públicos, con la denominación de “mandato”, que se extiende por cinco años luego de terminar la residencia.
El elevado costo asociado a la anestesiología se sustenta en la calidad garantizada del servicio y en el número de profesionales anestesiólogos habilitados, insuficiente en comparación con la demanda actual y proyectada. Esta situación genera múltiples áreas de análisis que requieren una discusión adecuada, libre de intereses particulares o sesgos. La cantidad de intervenciones podría incrementarse, ya que la productividad de los quirófanos es actualmente baja y existe potencial para aumentar la realización de procedimientos anestésicos. Sin embargo, la escasez de anestesiólogos representa un cuello de botella que ocasiona externalidades negativas, tales como la prolongación de la estancia hospitalaria y las consecuencias asociadas.
Para la entidad recaudadora ARCA y para los adherentes la asociación realiza las retenciones impositivas de ganancias, lo que simplifica enormemente la tributación correspondiente.
Todo lo bueno de la especialidad Anestesiología.
La anestesiología es una especialidad médica compleja que ha experimentado una evolución significativa y cambios revolucionarios. Sin sus avances, muchos progresos en cirugía no habrían sido posibles. Gracias a técnicas quirúrgicas menos invasivas y al manejo fisiopatológico durante las operaciones, se ha mejorado la dosificiación, el intercambio gaseoso, se han reducido las transfusiones sanguíneas. El desarrollo de métodos de administración precisos y el uso de tecnología confiable para la vigilancia y monitoreo han marcado la historia de esta disciplina con innovaciones técnicas y farmacológicas, lo que ha permitido mejorar los resultados de los pacientes y realizar cirugías más largas y complejas en personas frágiles. Además, tecnologías recientes como la simulación, la genómica, la inteligencia artificial y la robótica auguran una mejora continua en la seguridad del paciente y prometen superar dificultades actuales, haciendo posible una anestesia más segura, eficaz y personalizada.
Como resultado, algunos estudios muestran que la mortalidad disminuyó drásticamente: de 6,4 muertes por cada 10.000 operaciones en los años cuarenta a 0,4 por cada 100.000 hacia finales de los ochenta. En la actualidad, el riesgo es aún menor, con menos de una muerte por cada 200.000 a 300.000 procedimientos anestésicos realizados.
En los países de ingresos bajos y medios, como Argentina, existen retos concretos relacionados con las desigualdades en el acceso a la atención, la escasez de recursos, la falta de personal calificado y la carencia de educación continua, lo que dificulta avanzar hacia una atención anestésica segura y asequible.
Para superar estos problemas, es necesario implementar acciones e iniciativas colaborativas en los ámbitos técnico, humano y organizacional, siguiendo los estándares recomendados. La integración de la simulación como método de aprendizaje, formación y evaluación puede transformar significativamente las experiencias reales con los pacientes.
El progreso de la especialidad estuvo asociado a tres grandes factores, la formación de alta calidad, los fármacos anestésicos y el monitoreo confiable.
Desde los años 80 y 90, los anestésicos volátiles más empleados son el isoflurano, desflurano[1] y sevoflurano, que presentan ventajas farmacológicas y una mayor seguridad comparados con los anteriores. La anestesia inhalatoria era la opción predilecta hasta la aparición del tiopental en 1934, un barbitúrico que permitió inducir y mantener la anestesia general. Posteriormente surgió el etomidato, reconocido por su estabilidad hemodinámica. Más adelante, la ketamina y el propofol —desarrollado en los años 70— adquirieron relevancia debido a su rápida recuperación y efectos hemodinámicos estables. Además, se incorporó la dexmedetomidina como adyuvante intravenoso, aportando propiedades sedantes, analgésicas, ansiolíticas, simpaticolíticas y ahorradoras de opioides, junto con estabilidad hemodinámica. Se desarrollaron también varios agentes neuromusculares: suxametonio, pancuronio, vecuronio, atracurio, rocuronio, mivacurio y cisatracurio, ajustándose a distintas necesidades clínicas. Por otro lado, los avances en opioides han sido notables: el fentanilo se descubrió en 1950, seguido por alfentanilo y sufentanilo, diseñados para modificar sus características farmacológicas, además del remifentanilo, de acción aún más corta, aunque presenta un mayor riesgo de dependencia por su alta liposolubilidad y rápido inicio de acción.
Asimismo, se ha resaltado la importancia de la formación continua de los anestesiólogos, por la asociación de anestesiología de Buenos Aires y la Federación, así como la implementación de protocolos y recomendaciones de seguridad tanto nacionales como internacionales, junto con el desarrollo de listas de verificación estandarizadas, con el otorgamiento de títulos y autorizaciones, control profesional y administrativo.
En Argentina, la anestesiología ha avanzado en técnica y formación, haciendo la cirugía más segura mediante mejor control anestésico, monitoreo actualizado y drogas seguras. Los nuevos graduados reciben excelente preparación antes de titularse, esto impulsa tener muy buenos quirófanos.
Numerosos riesgos vinculados a la anestesia dependen directamente del estado de salud del paciente. Factores como obesidad, edad avanzada, tabaquismo, consumo de cannabis y apnea del sueño pueden incrementar las probabilidades de complicaciones. Además, los medicamentos habituales del paciente pueden interactuar con los agentes anestésicos, modificando su respuesta y exigiendo ajustes en el tratamiento. El estrés y la ansiedad previos a la cirugía también pueden afectar negativamente la reacción fisiológica ante la anestesia, elevando el riesgo de problemas. Por ello, es fundamental que el equipo médico se tome el tiempo necesario para orientar y tranquilizar al paciente sobre el procedimiento. La preocupación o el desconocimiento sobre la anestesia pueden intensificar el estrés, lo que repercute en la estabilidad hemodinámica, la sensibilidad a los fármacos anestésicos y la aparición de complicaciones tras la operación. En definitiva, la historia clínica del paciente influye de manera decisiva en la técnica anestésica elegida, pero una consulta preoperatoria completa permite valorar su salud general y adaptar el manejo anestésico, reduciendo así sustancialmente el riesgo de complicaciones.
El uso del ecógrafo como guía para bloquear nervios o acceder a vasos profundos con mayor precisión.
Lo no tan Bueno.
La escasez de anestesiólogos en el sector público limita la capacidad para satisfacer la demanda quirúrgica, lo que frecuentemente obliga a restringir la programación de procedimientos, aun cuando tanto los pacientes en ayunas como el equipo quirúrgico están preparados. Esta situación contribuye a la extensión de las listas de espera, aunque no es el único factor implicado; sin embargo, su eliminación resulta deseable. Es fundamental que el sector público aumente el número de intervenciones realizadas. De manera periódica y en relación con solicitudes de incremento, se suspenden actividades programadas durante varios meses, generando una serie de debates sustanciales que escalan hasta instancias judiciales. Estas resoluciones, si bien no establecen jurisprudencia, dejan consecuencias significativas tanto para las entidades financiadoras como para las agrupaciones profesionales implicadas, porque se encuadra dentro de lo conocido como “abuso de posición dominante”.[2][3]
Lograron imponer en un fallo judicial el criterio que la Ley de Defensa al Consumidor no alcanza a los profesionales, pero la salud es un servicio esencial.
En Mendoza en el año 2022 se dictó una ley de emergencia en salud, que se pretendió declarar inconstitucional por los agremiados de la provincia, hecho que fue rechazado por la justicia. [4]
Cuando se abrió el Hospital Ramón Carrillo de San Luis, se tuvieron que habilitar menos quirófanos que los habilitados, que eran siete de los catorce con que contaba. Una institución que realizó en su primer año de funcionamiento a pleno casi mil intervenciones quirúrgicas por mes, unas doce mil al año. Cuando el anterior hospital efectuaba tres mil procedimientos por año.
En la actualidad existe una medida de fuerza contra la obra social de la provincia de Buenos Aires el IOMA, por un conflicto que involucra bajos aranceles y retrasos en los pagos, lo que obligó a la Agremiación Anestesiológica Platense a suspender cirugías programadas desde el 15 de diciembre de 2025. Como conflicto que afecta a todos los pacientes de una obra social que tiene dos millones de afiliados.
Son solo algunos ejemplos, en mayor o menor medida, dicen que las vías de negociación no son las adecuadas, y el conflicto de fondo, de base no se resuelve.
Los profesionales anestesiólogos son un componente clave en los costos fijos y variables de las horas del quirófano, por lo tanto, como producto intermedio, también sobre el producto final. Si bien no es seguro el dato, porque se incluyen variables muy diversas, el mismo puede llegar a un 20% del costo de dicho centro de responsabilidad.
Restringir el número de profesionales habilitados para la especialidad limita la expansión de quirófanos y de la cantidad de intervenciones, ya que las asociaciones locales tienen autoridad para aprobar la llegada de especialistas de otras regiones. Estas asociaciones ejercen más poder que los ministerios nacionales o provinciales. Limitar la cantidad de anestesiólogos es problemático debido al crecimiento constante de la demanda de cirugías; esto causa cuellos de botella, listas de espera y sobrecarga laboral, afectando la atención y programación, ya que cada cirugía requiere un anestesiólogo calificado y responsable del proceso perioperatorio y la vida del paciente.
La programación de los quirófanos presenta cierta rigidez porque las y los profesionales acuerdan previamente cuántas intervenciones realizarán, en qué días, a qué hora y junto a quién trabajarán. Esto ocurre por selección favorable.
Existe una preferencia por desempeñarse bajo modalidad de prestación privada en lugar de módulos dentro del sector público, lo cual genera un incentivo para evitar la realización de cirugías a pacientes con cobertura de obra social, dado que tales procedimientos se encuentran contemplados dentro del módulo.
En ciertos procedimientos y contratos, los honorarios que reciben los anestesiólogos pueden ser superiores a los de los cirujanos.
La entidad gremial, además genera un convenio con una aseguradora de riesgos de mala praxis y tiene un cuerpo médico legal que protege la actividad, no importando mucho el destino del caso.
El anestesiólogo suele conocer a sus pacientes únicamente al momento de ingresar al quirófano, donde realiza preguntas y consulta la historia clínica. No se acostumbra a realizar la visita preanestésica como sería recomendable. Esto puede generar situaciones en las que se presenten anatomías difíciles para la intubación o pacientes que reciben medicación no conciliada, llevando en ocasiones a la suspensión de la intervención; un inconveniente que podría prevenirse con una evaluación anticipada.
El personal anestesiólogo se encarga de la cobertura de los quirófanos, no cobra por “disponibilidad”, sino que se asegura que los procedimientos sean realizados por profesionales que ellos proponen a la dirección, y esta los acepta de acuerdo con el criterio de acotamiento de los riesgos, con un margen para estar disponible de treinta a cuarenta y cinco minutos desde la citación telefónica. Pero de esta forma y es natural, los responsables de la organización de la actividad tienen incentivos para asignarse procedimientos quirúrgicos que, debido a su duración y remuneración, representan un incremento en sus beneficios.
La selección del cirujano deberá basarse en su eficacia demostrada en la realización de procedimientos quirúrgicos. Es fundamental coordinar el trabajo interdisciplinario con los profesionales involucrados, quienes, por compromisos previos, pueden solicitar el aplazamiento temporal de algunas intervenciones para posibilitar su participación en ambas operaciones. La priorización de las intervenciones debe fundamentarse en las necesidades del sistema, evitando criterios de conveniencia personal.
No encontrarse en un establecimiento físicamente sino concurrir al llamado. Se ha observado una preferencia creciente por desempeñar labores en distintos lugares, para conformar un mix de prestaciones a prepagas y obras sociales que pagan menos.
No es tan bueno negociar en relación con el conflicto ya instalado, porque allí, se involucran otros actores. Primero la agremiación demostrar su capacidad de negociación. De sostenimiento del conflicto. De tener alineado a sus socios, que tienen una visión compartida. Que saben que luego que la medida de fuerza está instalada se convierten en quienes aceptan los términos de negociación. Esto daña el clima organizacional y las relaciones.
Que los anestesistas cobren tanto y los otros médicos especialistas tan poco, eso no es culpa de los profesionales o de las entidades que negocian, sino de las autoridades que no equilibran un poco la distribución. También abusándose de la oferta. Esto último se está modificando en nuestro país, porque los especialistas también están faltando y se deben manejar valores que sean tentadores.
Los incentivos favorecen a elegir intervenciones breves y listas largas, lo que desincentiva la participación en cirugías complejas. Como resultado, faltan profesionales para anestesiar en operaciones cardiovasculares, trasplantes de hígado, renopancreas, corazón y pulmón.
Es fundamental que las autoridades sanitarias dispongan de datos precisos, confiables y actualizados sobre aspectos clave, como:
- la cantidad y distribución de anestesiólogos,
- los procedimientos facturados mensualmente,
- el número de cirugías realizadas bajo anestesia general u otras técnicas en las que intervienen especialistas en anestesia,
- los valores de los convenios, necesarios para prevenir prácticas desleales,
- los requerimientos insatisfechos del sector público,
- el registro de profesionales que dejan el ejercicio por edad, enfermedad, fallecimiento o migración, y la estimación de cuántos anestesistas serán requeridos en el futuro,
- la identificación de equipamiento faltante para mejorar la eficiencia en las salas,
- el número y nivel de formación de los residentes, así como los años en que dedican mayor tiempo al hospital y cuántos permanecen en sus puestos,
- el costo de honorarios dentro del gasto total en salud en cada jurisdicción.
Disponer de toda esta información es esencial para planificar estratégicamente el sector de manera eficiente.
Otro aspecto que me parece grave es que, para muchos anestesiólogos, los pacientes no son personas, sino un código del nomenclador, esto no es bueno para ningún médico, pero aún peor, para aquellos que tienen el conocimiento y las habilidades como para manejar un procedimiento tan complejo. [5]
Normalmente los anestesiólogos no comparten o intercambian con otras especialidades, lo que genera rispideces con la terapia intensiva o el cuidado progresivo, especialmente si les entregan pacientes insuficientemente reanimados, con acidosis metabólica y elevación del ácido láctico. No acompañando correctamente las transiciones.
No hacen lo suficiente para que los pacientes no tengan miedo a la anestesia o la cirugía.
Pueden alterar de acuerdo con la conveniencia el programa de anestesiología.
Las posibles soluciones:
Modificar las estrategias de negociación de ambas partes. Definir la salud como un servicio esencial y que no se puedan suspender cirugías cuyo diagnóstico e intervención pueda significar una pérdida de oportunidad para el paciente. Tener reuniones periódicas no cuando haya problemas o surjan reclamos.
Incrementar progresivamente el número de anestesiólogos y corroborar como aumenta la cantidad de procedimientos registrados o realizados. Incrementando en un 40% el número de ingresantes por los próximos cinco años.
Constatar que los ingresantes supera el número de los que dejan la profesión.
Concentrar más el trabajo en las instituciones para evitar el desperdicio del traslado de los médicos, que pierden parte de su días viajando de un lado a otro en su vehículo. Lo que afecta la resolución de los imprevistos.
Perfeccionar la organización de los programas quirúrgicos para que haya menos tiempo muerto.
Optimizar la logística de los camilleros y los insumos para disminuir esos tiempos de espera innecesarios.
Poner acento al cumplimiento de los horarios especialmente desde el comienzo de la primera cirugía.
Confirma la cirugía el día anterior para disminuir las suspensiones y los tiempos muertos que puedan tener los pacientes.
Aumentar la cantidad de módulos disponibles en el sector público para incrementar las cirugías. Extender la programación por la tarde y los fines de semana.
Extender los horarios de uso de los quirófanos hasta las 21 hs.
Tener a uno de los miembros del equipo que vea a todos los pacientes antes de ingresar al quirófano y que registre la revisión realizada en la historia clínica.
Acortar el tiempo que deban dedicarle al sector público, para que pueda efectuar tareas en el sector privado. Que varios anestesiólogos de experiencias vuelvan al sector público. Reconociéndole un valor por la formación de otros profesionales.
Permitir que puedan realizar procedimientos solos cuando estén en cuarto año en plantas quirúrgicas con otros profesionales que tengan más experiencia en la profesión.
Sumar a residentes del quinto año a rotaciones de establecimientos para que puedan realizar experiencias que les permitan tener más profesionales disponibles.
Mejorar el reconocimiento económico para los que realizan esos procedimientos complejos y largos en horas.
Desarrollar sistemas de monitoreos que permitan un registro computarizado de la hoja de anestesiología.
Que los anestesiólogos participen en la decisión de los materiales, dispositivos, tubos endotraqueales y mesas de anestesia.
Evitar conflictos firmando acuerdo de largo plazo, con régimen de actualización pautados en relación con el aumento de la cuota del prepago o la actualización salarial en las obras sociales. Actualizar algunas de las cirugías en los valores y no todas, o tampoco todos los códigos. Porque esto lleva a veces a una negociación más rígida.
Actuar inmediatamente que se produce un atraso en los pagos para que la problemática lleve a una medida de fuerza.
Integración a todos los anestesiólogos en todos los comités de la tecnoestructura hospitalaria y en las reuniones de calidad y seguridad de los pacientes que tienen mucho que opinar.
Evitar conductas distópicas en los quirófanos. Que puedan afectar el clima organizacional.
La implementación de medidas orientadas a mejorar la formación, el reconocimiento profesional y la integración de los anestesiólogos en los diferentes ámbitos hospitalarios resulta fundamental para optimizar la calidad asistencial y garantizar la seguridad de los pacientes.
Es clave promover la participación en la toma de decisiones, el desarrollo de sistemas de monitoreo modernos y la actualización de acuerdos laborales, aspectos que contribuyen a fortalecer el compromiso y la eficiencia del equipo de anestesiología.
Asimismo, facilitar experiencias formativas para residentes, reconocer económicamente los procedimientos complejos y fomentar el retorno de profesionales experimentados al sector público, son acciones que impactan positivamente en la disponibilidad y excelencia del recurso humano.
Estas estrategias, sumadas al trabajo colaborativo y la gestión efectiva de conflictos, permitirán consolidar una práctica anestesiológica cada vez más segura y adaptada a los desafíos actuales de accesibilidad a los procedimientos, mejora de la gestión operativa, el flujo de pacientes, la relación de los especialistas con los otros integrantes de la profesión médica, integrarse más en las actividades de capacitación y en el manejo de la recuperación postoperatoria, en el conocimiento de los pacientes, y realizar una anestesia centrada en la persona.
[1] Desfluorano esta en vías de prohibición por su impacto ambiental, que afecta el medio ambiente. Esto ocurrió en Escocia. Ocurrirá en Gran Bretaña y EEUU. El recorrido que lleva a que un conjunto de saberes se convierta en una disciplina científica necesita – por lo menos – de otras dos etapas que garanticen su desarrollo y autonomía: En primer lugar, la legitimación de esos saberes como objeto de políticas públicas. En segundo lugar, y subsidiario del anterior, el reconocimiento estatal de instancias de formación que garanticen las bases del mercado profesional. De ello se desprende el rol central que juegan en este proceso las instituciones formales educativas (Buschini, 2015). El análisis de procesos de profesionalización – dentro de los cuales ubicamos los de especialidades médicas – evidencia, en todos los casos, un conjunto ineludible de actores implicados dentro de los cuales sobresale exponencialmente el Estado. Los procesos de profesionalización son el resultado de una suma da acciones tendientes a definir el objeto de una determinada profesión dentro de un campo de relaciones de poder. Para comprender su desarrollo, son centrales la descripción y el análisis de los procesos políticos que atraviesan su constitución histórica. Es en el marco de estas condiciones que se negocian concesiones de mayor o menor grado de exclusividad para desempeñar ciertas tareas, para formar futuros profesionales y para vincularse con otras profesiones que intervienen en el campo (Freidson, 1978; Schapira, 2003; Faccia, 2015).
[2] En medio de un conflicto que llevó más de un año entre la Asociación de Anestesistas (Adaarc) y la Administración Provincial del Seguro de Salud (Apross, la obra social provincial), los profesionales ayer resolvieron suspender 1000 cirugías programadas para reclamar un aumento de honorarios, y porque la provincia quiere crear con la Universidad Nacional de Córdoba una escuela de anestesiólogos. En dicha oportunidad la Adaarc comunicó que la institución formaría a los futuros ingresantes en la residencia médica en anestesiología: «No vamos a ser parte de esta formación indiscriminada de anestesiólogos. Los residentes casi no tienen prácticas y no vamos a ser cómplices de una formación paupérrima». Es la entidad la que prepara a quienes ganan los concursos para cubrir puestos.
[3] La Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC) recomendó a la Secretaría de Industria y Comercio (SIyC) la imposición de medidas sancionatorias, entre las que se encuentra una multa, a la Asociación Austral de Anestesia, Analgesia y Reanimación, a raíz de lo hallado en el marco de una investigación llevada adelante por la Dirección Nacional de Conductas Anticompetitivas, que detectó la comisión de un abuso de posición de dominio de tipo exclusorio por parte de la asociación.
Las actuaciones se iniciaron el día 31 de agosto de 2017, como consecuencia de una denuncia efectuada por la Obra Social de los Empleados de Comercio y Actividades Civiles (OSECAC), en contra de la Asociación Austral de Anestesia, Analgesia y Reanimación, una entidad que aglutina a más del 90% de los profesionales anestesiólogos de la provincia de Chubut. La asociación negocia contratos con diferentes administradoras de fondos para la salud, actuando como intermediaria entre dichas administradoras y los médicos adheridos a la asociación, por el cobro de los aranceles en concepto de honorarios profesionales.
[4] Esto provocó la reprogramación de 500 cirugías del Hospital Notti, Mendoza. Los 68 profesionales anestesiólogos empleados de la provincia renunciaron conjuntamente. El 50% de las personas no tienen obras sociales.
[5] “La anestesia es un estado inducido por medicamentos que bloquea temporalmente el dolor y otras sensaciones. Puede generar relajación muscular, pérdida de conciencia, que el paciente no recuerde lo ocurrido durante el procedimiento, dependiendo del tipo que se utilice”, explica el doctor Matías Folcini, jefe del Servicio de Anestesia del Hospital Universitario Austral.