Dr. Carlos Alberto Díaz. Profesor Titular Universidad ISALUD.
Albert Camus nos dejó escrito en La Peste (1947): «Cuando estalla una guerra, las gentes se dicen: «Esto no puede durar, es demasiado estúpido». Y sin duda una guerra es evidentemente demasiado estúpida, pero eso no impide que dure. La estupidez insiste siempre, uno se daría cuenta de ello si uno no pensara siempre en sí mismo. Nuestros conciudadanos, a este respecto, eran como todo el mundo; pensaban en ellos mismos; dicho de otro modo, eran humanidad: no creían en las plagas. La plaga no está hecha a la medida del hombre, por lo tanto el hombre se dice que la plaga es irreal, es un mal sueño que tiene que pasar”.
En la barrio 31, Hace menos de tres semanas apareció el primer caso y ya son 1470 (32% de todos los casos), que seguramente serán más, vinculado a una celebración familiar que he conocido por un grupo de seis personas internadas en el hospital donde ejerzo. Esto me obligó a reflexionar junto con Ustedes. Sobre el tercer gran riesgo de esta epidemia en esta etapa de mitigación: primero en el personal de la salud 14% de los infectados (pero se dejó de informar), luego en los institutos asilares de ancianos (mayor riesgo de muerte), tercero en las villas de Emergencia en CABA y conurbano (Saturación del sistema de salud pública) y propagación por muchas de las personas son trabajadores en empleos poco calificados.
https://tpc.googlesyndication.com/safeframe/1-0-37/html/container.html
El Gobierno porteño confirmó finalmente hoy que la cifra de infectados por coronavirus en las villas de emergencia de la Ciudad asciende a 124 casos, siendo ese número, largamente superior a los que se venían informando oficialmente.
Según los datos suministrados esta mañana, posteriormente a la publicación del blog en la Villa 31 fueron testeadas 984 personas, entre las cuales 585 tests confirmaron la enfermedad. En la 1-11-14, donde empezó una semana después, hubo 374 personas testeadas y 165 casos confirmados y, en la 21-24, que empezó ayer, se testearon 40 personas y hay 4 casos confirmados al día de hoy.
El “aislamiento social, preventivo y obligatorio”, sin embargo, no se aplica de la misma manera en las estos lugares porteños que en un barrio residencial. Las viviendas en general cuentan con escasas condiciones de higiene y hay hacinamiento. En habitaciones pequeñas con poca ventilación donde conviven varias personas es difícil pensar en un acatamiento correcto de la cuarentena, que por otra parte golpeó las actividades laborales (muchas veces informales).

Por ello resulta indispensable que se atienda desde el Ministerio público de salud, el brote en estos lugares, existiendo por conocimiento asistencial del autor, un clúster familiar, que tuvo un Ro mayor porque asistieron muchos habitantes a un festejo social. Por ello desde este espacio se proponen algunas acciones que serían interesantes desplegar, porque puede ocurrir, que desde estos conglomerados, el aumento de los casos pueda tener un desarrollo exponencial y modificar el ascenso de la curva por una bomba biológica que se puede desactivar. Pero hay que poner esfuerzo conjunto, que en este caso exija interacción entre los actores sociales, los agentes de salud, los de acción social y la seguridad para todos los que tengan que actuar.
Introducción:
Cuando empecé en el blog a escribir sobre la «zoonosis» del SARS Cov2 o COVID 19, el 20 de Enero de 2020, observando que estaban dadas las condiciones para una pandemia, y que la OMS, no estaba alertando a los gobiernos de los países miembros de forma adecuada, dándose las condiciones para que en la era genómica y de la medicina personalizada, del positivismo médico, de la medicina de precisión, de la evidencia científica, olvidamos el coronavirus en la caja de pandora el cual emergió entre nosotros.
Las advertencias del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (CEPCE): desde el 17 de enero, con su primer informe sobre el riesgo para los viajeros en la UE, que todavía señalaba como baja la probabilidad de importación de casos de 2019-nCoV; el 22 y 26 de enero, primera y segunda actualización del informe, señalando ahora la alta probabilidad de importación de casos a los países con mayor volumen de personas que viajaban hacia y desde Wuhan (capital de Hubei) y se estimaba que el riesgo de transmisión secundaria en el ámbito comunitario era ya muy alto por casos importados en un país de la UE si no se aplicaban medidas adecuadas de prevención y control de la infección; el 31 de enero, con una tercera actualización desde la probabilidad moderada de infección para los viajeros de la UE que visitaban Wuhan; el 14 de febrero, con una cuarta actualización que detectaba un riesgo bajo o moderado para la capacidad de los sistemas de atención de la salud en la UE y el Reino Unido ante la transmisión generalizada del SARS-CoV-2; el 2 de marzo, con la quinta actualización que ya recogía un notable riesgo asociado a la infección por COVID-19, ahora de moderado a alto para las personas de la UE; el 12 de marzo, con una sexta actualización que consideró el riesgo de enfermedad asociada con la infección (para las personas de la UE y el Reino Unido) como moderado para la población general y como alto para los adultos mayores y las personas con afecciones crónicas; hasta que el 25 de marzo, en su séptima actualización del Informe, se consideraba que el riesgo de enfermedades graves asociadas con COVID-19 para las personas de la UE y el Reino Unido era ya moderado para la población general, y muy alto para los adultos mayores y las personas con enfermedades crónicas si no se aplicaban medidas de mitigación suficientes.
Expresé que no era una enfermedad de determinantes sociales, sino de sensibilidad inmunológica, por ello en la Argentina al principio se registraron más casos en personas que habían estado en lugares o países de circulación del virus, estando de viaje, predominantemente de clase media.
Pero, superada esa etapa inicial, y una vez que está circulando el virus entre nosotros, las grandes urbes, si impactará con la «anuencia» de la desigualdad, afectando a los más postergados.
La inequidad, la desigualdad discriminarán en cuanto al número de casos y del impacto, como ya ocurrió en New York con los latinos y afroamericanos, o en España, donde la mitad de los ancianos fallecidos estaban en instituciones asilares, o en Italia que tuvo mortalidad muy elevada por la afectación de los ciudadanos de más de 70 años.
Se adoptaron inicialmente medidas de aislamiento social, cierre de escuelas, shopping, espectáculos, circulación, confinamiento, cierre transitorio de comercios y empresas que no sean indispensables. Para que el sistema de salud mejore la oferta de camas para casos críticos, incrementando las unidades de terapia intensiva y leves en áreas extrahospitalarias para evitar la sobrecarga de las guardias y aumentar la propagación entre el personal de salud.
Esto último en instalaciones no hospitalarias como hoteles, estadios.
La ampliación de la capacidad instalada requiere personal y funcionamiento coordinado, parecen actividades individuales, inconsultas, no registradas, plagadas de voluntarismo y escaso sustento técnico, más para demostrar que se esta haciendo algo, luego que se empezó un poco tarde a tomar conciencia, siendo inicialmente las medidas basadas en las publicaciones de la OMS, que auditó en terreno la epidemia en Wuhan, no indagando adecuadamente, y emitiendo recomendaciones que produjeron errores inducidos en los gobiernos y en los Ministerios de Salud del Mundo.
Se buscaron modelos exitosos, rápidamente para salirse de la falacia de los Chinos, entonces se miró a Corea del Sur, Taiwán, Singapur, Islandia, Noruega, Dinamarca, Israel, Australia, etc, que por error de abordaje se supuso simplistamente si estaba basado en estrategias de mayor detección y confinamiento de los casos, siendo en realidad medidas muy complejas, vinculadas a una aceptación de la sociedad, donde los cuestionamientos, se quedan en la reserva de los derechos individuales que se pueden estar avasallando. Fundamentalmente de ganar tiempo.
Las medidas restrictivas deben ser temporales, e irse liberando de a poco, porque sino el remedio será peor que la enfermedad.
La pandemia ha demostrado que el factor desencadenante de una crisis global, que puede derivar en colapso, no tiene por qué provenir de las tres variables más tratadas en los análisis y pronósticos: cambio climático, crack petrolero y sistema financiero no han causado la situación actual, aunque los tres resultarán afectados. El primero cambio para bien, el petróleo llego a tener valor negativo, y el sistema financiero tuvo que desprenderse de los ahorros para hacer frente a los mayores gastos de esta pandemia, pero en el caso de nuestro país la alternativa utilizada es no pagar los vencimientos y emitir dinero. factores que incentivas el shock de desconfianza. Pero a pesar de ello como dijo Kavafis K, en su poema los troyanos: «desventurados son nuestros esfuerzos; Inútiles como aquellos de los troyanos, Conseguimos un pequeño éxito (postergar el comienzo de la disparada de casos y colapso del sistema de salud) Ganamos un poco de confianza (Nos enamoramos de esta pequeña victoria, con gusto a pírrica)y la esperanza y el valor renacen. (aunque prontamente y como nos corresponde welfaristas e hipócritas nos pondremos a las andanzas de nuevo).
Más allá de personas muertas o enfermas, los efectos sociales de la pandemia están por llegar. Cuando acabe oficialmente el estado de alarma y se afronten las consecuencias de la paralización económica, las desigualdades se acentuarán, y la conflictividad social aumentará.
«De nuevo, volvemos a estar en una situación de emergencia. Y, también de nuevo, se comprueba que la improvisación domina las respuestas. Vivimos en una sociedad que presume de un elevado nivel tecnológico. Con gobernantes que cuentan con cientos de asesores cualificados. Con agencias mundiales que presumen de contar con la gente más preparada del planeta. Pero sociedades de una enorme complejidad, generadora de grandes incertidumbres. Sociedades atravesadas por solapados (o no tanto) conflictos sociales. Dominadas por los intereses de una élite rentista y depredadora. Que funcionan sin grandes sobresaltos siempre que predomine la rutina. Pero cuando son sacudidas por una tensión importante, muestran una capacidad de respuesta mediocre. Lo vimos en 2008, cuando el derrumbe del sistema financiero sumió a los expertos en la perplejidad, y lo hemos vuelto a vivir en 2020, cuando la aparición de un nuevo virus en la provincia china de Hubei ha acabado por provocar un efecto global cuyos efectos finales son asimismo impredecibles». Albert Recio Andreu
La pandemia del Coronavirus fue el segundo gran crack en la Globalización del siglo XXI, tras la depresión económica mundial acaecida entre 2008 y 2013. Pero una crisis de mayor mortalidad y de implicaciones socioeconómicas más amplias, que ha afectado rápidamente a la casi totalidad del planeta desde su primera detección en la provincia china de Hubei a finales de 2019. El posmoderno sistema globalizado (con movilidad inusitada de personas, capitales e información) ha afrontado esta nueva etapa crítica donde se limitan o cuestionan las bases de sus principios políticos, económicos y sociales, entre la precaución sociosanitaria en algunas naciones o la reacción soberanista en otras.
Desarrollo:
Las epidemias regresan cada cierto tiempo para recordarnos nuestra vulnerabilidad ante la enfermedad y el poder, y la vulnerabilidad del poder y de los poderosos ante la enfermedad, más si estas son infecciosas. Y siempre existirá el reclamo social que cuestiona el retraso, la falta de priorización, la displicencia o la insuficiencia del cuidado de la salud a los ciudadanos.
Una olvidada normalidad para la vulnerable existencia humana (antropológica y sociológicamente), como escribió José F. Peláez: “Nos hemos acostumbrado a no mirar a los ojos a la realidad, a la muerte, al pánico. Nos hemos acostumbrado a no temblar ante cada gesto de amabilidad, ante el milagro de saberse vivo. Nos hemos acostumbrado a hacer el ridículo cada mañana diciendo chorradas en twitter, nos hemos creído dioses y vamos a ver caer Babel. Vamos a ver morir a seres queridos. Vamos también a ver caer a desconocidos por salvarnos la vida mientras jugamos a la play, fingimos que hacemos gimnasia y aplaudimos a la nada a las nueve de la noche”.
Una de las mayores dificultades de la pobreza y la exclusión es poder cumplir con las indicaciones para protegerse del contagio, dificultades para mantener el aislamiento social, tener ingresos informales, acceso a la atención de salud y a las medidas de saneamiento básicos. Esto genera una presunción que el COVID pueda afectar desproporcionadamente a más pobres y a los ancianos asilados. Ese riesgo también esta aumentado por tener que viajar en el transporte público, número mayor de personas convivientes, falta de agua o electricidad. Estudios anteriores realizados en epidemias de infecciones respiratorias anteriores, H1N1 y SARS, demostraron que las desigualdades sociales son determinantes para una tasa de transmisión mayor y formas más severas. Las dificultades en el acceso pueden estar dadas por el colapso en el sistema de salud, por el miedo de los pacientes a concurrir y contagiarse en la espera del hospital.
Medidas tan básicas como lavarse las manos o evitar el contacto físico son difíciles para el 21% de la población urbana latinoamericana que vive en barrios marginales,
asentamientos informales o viviendas inadecuadas. No olvidemos que el 81% de la
población de la región es urbana. En los barrios marginales los servicios básicos son un lujo, muchas viviendas no cuentan ni siquiera con acceso a agua dentro de ellas. En el año 2018, el 13,5% de los hogares latinoamericanos no tenía acceso a fuentes de agua en la vivienda, y en las zonas rurales este porcentaje aumenta hasta un 25%. En estos asentamientos el hacinamiento es inevitable con más de 3 personas por dormitorio. El contagio será incluso mucho más acelerado si no se toman medidas que protejan a estas poblaciones y les garanticen servicios y atención básica como el acceso a agua segura, la recogida de basura, el acceso a alimentación y el acceso a información didáctica y clara.
Si no hay políticas muy activas de inclusión, el coronavirus aumentará la desigualdad social, por incremento de la desigualdad económica, que será más acentuada.
El observatorio de la deuda social Argentina de la universidad católica, alertó por una profundización las inequidades sociales, económicas y sanitarias. Producto del impacto sobre la economía del coronavirus. Anticipa un agrandamiento de la pobreza estructural. «Pone en estado de crisis agravada a un sistema socioeconómico desigual, estructuralmente empobrecido» este escenario paraliza la inversión, los consumos, la generación de trabajo, la demanda de bienes.
«Ya en la segunda parte del 2019, la indigencia por ingresos fue más elevada en las unidades domésticas cuyo principal sostén pertenece a la clase trabajadora marginal, por lo que en el contexto de pandemia y su correlato de autoaislamiento obligatorio afectará fuertemente en los sectores en aquellos sectores vinculados a un mercado de trabajo precario, informal, asociado a la realización de changas, venta ambulante, servicios personales y servicio doméstico, entre otros; en los cuales se vive al día y por supuesto sin actividad laboral en tiempos de pandemia», precisa el documento.
«Estaremos en 45% de pobreza», estimó uno de los encargados de realizar el informe que mide la situación de ingresos de los hogares y las condiciones en que se encuentran en cuanto al cumplimiento efectivo de una serie de aspectos asociados a derechos.
Acciones:
En cada una de los barrios marginales desarrollaría acciones pensando en la fuerzas sociales que actúan, que tienen legitimidad, que ejercen presencia: curas villeros, cultos evangélicos, agrupaciones sociales, para desarrollar estrategias de campo, de contención activa ante la aparición de un foco, actuando con ese tejido social, endeble por cierto, pero es lo que hay, para que se pueda aislar el foco, mitigar la propagación y bajar el Ro, debido a la imposibilidad de consolidar medidas de aislamiento social, porque las viviendas y su precariedad son lo que son.
Allí y con ellos es donde hay que hacer un gran trabajo, proveer de atención, comida, reforzar comedores e instalar unidades de atención de proximidad, con contenedores para poder evitar explosiones de casos, que luego no se puedan contener.
Recordando que estas personas son las que necesitan ganar el sustento debido a que no tienen capacidad de ahorro y son cuentapropistas.
Censar población de riesgo. Hacer cuarentena comunitaria. Hacer PCR. Test rápido.
En cuanto haya casos, aislarlos colectivamente en instituciones extrahospitalarias, hoteles y que se pueda contener la propagación.
Generando estructuras transparentes para vehiculizar ayuda social efectiva. Esto debería ser responsabilidad de los municipios, de la atención primaria de la salud.
Educar activamente a todas las personas, como se mejoran las medidas de higiene, las medidas de aislamiento social.
Colocar dispositivos sanitarios.

Esta pandemia por el coronavirus, genera tres pandemias asociadas:
La social: de la desigualdad recurrente y manifiesta, exclusión persistente, fragmentación comunitaria, violencia intrafamiliar, toxicomanías.
“pandemias morales”, como la precarización del trabajo y aumento de la desocupación, de la destrucción de la Familia, del consumismo masivo a la soledad aconsejada.
Pandemia económica: con la hiper-recesión mundial, el cierre de los intercambios, el surgimiento de nacionalismos totalitarios
Conclusión:
Minuto tras minuto podremos ir comprendiendo en nuestra introspección el valor de nuestras horas y la importancia de viajar junto con el resto de los seres humanos en la sugestiva e interesante experiencia de este “viaje de la vida” que hacemos con el resto de la humanidad, pues como nos recuerdan los sabios orientales: “vosotros los occidentales tenéis los relojes, nosotros, en cambio, tenemos el tiempo”.

El típico triunfalismo argentino nos está llevando a enamorarnos de la herramienta (achatamiento de la curva) que sirvió para ganar tiempo. Ahora es el tiempo de cuidar especialmente a los más vulnerables, y entre ellos definitivamente a los más pobres, a los más olvidados por el Estado (aunque publicite lo contrario), a los más rezagados en el sistema de salud. Y a lo que propone Carlos, agrego: VOLVER AL TRABAJO. Medidas de distanciamiento, de higiene, de protección, SI. Pero en un contexto de dignidad. Y eso se llama volver a llevar algún ingreso a la casa (no sólo la – necesaria – limosna de ayuda) Vicente Ortun habla de 4 curvas: 1. la del CoVID, 2. la del burn out, muerte y deserción del personal de salud y sus instituciones, 3. la de los agudos que durante la pandemia no llegan a atenderse, y 4. los con ECNT que se descompensan y deterioran. Son 5. La curva de los desposeídos de siempre, a los que se les proponen respuestas europeas mientras chapotean en los charcos de la miseria, la indignidad y la desesperacion y van a ser os primeros en caer en las otras 4
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