«El pueblo soy yo»

El incordio de la pelea entre Capital y Buenos Aires por los casos de Coronavirus en los barrios postergados.

La epidemia, será más epidemia en el tejido de la complejidad de la miseria.

Introducción conceptual:(Krause E. El pueblo soy yo 2018)

La epidemia no cesa, no da respiro, afecta más notoriamente a otros países, Brasil, Chile y Perú, están ante el llamado «problema de la última cama» y nosotros ante la miseria de los mandatarios, los que nos quieren reabrir las heridas apenas afrontadas por el temor (no me gusta llamarlo grieta), sabiendo que vamos en esa dirección, de la tensión y el colapso del sistema de salud en tres semanas, decir que el culpable del aumento de los casos es la Capital Federal por desatender los barrios postergados resulta falaz, entonces la agresión es más innecesaria y gratuita, en este caso acelerando hacia el abismo, cuando hicimos las cosas hasta ahora razonable y civilizadamente bien, pero somos enemigos de nosotros mismos. No hay mucho por hacer. Salvo cambiar.

El planeta, mientras se pierde el tiempo en peleas pequeñas, de seres diminutos, está en modo pausa, el comercio mundial anestesiado, la desocupación supera a la de la gran depresión, las empresas que pueden dar trabajo en quiebra, las personas, descubren su intimidad, confinados a su micromundo, surgiendo los temores, la finitud, los sanitarios focalizados, monotemáticos, atendiendo pacientes atemorizados, que se los aísla, por una enfermedad el SARS Cov2 que la probabilidad y la estadística nos calma por el 5% de mortalidad global, o menor, pero que se erige como una sombra en el momento que nos percatamos, que somos una parte, que no sabemos donde está ubicada.

Abrumados porque 188 países registran un total de 4.892.316 casos, porque el efecto rebaño no se expresa, los medicamentos «salvadores» caen unos tras otros, entrando en una etapa escéptica de la medicina, no hay nada por hacer, porque la vacuna no aparece y la carrera «armamentística» que generó la misma es alocada, inconexa, incierta, y que está generando falsas expectativas, nuestros viejos y los pobres son los más afectados, y cuando empezó a circular en estos barrios postergados, donde se generaron varios clústeres epidémicos que expresan la temible cantidad de hoy 438 casos, nos empezamos a tirar los muertos y pronto serán más, y de todos los lugares. Expresiones surgidas de los más «Cristinistas» de la Provincia de Buenos Aires que la misma Vicepresidente.

Cuando hay que construir como estadistas, actuamos como partidistas cortoplacistas. Nos arrojamos muertos y culpas.

Estos tiempos tan difíciles, insospechados y dolorosos son momentos para deponer la actitud partidaria, y esperar para instalar un reconocimiento y la mejora de la imagen en los votantes. El acceso al poder y los beneficios que el mismo genera son un incentivo muy fuerte para soltar las miserias conductuales y verbales. Aprovechando la debilidad de las instituciones y que siempre, el entronizado por el «voto popular» por el «voto soberano» se constituye en el magnánimo de turno y que el pueblo debe venerar, en silencio, y sin voz, que pertenecen inexorablemente más o menos elegantemente a esos líderes latinoamericanos que suponen «El pueblo soy yo», emulando aquella afirmación l’Etat c’est moi, “el Estado soy yo” que fue pronunciada por el rey Luis XIV al ver el desacuerdo que la corte en París tenía frente a la aprobación de los edictos presentados por el monarca. La frase indica lo absurdo que veía Luis XIV la discusión, ya que esperaba que todas sus propuestas fuesen aceptadas sin cuestionamientos.

Observo una cromatografía de racismo sin racistas confesos, siendo gobernados por un estado, que nos abruma, corporativo, antiguo y excluyente, en el que la corporación partidaria (A la cual ideológicamente pertenezco) que gobierna donde caben todas las clases sociales, en una disputa entre poderosos por los pobres, pero sin los pobres.

No somos una democracia fuerte, tampoco una tiranía, manifestamos el descontento en la calle, aunque ahora no se puede, o golpeando las cacerolas, eligiendo entre falsas opciones. Los que llegan al poder «revolucionando», al cabo de un tiempo, más tempranero que tardío se vuelven tan conservadores como los que desplazaron, cosmetizándose tras la máscara del matrimonio igualitario, de la defensa de los colectivos de LGTBI+, los pañuelos verdes y la interrupción legal del embarazo, entre otras conquistas de libertades sociales, pero que deberían acompañarse de una distribución más igualitaria de la riqueza, porque la pobreza, señores, la desocupación matará más que el coronavirus y suprime más derechos, quita más oportunidades. Por lógica imperativa de nuestra condición, somos todos pecadores, con los bolsillos llenos de piedras que no tenemos derecho de arrojar.

Guillem López-Casasnova The Socioeconomic Determinants of Health: Economic Growth and Health in the OECD Countries during the Last Three Decades 2014

Hoy pedimos por el Estado, que nos socorra, cuando desde hacia varias décadas lo venimos desmantelando, lo vaciamos de contenido, con una única arma que es la emisión, que nos puede explotar en la cara, una emisión sin respaldo, un asistencialismo impresionante que llega a un 25% de la población, y gobernando desde la imposición de los decretos de necesidad y urgencia.

Por ello es doloroso cuando se construye desde la falacia y el doble discurso, porque los recursos sanitarios, hospitalarios, los insumos, son de los propietarios del estado, y los propietarios son los ciudadanos, que eligen representantes, que se olvidan de sus representados, con elementos maquiavélicos de liderazgo y posturas tomistas de las monarquías absolutas, al mismo tiempo weberianas patrimonalisticas, desde un frágil constitucionalismo, que nos llevaron a una crisis de confianza que podríamos recuperar enfrentando en conjunto a esta epidemia, sin egoísmos, sin miserias, diciendo la verdad, que duele, pero si no la reconocemos a esa realidad no la podremos revertir, ni mejorar.

El tweet de la Miseria, donde intenta artificialmente ilustrar que la capital es el foco principal de contagio del Coronavirus

Los pobres del conurbano están igualmente excluidos que los de Capital:

Un freno a la generación de la riqueza de este país, genera una contracción tan fuerte que desbordará las medidas habituales, produciendo una redefinición de facto de la economía, que llamaremos una nueva normalidad que no existirá: los desempleados lo pierden todo, empleo, vivienda, jubilación y cobertura médica, o sea la dignidad, que genera una ruptura social de jóvenes que se sentirán viejos de 50 años, y otros que siendo jóvenes y estén bien formados emigrarán y abandonarán la argentina. Existirá una redefinición del espacio de lo que se llama economía. Una economía que admitirá esa famosa «pobreza estructural» que es superior al 25%, y que luego de esta crisis superará el 40%. -Saskia Sassen. Expulsiones. Brutalidad y complejidad en la economía Global-(una obra imperdible)2014.

En el barrio ITATI de Quilmes también esta faltando agua, como en el barrio 31, pero por suerte todavía no explotó ningún clúster, probablemente por cuestiones vinculadas al azar.

Aprendamos de los errores, los militantes, las fuerzas sociales, la atención primaria de los Municipios debe instalarse en esas barriadas y asistir, controlar, testear, aislar, atender, y derivar a cuidados extrahospitalarios los leves, y ver que recursos se cuentan, no que pone o tiene cada uno, el único dueño de esos activos de la oferta asistencial son los que lo necesitan.

El Ministerio debe trabajar esta coordinación no ser el fogonero de la disputa con enriquecidos parlamentos de relatos cortoplacistas y construcciones que serán delusorias que pronto estarán cavando fosas, para colocar los cuerpos que desborden los dispositivos asistenciales.

La realidad se impondrá a esas construcciones, donde la fuente de legitimidad «tomista» sobre «la naturaleza del gobierno: sus fuentes de legitimidad, el alcance de su poder, su responsabilidad de asegurar la justicia y la equidad, en pos de la acción civilizadora» de las «facciones de las fuentes del poder concentrado». Implicaría que la Cámpora este presente. Con la teoría que existe «una guerra justa» incorporando por la fuerza a un orden racional, que viene a completar una tarea inconclusa por la fuerza de una dictadura.

En el medio de esa credulidad romántica, están los que escudados en esa militancia, criticando a los que provienen de otras áreas de pensamiento irreconciliables y que no podrán tener éxito que vuelva a confundir a la gente, especialmente de la clase media que se confunda. La única orientación es el ejercicio del poder. Lo que ocurre es que existen límites. Por favor, debemos trabajar en red de cuidados progresivos, para atender a todos los que se enferman, evitar que aumenten los casos hasta el punto que no podamos controlar, que se nos mueran los ancianos de la población asilada, o otras muertes que sean evitables.

Existen aspectos más importantes de la vida más allá de los ingresos, pero un nivel adecuado de ingresos mínimos es imperioso, existiendo otros aspectos que construyen el bienestar: la salud, la educación y la capacidad de participar en sociedad.

Este país y la ciudadanía, desaprovechó varias lecciones de la historia. Decían que no habíamos aprendido, porque no tuvimos guerra o hambre, y las tuvimos como el 2 de abril de 1982 la guerra de las Malvinas, o como el golpe militar del 24 de marzo de 1976, o el 19 de Diciembre de 2001 en la caída del gobierno de De la Rúa. Que nunca había tenido hambre y la tuvimos, vimos morir niños de hambre, pero no nos enseñaron lo suficiente, ni dictaduras, guerras, proscripción, desaparecidos, ruptura institucional, en cuanto a mezquindad, a egoísmos, a intereses sectarios o personales por encima de los generales. Nuevamente surge la miseria.

Esa miseria que nos produce una larga lista de problemas en las economías regionales, en la explotación del gas, de la agricultura, de la infraestructura, de las instituciones, de la educación y la salud.

Conclusión:

La epidemia será más epidemia en estos tejidos de la complejidad de la miseria de los que nos gobiernan creyendo que el pueblo son ellos.

Tenemos una oportunidad, trabajemos incansablemente en la construcción de una sociedad justa, sin grieta y con menos pobres, con menor inequidad social, invirtiendo en salud y sus trabajadores, mejorando la educación, generando trabajo, con honestidad, dedicación y decencia

Publicado por saludbydiaz

Especialista en Medicina Interna-nefrología-terapia intensiva-salud pública. Director de la Carrera Economía y gestión de la salud de ISALUD

4 comentarios sobre “«El pueblo soy yo»

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