El Iceberg de la pandemia

Estamos muy ocupados en la enfermedad aguda y no estamos viendo la enfermedad crónica, o el covid prolongado o los daños serios en el pulmón, el corazón o el síndrome inflamatorio en los niños, y las patologías que no se atienden.

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Estos meses hemos avanzado en nuestro sistema de salud en algunos aspectos, pero que la sumatoria algebraica, es un retroceso, porque el aumento de costos es exponencial imposible de ser compensado en el corto plazo, el déficit de las empresas de salud es asfixiante cuando se corte el ATP, no podrán afrontar el pago de salarios, su facturación esta reducida y todos trabajando a perdida, el aumento del precio de la divisa encarece la producción, acorta los plazos de pago y genera faltantes, que deberían ser considerados en el ambito de la justicia y la superintendencia, para eximir de responsabilidades a prestadores, la imposibilidad de muchas personas de pagar sus seguros de salud prepaga, la baja productividad y falta de incentivos del sector público de salud, con personal tan altruistamente esforzado, como desmotivado, con aumento de la capacidad estructural, pero no tanto infraestructural de conocimiento, tensión por aumento de la carga de enfermedad por la pandemia, postergación de tratamientos en otras patologías, que ya debería canalizarse ordenadamente, falta de complementación entre los sectores de salud, con peleas inexplicables entre jurisdicciones y sectores, miserables, pronósticos diversos e innecesarios sin sustento epidemiológico, esfuerzos desteñidos por la mezquindad política, el cortoplacismo, perdida fenomenal de empleo formal que genera desfinanciamiento de la seguridad social, sin un plan exteriorizado de desarrollo nacional, estamos más cerca de reunir condiciones de una hiperinflación que de una salida por el crecimiento y recuperar el plazo de pago, con una inversión de prioridades por el posicionamiento en el poder y la ejecución explicita de un plan que da la espalda a las necesidades de los argentinos, que no pasa por reposicionar a jueces. Propio de un país con desapego a las instituciones y las leyes, donde los proyectos personales, de liderazgo están por encima de los colectivos. Sin respeto por sus ciudadanos que deambulan por las calles sin razón.

Trituraron la confianza (sin confianza no hay economía ni plan). La palabra no existe, las posiciones se cambian en función de las conveniencias del momento.

Políticos que naturalizaron inexplicable e indolentemente la pobreza estructural y la decadencia de los argentinos, educativa, del trabajo formal, social, económica, de la argentina y ahora no la pueden manejar.

El que suscribe trabaja desde la adolescencia, es producto del ascenso social de la escuela y la universidad pública, del culto por el trabajo, la vocación por hacer el bien. Pero ver esta realidad, que va más allá de esta catástrofe terrenal de una infección en la cual todos los seres humanos son sensibles y están expuestos. Que nos provoca dolor mientras tememos todos los días por nuestra salud. Mientras dejamos nuestro esfuerzo en pensar como atendemos mejor a los pacientes, como explicamos lo que les pasa a los pacientes, como combatimos esa soledad en la que se encuentran, no solo estando enfermos sino pensando en que les pasará a su familia, sin saber que les ocurrirá, sin que los médicos y los equipos de salud ofrecer tratamientos que curen, salvo la respuesta parcial con corticoides, poco para esta época neovesaliana genómica de la precisión, de la inteligencia artificial, del aumento de la expectativa de vida, de la curación de enfermedades que hasta hace pocos años eran mortales. Poco para ofrecer y tarde. Escuchar como se quejan periodistas y manifestantes por el aislamiento, contando casos y muertes. Oliendo todo el tiempo estiércol. Para ver donde se equivocan los otros. Como depositando sus propias frustraciones. He tenido muchos contrastes en mi existencia. Cuando viaje a realizar una capacitación en terapia ventilatoria, en ARM y recorría en el año 1988 la ruta de Geneve a Lausanne, la persona que me llevaba me pregunta que me pasaba, estaba pálido del susto ante tanta imponencia, le dije «me engañaron durante treinta años» «haciéndome creer que vivía en el mejor país del mundo». No fue una reflexión que Walter pudiera entender, pero con los días pude explicárselo, de un pobre argentino, que su primer viaje fuera de su país, era ir a Lausanne, y tuvo que adaptarse a un país que tenía bienestar, moneda, cultura, palabra, orden, horario y respeto, afabilidad sincera.

En el país estamos navegando a la deriva, sin motor, ni timón, ni ancla, con la proa apuntando al iceberg, que ya no podemos esquivar, si hubiera estado el gobierno anterior, hubiéramos chocado antes y las perdidas serían mayores, es probable, pero ese pasado es inamovible, pero somos tremendamente desmemoriados, apareciendo los mariscales a decirnos lo que hay que hacer, cuando fueron los que llevaron a la Presidente Provisional del Senado al poder. Que si usara toda su determinación, inteligencia, su capacidad de análisis y discursiva, el conocimiento de la política, el liderazgo para hacer el bien y no solo construir poder, nuestro resultados serían distintos. Tuviera un tiempo de «Mandelización» sería tremendamente positivo.

Somos gestores donde lo que se observa fuera del agua. Lo que vemos son los casos moderados y graves. Hace siete meses que no tenemos fines de semana, ni descanso, ni treguas. Que todos los días son inefablemente peores. Cuando una luz sale, aparece un traspié. Que pone nuevamente a prueba nuestra resiliencia psicológica individual, de nuestro equipo y de la institución. Mantener el equilibrio. Mostrar estoicismo. Poner un poco de humor. En soledad peregrinar por los hechos y pensar que se puede hacer distinto. Para en la mesa de situación diaria, poderlo consensuar o acordar con a esta altura mis compañeros de lucha, y salir con un discurso común, donde aprendimos a respetarnos y saber que cada uno tiene un rol. Que a pesar de que hicimos y logramos mucho, sin esperar reconocimiento, más que sentirnos satisfechos, porque afloró lo bueno de cada uno, el afecto y el respeto, que siempre pensamos estar dos pasos adelante, que evitamos el colapso, y siempre tuvimos camas, respiradores, cerca de quedarnos sin recursos, pero alguna alternativa nos favorecía, con un apoyo fantástico de nuestro jefes, lo cual nos permitió pensar que se puede y en mejorar nuestra autoestima, en silencio, dejando los egos fuera.

Ahora que ya tenemos un recorrido por la pandemia nos preocupa que el SARS Cov 2 conduzca a una oleada significativa de personas que luchan contra enfermedades y discapacidades duraderas respiratorias, cardíacas, motoras, fatiga crónica. Debido a que la enfermedad es tan nueva, nadie sabe aún cuáles serán los impactos a largo plazo. Es probable que algunos de los daños sean un efecto secundario de tratamientos intensivos como la intubación, la relajación, mientras que otros problemas persistentes podrían ser causados por el propio virus. Pero estudios preliminares y la investigación existente en otros coronavirus sugieren que el virus puede afectar múltiples órganos y causar algunos síntomas sorprendentes.

Las personas con infecciones más graves pueden experimentar daño a largo plazo no sólo en sus pulmones, sino en su corazón, sistema inmunitario, cerebro y otros lugares del cuerpo. La evidencia de brotes anteriores de coronavirus, especialmente la epidemia grave de síndrome respiratorio agudo (SARS), sugiere que estos efectos pueden durar años.

Nos tenemos que preparar los sistemas para dar continuidad de atención y seguir los Covid prolongado y los pacientes que quedan con daños.

Publicado por saludbydiaz

Especialista en Medicina Interna-nefrología-terapia intensiva-salud pública. Director de la Carrera Economía y gestión de la salud de ISALUD

2 comentarios sobre “El Iceberg de la pandemia

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