Justificación de la intervención: El verdadero límite actual en el crecimiento de las plazas de atención, es el recurso humano. Durante la pandemia, se pueden aumentar las camas, y los respiradores, (aún más de los actuales) lo que no podemos fabricar son médicos que sepan manejar estos pacientes graves, ni enfermeras que los cuiden, que tengan el descanso adecuado y puedan canalizar sus tensiones, evitar y postergar la fatiga.
Esta nueva ola superará las previsiones realizadas de acuerdo a cálculos para una epidemia, cuyo agente causal, tenía un Ro inferior, y que al mutar, mejoró su capacidad infectiva y de transmisión y hoy no es momentáneamente menos letal porque está afectando a población de menor edad, pero que en unas pocas semanas colmará todas las posibilidades de atención y tendremos crisis de camas y respiradores, como aconteció en el mundo civilizado, que invierte en el sistema de salud y en su personal.
La falta de intensivistas y de personal con la formación adecuada son los principales obstáculos para crecer al ritmo de la gravedad de la pandemia.
Nos enfrentamos a lo peor de esta pandemia, con la fragmentación del sistema de salud, y con cargas muy desiguales en los diferentes subsectores de la presión asistencial. Cristalizando la desigualdad, y la inequidad. Esta polinomia testeos, detección, seguimiento, vacunas, rastreo, medidas no farmacológicas de prevención que da negativa, muy negativa, y no lo deseo ciertamente, siento impotencia y dolor, porque muchas de las cosas que vuelco en este portal, hace más de un año, vienen aconteciendo, cierto es, que es mucho más fácil escribir que gestionar, que tiene los avatares propios de las internas, de las disputas de coalición, del ejercicio del esquive del fuego amigo, del plan del «vamos viendo».
No hace falta explicar mucho cual será el resultado, tendremos el triple de casos de los peores momentos, con un promedio de 30.000 pacientes nuevos diagnosticados diariamente, y con ello incremento de la necesidad proporcional de camas de terapia intensiva, de las muertes, en el mes de abril, si ya, sin tener aún a la población mayor de sesenta vacunada, ni vacunas.
Sin disponer de vacunas e inmunización, sin contar más terapéutica que corticoides, plasma, y suero equino, en determinadas circunstancias, esperando que algún monoclonal o biotecnológico nos ofrezca una alternativa para poder disminuir la tormenta inflamatoria en los pacientes graves.
Dejemos atrás que el sistema de salud está preparado, si y no, pero para el año pasado, pero no en cuanto a recurso humano y a los requerimientos que tendrá la pandemia actual. Terapia intensiva no son solo camas, monitores y respiradores, son médicos y enfermeros fundamentalmente preparados, apoyados, cuidados, y protegidos.
Se han producido crisis y quiebres de stock en muchos insumos. Fentanilo, midazolam, propofol, pancuronio, y no hacemos mucho.
Porque además ahora tenemos al equipo de salud cansado, preocupado, mal remunerado, defraudado, viendo como los políticos intentan enfrentarse con la justicia, definiendo prioridades que no son del vulgo, que necesita sustento, que bajen o frenen la inflación, que tengan trabajo, que puedan salir a trabajar sin que los roben, que dejen de pensar en las elecciones y piensen en disminuir la pobreza y la indigencia.
La OMS ha identificado a los trabajadores sanitarios (HCWs) como una cohorte de personas particularmente vulnerables y susceptibles a los efectos de las pandemias, en relación con su salud física y mental.
La salud y el bienestar del personal, junto con el abastecimiento suficiente de los sistemas de salud, es imperativo para prestar, mantener y aumentar la prestación de servicios esenciales de salud y atención. Para servir a las comunidades en este momento, el personal de salud debe estar funcionando de manera óptima, pero una de las consecuencias tanto de la enfermedad como de la carga de controlarla en el personal de salud es la fatiga.
También hay que mejorar los traslados de los pacientes. Unidades centralizadas de emergencias. Reforzar la recepción de detección de respiratorios. Telemedicina. Toma de muestras en flujos respiratorios diferenciados. Reforzar la imagenología. Línea directa de apoyo y cuidado de los hijos de los trabajadores de salud
Principales desafíos significados por 2451 Médicos de América Latina.

Preparación del sistema de salud:
Creció la capacidad instalada a las 8.521 unidades de cuidados intensivos con las que contaba el país antes de la pandemia aumentaron a 11.668, y los 6.211 respiradores pasaron a ser 8.602. “Ahora tenemos un porcentaje de camas libres del 30 por ciento, gracias al trabajo con las jurisdicciones, la seguridad social, el sector público y el privado para aumentar la capacidad del sistema de salud”, pero como el sistema de salud en argentina es fragmentado privan los contratos y compromisos con los denominados genéricamente agentes del seguro de salud. Además, es más complejo recurrir a las suspensiones en el sistema de salud de intervenciones quirúrgicas por otras patologías.
En Argentina la salud, social y privada, el único sector no subvencionado, cuando atiende al 70% de la población
Sector de trabajadores de salud.
Nos faltan coordinación, complementación y cooperación, sobre el talento humano (cuestión dinámica y de potencial, al servicio de una necesidad social) exige que más médicos, puedan afrontar responsabilidades de asistir en áreas críticas, su distribución heterogénea, en la experiencia de atención de pacientes críticos, que requerían muchos días de ventilación. Su agotamiento, el miedo, el temor, y desde una perspectiva de género, que muchas mujeres profesionales, no solo estaban en riesgo, sino también tienen a cargo niños, que no tienen horarios muy diversos en las escuelas.
Argentina tiene aproximadamente 180.000 médicos, solo, hay 2422 terapistas intensivos, si forzamos para ampliar la búsqueda, un 8% del total de los médicos activos están en capacidad cercana de afrontar esta pandemia.

COVID-19 y la situación de las trabajadoras de la salud en Argentina
Sol East. Tim Laurence. Elva López Mourelo.
Tendríamos que hacer un llamado nacional, para todos los profesionales, con experiencia, de los sistemas de salud provinciales y que trabajen en otras jurisdicciones, sean convocados y cedidos por los gobiernos provinciales en contratos, con reconocimiento de la dedicación y relocalización, con el compromiso, que terminado el período vuelvan a su provincia.
Generar formas de reconocimiento social y político.
Enfermería:
Según la última Encuesta Nacional a sobre Condiciones de Empleo, Trabajo,
Salud y Seguridad (ECETSS),2 en Argentina hay cerca de 760.000 trabajadoras
de la salud. Esta fuerza de trabajo representa el 70 por ciento del empleo en el
sector y el 9,8 por ciento de las mujeres ocupadas. En comparación, el sector de
la salud emplea solo al 3,6 por ciento de los varones ocupados.
La mayoría de las trabajadoras de la salud tienen entre 35 y 44 años. Si bien la
presencia de mujeres en el sector es mayoritaria para todas las franjas etarias,
aumenta para los grupos de edad más avanzados. Esto se debe a que en estos
grupos de edad se sitúan predominantemente profesionales de ocupaciones como
auxiliares o actividades de cuidado de personas, donde la sobrerrepresentación
de las mujeres es todavía mayor
El sector se caracteriza por contar con una fuerza de trabajo que presenta
niveles educativos considerablemente superiores a la media, característica que
también se observa en el caso de las mujeres ocupadas en el sector. De hecho,
el 62 por ciento de las trabajadoras de la salud cuenta con estudios superiores
(terciarios, universitarios o posgrado), mientras que este porcentaje se reduce a
menos del 30 por ciento en el caso del resto de trabajadoras


La enfermería es una de las profesiones dentro del amplio abanico de ocupaciones
que conforman el sector de la salud. Las enfermeras enfrentan muchas de las
situaciones descritas en las secciones anteriores, pero además presentan ciertas
particularidades que las colocan en una posición de mayor vulnerabilidad.
La escasez de enfermeras, los déficits en los niveles de calificación y/o en
su reconocimiento, el pluriempleo, la relativa situación de desventaja y
desvalorización de la enfermería dentro de los equipos de salud, agregan
problemáticas a los desafíos comunes de todas las trabajadoras de la salud
(Aspiazu, 2017), (Pereyra F. , 2014), (Pereyra & Micha, 2015).
La enfermería es el grupo ocupacional más numeroso del sector de la salud,
ya que representa aproximadamente el 59 por ciento de las profesiones
sanitarias (OMS, 2020). Según datos oficiales del Sistema de Información
Sanitario Argentino, en 2018 se matricularon 179.175 personas en el campo de
la enfermería y la tendencia sigue en aumento, según datos de la Red Federal de
Registros de Profesionales de la Salud. (OFERHUS, 2020). De acuerdo a un estudio
del Observatorio Sindical de la Salud Argentina (OSINSA) realizado en 2018, el 74
por ciento de quienes trabajan en el área de enfermería son mujeres. Este sector
tiene la particularidad de ser la actividad con mayor nivel de feminización.
El empleo en el sector se organiza en ocupaciones profesionales, técnicas y
operativas; y está caracterizado por una gran heterogeneidad. La fuerza
de trabajo con menor calificación representa un porcentaje elevado en la
profesión. Concretamente, el 34,7 por ciento son auxiliares en enfermería, el
49 por ciento tiene formación técnica y el 16,2 por ciento posee licenciatura en
Enfermería (OFERHUS, 2020).
En el país esta carrera se estudia en 53 universidades y 250 escuelas técnicas,
sumando casi 30.000 nuevas inscripciones por año. El total aproximado de
estudiantes que cursan la carrera en estos centros es de 107.000 personas (Costa
& Marcó del Pont, 2017).
Desde 2013, la licenciatura en Enfermería está incluida en el régimen de
Educación Superior. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la profesión
está reglamentada por la Ley 2985, que la enmarca en la categoría de personal
general. En noviembre de 2018, la Legislatura de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires sancionó la Ley 6035, que establece un marco normativo para
profesionales de la salud en el sector público. Si bien la Ley abarca más de
treinta profesiones, sigue sin incluir entre profesionales de la salud a las
personas licenciadas en enfermería, bioimágenes e instrumentación quirúrgica.6
Esta exclusión significa categorizar al personal de enfermería de los 33 hospitales
públicos de CABA como personal administrativo, bloqueando su capacidad de
concursar por cargos, participar de capacitaciones internas al sector y acceder a
salarios acorde a su profesión (Domínguez Cossio, 2020).
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la Ley 6035 del 1 de noviembre de 2018
define la lista de profesionales de salud en la Ciudad. El personal de enfermería
está excluido de la lista. Un proyecto de ley del 7 de abril de 2020 propuesto por la
legisladora Victoria Montenegro (Expte 712-D-2020) propone modificar la Ley 6035,
incluyéndose a los y las licenciadas en enfermería en el texto ordenado de la carrera
de Profesionales de la Salud de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
El Gobierno argentino lanzó en 2016 y 2017 un plan para promover la carrera de
enfermería. Así, con la Resolución 209, Argentina cuenta con el Programa de Formación
de Enfermería (PRONAFE) elaborado junto a la Secretaría de Políticas Universitarias
del Ministerio de Educación y Deportes de la Nación y al Ministerio de Salud de la
Nación. El objetivo del programa consiste en promover y formar enfermeras y
enfermeros que aporten a la resolución de los problemas de salud y cooperen en la
transformación de los servicios, ofreciendo cuidados de calidad. La meta final es la
mejora del estado de salud de la población y la contribución al desarrollo humano.
Conclusión:
La situación es la que nos encontramos, es la planteada, faltan una gran cantidad de médicos con competencias para atender a estos pacientes y de enfermeras para cuidarlos, se improvisarán camas y lugares en espacios inadecuados, se expondrá al personal, pero hay muchas acciones que todavía tenemos para no caer en la catástrofe humanitaria que nos dejará secuelas. Pero no tenemos la grandeza de espíritu, la humildad, el desinterés para afrontarla deponiendo actitudes oportunistas y nefastas que se cobrarán vidas, que existirán circunstancias extremas, que deberá el personal atender más pacientes que lo habitual, por una imposibilidad real, de los límites de no contar con recurso humano suficiente que es la limitante real para enfrentarnos a esta nueva ola y nuevas cepas.
Desesperanza es la denominación con la que coincido plenamente con todo lo expuesto por el Dr. Carlos Diaz en el portal.
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no quiero generar desesperanza y menos en un luchador de toda la vida como Jorge Wasserman sino discutir realidades y ver si podemos modificarlas
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Muy bueno Carlos! el tema es que la solución no parece sencilla con este sistema. Nadie va a elegir especialidades que condenan a hacer guardia como único desarrollo, y cuyo ingreso razonable se consigue con pluriempleo y largas jornadas laborales. Si los hospitales privados y de la seg social no tienen carreras hospitalarias, modelos de convenio laboral con pisos salariales y concertaciones de valores, que protejan a los trabajadores (en especial a los médicos) no es posible. Con hospitales públicos pauperizados que lanzan sus mejores profesionales a buscar mas trabajo para cubrir las diferencias profundizamos la «grieta» del sistema, Creo que es un tema de formación también porque no se planifica, no se «direcciona» o es muy tibio este direccionamiento por la atomización de formación que significa el poco peso del COFESA como estrategia de planificación y la falta de acciones para integrar la formación en efectos no públicos
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El comentario es muy atinado y enriquecedor, primero hay que poner esto en superficie y luego buscar soluciones con pequeñas mejoras, como por ejemplo, hacer guardias de doce horas, pagar y jubilar como área crítica, intentar desarrollar planta fuerte en los servicios, dedicaciones extendidas y mejor pagas para retribuir mejor el trabajo médico. Desarrollar compromisos de gestión
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