Importancia de los factores epidemiológicos en la evaluación de la transmisibilidad y la gravedad clínica de las variantes del SARS-CoV-2
El hallazgo más importante del estudio de Twohig y sus colegas es que los brotes de la variante delta en poblaciones no vacunadas podrían generar una carga mayor en los servicios de salud que la variante alfa.
La variante delta del SARS-CoV-2 (B.1.617.2) se detectó por primera vez en la India en diciembre de 2020. Desde entonces, la variante delta se ha convertido rápidamente en la variante principal en algunas regiones, incluido el Reino Unido. Al 27 de julio de 2021, el Reino Unido había informado el mayor número de casos de la variante delta del SARS-CoV-2, con 167 856 pacientes.1
En The Lancet Infectious Diseases , Katherine Twohig y sus colegas2informan que los pacientes infectados con la variante delta tenían más del doble de riesgo de ingreso hospitalario y un mayor riesgo de asistencia hospitalaria (atención de emergencia o ingreso hospitalario) en comparación con los individuos infectados con la variante alfa (B.1.1.7). Es importante destacar que Twohig y sus colegas observaron que entre los pacientes no vacunados, los infectados con la variante delta tenían más del doble de probabilidades que los infectados con la variante alfa de ser ingresados en el hospital. Sin embargo, este estudio no investigó si existía una asociación entre la mortalidad y la infección con la variante delta en comparación con la variante alfa. Los hallazgos de este estudio son importantes en el contexto de la propagación mundial de la variante delta y las barreras para lograr altas tasas de vacunación contra el SARS-CoV-2 en muchas regiones del mundo.Muchas afecciones preexistentes, como enfermedades cardiovasculares, enfermedad renal crónica, enfermedades pulmonares crónicas, diabetes, hipertensión, inmunosupresión y obesidad (índice de masa corporal> 30), predisponen a los pacientes no vacunados con COVID-19 a un curso clínico desfavorable y aumentan riesgo de intubación y muerte.3, 4 Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades también incluyeron el sexo (masculino), la edad, la anemia de células falciformes, el cáncer, el asma grave y el embarazo como factores de riesgo de COVID-19 grave.5La consideración de datos demográficos, datos socioeconómicos y comorbilidades es importante en estudios de cohortes grandes porque pueden ser factores de confusión en la evaluación de la gravedad de los resultados relacionados con el linaje del virus. En el estudio de Twohig et al., Los pacientes infectados con la variante delta eran algo más jóvenes que los pacientes infectados con la variante alfa, y hubo una mayor proporción de pacientes asiáticos en el grupo de la variante delta en comparación con el grupo de la variante alfa.2Las diferencias entre los grupos de variantes alfa y delta en cuanto a etnia y edad podrían afectar el análisis de comparación de los resultados de hospitalización y mortalidad. Además, la causa de la muerte de los pacientes y el estado de la vacuna de los pacientes muertos son factores importantes adicionales que podrían considerarse en el análisis de comparación.La mutación que afecta a las proteínas de pico de las variantes delta mejora la aptitud viral al mejorar la afinidad de unión al receptor de la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2), lo que conduce a un aumento de la infectividad y la transmisión.6 La expresión orgánica de los receptores del virus (ACE2 y serina 2 de la proteasa transmembrana) podría variar sustancialmente entre las etnias, con grandes diferencias entre las poblaciones asiáticas y blancas.7 lo que podría explicar, por ejemplo, por qué se ha descubierto que las personas blancas tienen una prevalencia tres veces mayor de disfunciones quimiosensoriales relacionadas con COVID-19 que las personas asiáticas.8Los estudios futuros también podrían aclarar si la mayor proporción de personas asiáticas en el grupo de la variante delta es una coincidencia o si existen variaciones étnicas en el riesgo de infección. En general, las asociaciones entre variantes, características demográficas, factores socioeconómicos y factores predisponentes requieren grandes estudios de cohortes para proporcionar información que pueda orientar una atención y un seguimiento más personalizados del paciente.
En el estudio de Twohig et al., 32 078 (74,0%) de 43 338 pacientes no estaban vacunados. En el momento de la recopilación de datos (marzo-mayo de 2021),2se habían vacunado menos personas en el Reino Unido, y solo se ofrecían vacunas a las personas consideradas de alto riesgo. Se necesitan más estudios para determinar tanto el riesgo de hospitalización y muerte después de la vacunación según el linaje, como los posibles mecanismos de evasión inmunitaria y el lugar de las diferencias genéticas interindividuales en el desarrollo de la enfermedad.6Las características de la vacunación, como el número de dosis, pueden ser factores importantes en los resultados de los pacientes; por ejemplo, López Bernal y sus colegas informaron recientemente que existen diferencias modestas en la efectividad de la vacuna contra la variante delta en comparación con la variante alfa después de recibir dos dosis de vacuna.9Algunos estudios están investigando el impacto potencial del tipo de vacuna (vacuna COVID-19 con vector de adenovirus frente a vacuna de ARN) y el número de dosis (una frente a dos dosis para algunas vacunas con vector de adenovirus, como Ad26.COV2.S; Johnson & Johnson) sobre la respuesta inmunitaria y ayudará a mejorar la eficacia de futuras vacunas.10
El hallazgo más importante del estudio de Twohig y sus colegas es que los brotes de la variante delta en poblaciones no vacunadas podrían generar una carga mayor en los servicios de salud que la variante alfa. Esta información es importante para la toma de decisiones futuras, proporcionando argumentos adicionales para fortalecer los programas de vacunación en todo el mundo ante la propagación de una nueva variante con resistencia a las vacunas.