Dr. Carlos Alberto Díaz.
Introducción:
La Argentina retrograda se encuentra separada, dividida, enfrentada, la expresión de descontento o de apoyo se dirime en las calles, no en las instituciones que discuten bizantinamente, sacar o poner jueces, aprobar procuradores, reformar la justicia penal, el impuesto a las grandes riquezas, la expropiación de empresas, y no estamos resultando capaces de establecer una agenda común, una priorización de los problemas, y cuando espontáneamente se establecen acuerdos, o trabajo entre opositores políticos aparecen los «dinamitadores de puentes!» encarnados en conspicuos dirigentes de una argentina decadente, empobrecida, endeudada, con deterioro de la distribución de la riqueza, sin justicia social, con el derrumbe de lo que la mantuvo en posiciones más privilegiadas la educación pública. Dirigentes y políticos que no expresan lo que la mayoría de la gente quiere: dialogo, trabajo, seguridad, funcionamiento de las instituciones, vivir mejor, solucionar la crisis habitacional, generar empleo formal, premiar la iniciativa privada que invirtiendo genere puestos de trabajo e insertarnos en el mundo. Diálogos de la sociedad civil, interparlamentario, pero el fundamental es el político. La London School of Economics define a la Sociedad Civil como el conjunto de instituciones, organizaciones y comportamientos situados entre el Estado, el mundo de los negocios, y la familia. Específicamente, esto incluye organizaciones voluntarias y sin ánimo de lucro de muy diferentes clases, instituciones filantrópicas, movimientos sociales y políticos, otras formas de participación y construcciones sociales, y los valores y pautas culturales asociados con ellos.
El dialogo, y la creación de ámbitos para dialogar, son rechazados sistemáticamente por las autoridades elegidas democráticamente, porque sería reconocer que han perdido representatividad o que deben dialogar con quienes son parte del problema, los opositores. El dialogo, se queda sin interlocutores. Se pregona. Pero no se avanza. Cuando se avanza en la convocatoria «pour la gallerie»: expresar conceptos con el fin de provocar un efecto especial en quienes lo escuchan, como ser en lo que han salido a la calle con las banderas, sin banderías, descontentos, por el descontento mismo, hartos, del hartazgo, cansados de esforzarse sin porvenir para sus hijos, generando en los periodistas un esfuerzo de interpretación que no tiene sentido, porque tiene la intencionalidad de fomentar la grieta. El dialogo es un proceso incluyente, implica aprender y no solo conversar, los participantes deben mostrar empatía por los demás, pone la mirada en una perspectiva de largo plazo. Requiere que no haya odio y desconfianza. En un dialogo no hay ganadores. Es un espacio para el conocimiento de las opiniones y generador de espacios futuros de construcción. Ayuda a conocer y manejar las expectativas. Comprender que actores están involucrados y cuales pueden estar faltando. Debe ser transparente. Es importante que se comuniquen las posiciones. Con el mismo se haga una exposición más amplia.
Hoy los argentinos que podemos le damos educación formal a nuestros hijos, para que se conviertan en ciudadanos del mundo, y puedan emigrar, que es la expresión del fracaso de una sociedad que genera por diversas razones que las personas busquen espacios vitales menos hostiles. No entendemos que la argentina esta muy hostil, con anomia, con inseguridad, falta de trabajo, sin instituciones.
Querer solucionar problemas sin construir hegemonías que permitan promulgar leyes como un trámite.
Algunas vergüenzas de los legisladores, llevó a que algunas iniciativas no prosperen y se detengan por el temor al escarnio de no tener «el número».
«El número», es expresión innegable que el debate parlamentario esta exento de sorpresa y de contenidos, simple y fatalmente: ¿tenemos los votos?. Horas de emitir sonido sin contenido conceptual, se anotan con vergüenza en una lista de oradores, para mirar el espejo retrovisor de la construcción de una falacia o explicar de lo que no hicieron, o no pudieron en cuatro años, ahora saben o descubrieron como hacerlo. No entiendo, que a pesar de pertenecer a un partido político, es que, nunca tienen, en algunos aspectos opiniones diferentes y las expresen, y traten de introducir modificaciones para enriquecer las leyes. El dialogo debe establecerse más que entre partidos políticos, entre actores sociales, que pueden y deben generar producción, riqueza, oferta de bienes para aumentar las exportaciones.
El dialogo para la reforma o la transición del sistema de salud:
El dialogo debe discurrir también en que sistema de salud queremos, pero allí también, los que están sacando provecho, no quieren cambios. Se necesita un sistema de salud Universal, que asegure acceso, equidad, calidad, financiamiento sustentable, sostenibilidad, solvencia, seguridad a los pacientes y una modelo prestador integral. No podemos seguir con un modelo de libre demanda en nuestro sistema de salud.
Lo único que los convoca es el espanto, pero luego que pasa el miedo, los propósitos colectivos, comunes y los nuevos modelos de atención no aparecen.
Es por lo menos polémico, que la voz de la reforma del sistema de salud, sea el propietario de la segunda empresa de medicina prepaga en cantidad de afiliados. Obviamente en lo que dice y hace, existe una declaración de conflicto de intereses.
Fundamentalmente la reforma del sistema de salud no ocurrirá porque no hay recursos económicos para ello, porque muchos sacan provecho de como están las situaciones ahora, todos consensuan los cambios mientras que no tengan que ceder nada, consensuan los cambios, mientras los mismos o su implantación no pase por ellos, porque se considera que no hay nada para dar desde su sector, sino todo para pedir, no hay conciencia de que la reforma del sistema de salud argentino es necesaria, no se trasparenta la situación económica de endeudamiento que tiene el sistema de la seguridad social, y de los prestadores de salud, que en el mes de Febrero entrarán en cesación de pagos de salarios y estallará una crisis, entonces no parecen momentos de reformas, sino de concurrencia al salvataje.
La irresponsable y mezquina actitud que se fijen exclusivamente en los recursos y no en como mejorar la eficiencia, que todos los ingresos que se destinan a las prestaciones no van a los recursos humanos. Que no se admita que no se puede administrar un pool de riesgo con menos de cien mil afiliados, que no se puede tener más de 350 obras sociales (nacionales, provinciales y de derechos especiales), y más de 640 empresas de medicina prepaga. Que la superintendencia de servicio de salud no tiene potestad real sobre estas. Que no cumplen la ley de medicina prepaga, que además debería cambiarse antes que sigan estando allí para no cumplirla. Que lo único que soliciten es aumento de la cuota. Esta por tener expresión en el Índice de precios al consumidor, y motorizar el guarismo de la inflación se intenta contener. No se expresa en lo innecesario de muchos gastos, en que no tienen a la vista la reserva técnica.
Que el complejo industrial médico, y el sistema de salud prepaga no quieren cambios, ni que tampoco el sistema funcione. Sino que en estas circunstancias sacan provecho. El complejo industrial médico no quiere precios de referencia, y las empresas de medicina prepaga en que gastan sus ingresos. No hablemos de transparencia.
No se puede lograr la reforma porque hay un desbalance en quienes opinan y asesoran, porque los que tienen los fondos mancomunados toleran sistemas prestadores que no dan prestaciones, que el sistema esta endeudado de seguridad social en más de cuatro recaudaciones, que las proyecciones de los gastos en el alto costo, si se actualizan los valores de las tecnologías tuteladas supera las posibilidades de recaudación del fondo en el próximo año. No están sentados en la mesa de discusión, dialogo y acuerdo, aportando ideas quienes tienen gestión probada. Ellas son las mejoras prestadoras de salud por resultado y eficiencia, esos tienen que estar allí.
La creación de un fondo para solucionar este problema de déficit de las prestaciones de alto costo tuteladas con recursos presupuestarios de economía será un error como siempre acontece que es la creación de un silo económico, para que se abalancen todos sobre el, con el propósito de rápidamente apropiarse de los fondos, estos deberán estar destinado al cumplimiento de indicadores de suma de unos diez compromisos de gestión de mejoras notorias en el sistema de atención,
Lo primero que debería reconocer la justicia es que el PMO no es un piso de prestaciones sino el techo, todas las prestaciones, que en lugar de autorizar por amparos coberturas no justificadas deban asesorarse.
Lo mismo que se hizo con las vacunas se deberá hacer para proteger a los agentes profesionales que atendieron y arriesgaron su vida en la pandemia, de no criminalizar los contagios y proteger el porvenir de los que quedaron con disminución de su capacidad vital. Ver como se puede ejercer un mayor poder de compra. Como se disminuyen intermediaciones que no agregan valor a la prestación médica, y vigencia plena de la prescripción por nombre genérico y la indicación de los implantes por las características y no por las marcas.
Los recursos económicos, para la atención de la discapacidad no debe surgir de los aportes y las contribuciones, sino del área de bienestar social, un discapacitado es un sujeto de derecho, pero si debe ser supervisado por el área de salud y por las obras sociales, con la trazabilidad de los fondos como en la actualidad, pero interviniendo en caso de abusos, para poder preservar el sistema.
Cubrir una escuela privada, los viajes, o una computadora, para un niño discapacitado, no son cuestiones vinculadas a la atención de la salud, pero si a la mejora de su inserción. Es una utilización de fondos cuasi delictual. No se deben suprimir o limitar derechos. Sino que es una justicia distributiva en el origen y la aplicación de los fondos.
Tampoco son momentos para reformas, si para transiciones ordenadas, para la concentración en el pool de riesgos, para fusiones, para consorcios, para unión de obras sociales, para grandezas.
No se debe descremar más el sistema de la seguridad social.
No se debe continuar con esta cuestión que si no tenes un prepago no tenes servicios de salud.
Porque la pandemia demostró todo lo contrario.
Tenemos que tener una agencia de evaluación de tecnologías.
Crear ámbitos prejudiciales donde se pueda discutir la apropiabilidad de un amparo, de la cobertura de una determinada prestación o medicamento y que esa determinación sea ofrecida como prueba.
Se debe determinar que recursos humanos se debe formar en el sistema de salud, y esas residencias cobrar mejores becas y contratos de continuidad en el sistema.
Se debe fomentar la producción nacional de biosimilares y vacunas.
No puede prosperar porque no hay voluntad política, que lisa y llanamente, significa respaldo para las críticas que se avecinarán en los medios y soportar los reclamos sectoriales sobre las autoridades de salud que impulsen estas reformas.
El reto es obvio, que tenemos por delante, establecer un dialogo fructífero para la mejora del sistema de salud.