Carlos Alberto Díaz.
Desde fines del año anterior, el término pandemia, se simbolizó como el de sindemia, para señalar claramente que el problema no es solamente sanitario, o médico, sino social, económico, político y cultural. El Covid 19 afectó más a los obesos (pandemia de sobrepeso-obesidad-Covid). Tuvo peores resultados en los individuos marginales, personas con problemas de vivienda, empleo, etc. Generó una crisis de demanda y productividad.
Por ello, la toma de decisiones sobre las políticas públicas tiene que necesariamente tomarse a partir de datos, no con encuestas. Información y evidencia sobre modelos de contagios, mortalidad, letalidad, transmisibilidad, efectividad de las vacunas, pero también tener en cuenta factores como el empleo, la educación, la distribución del ingreso, las cuentas fiscales, la asistencia económica y la producción.
En cuando a la sindemia de lo político se acrecentó la crisis de los partidos políticos y la representatividad, lo político siguió por otros carriles, aumentar impuestos, aplicar inflación para hacer cosmética de ajuste, más populismo, no acordar con los deudores porque sería arrodillarse frente al capitalismo, votar leyes para reformar la justicia y tener impunidad.
El simplismo en la democracia ocurre con intencionalidad para que las arenas políticas concurran en beneficio propio de los aliados y amigos, ejecutivos y parlamentarios, nuestros sistemas políticos no están siendo capaces de gestionar la creciente complejidad del mundo y son impotentes ante quienes ofrecen una simplificación, en ocasiones falsificando la realidad y no resulten más que una ilusión pasajera que nunca llegue a la realidad.
Las construcciones más simplistas son las distinciones de izquierda – derecha, conservador – progresista, transformación -conservación, y élite – pueblo, quedarán absolutamente de lado, de definiciones nostálgicas superadas por la complejidad.
Pese a lo cual, la mayoría de los diagnósticos y propuestas políticas no renuncian a ello: la derecha sigue pensando en la comunidad y en la cohesión de un pueblo homogéneo que no es tal, los liberales en la soberanía del individuo y la infalibilidad de los expertos, la izquierda en una transformación política de la sociedad que nunca llega y es utópica.
Son descripciones politizadas que sobrevaloran las posibilidades de acción colectiva por medio de intervenciones centrales, como si las personas respondieran uniformemente. Unos tienen excesiva confianza en la capacidad del estado para intervenir desde afuera y otros confían demasiado en los comportamientos individuales y en la capacidad de autocorrección del sistema o el MERCADO, que sabemos que sus manos a los sistemas universales no llegan.
El programa liberal de resolver todos los problemas mediante la austeridad es tan insuficiente y peligroso como la creencia de que se pueden solucionar a través de la participación o moralizándolos.
Esa austeridad luego de la crisis del sistema financiero y las hipotecas del 2008 nos llevó a desinvertir en salud, y parte de lo tuvimos que hacer a los apurones fue por esa razón. Hoy la política está operando en entornos de elevada complejidad que no ha encontrada la teoría democrática que lo contenga, hay que redescribir el mundo.
No se puede mirar con las convicciones setentistas, los problemas del siglo XXI que exigen visión, competencia, liderazgo y capacidad para gestionar la complejidad social, las interdependencias, las externalidades negativas, bajo condiciones de una ignorancia y calidad de la clase dirigente impensada. Además, la complejidad de la pandemia saco del cauce objetivo, perpetuarse, no transformar, aunque las condiciones de la calidad social de la vida empeoren: empleo, educación, seguridad, acceso a la salud. Tiene que recorrer un tránsito de la representatividad a la legitimidad transformativa.
El pueblo parece por su pasividad estar resignado a la pobreza, la ignorancia y la marginalidad, piensa que puede ser peor si no vota a estos gobernantes, que sin estos representantes sería más menesterosa su vida, “por lo menos comemos”.
Estamos viviendo una crisis que nos condicionó decisiones urgentes, sin datos, ni experiencias, en un escenario donde las desventajas de Argentina se vieron agravadas sin reservas para afrontar la situación.
Esta crisis del Covid, requieren de personas prácticas, que se desprendan del ego y de las conveniencias, que organicen, decidan, lideren, estén visibles, no se contradigan, cuiden las palabras y las descripciones, balanceen los sacrificios, tengo la convicción que detrás de muchas decisiones que se tomaron equivocadas hubo más ignorancia que falta de resolución, y en otras el sesgo ideológico, sobreactuar posicionamientos, quedar bien con alguien que desconfía y que ostenta la representatividad verdadera, escuchar lo que quería de los “expertos” en la pandemia que eran teóricos que leían lo mismo que nosotros, que no trataban pacientes, que no fueron científicos, se nutrían de las mismas fuentes, solo que lo mencionaban como verdades reveladas por el oráculo y sin tocar a un paciente.
Observamos, con pocas esperanzas la crisis profunda que quedará cuando bajen las oleadas de casos de Covid, y este la gente inmunizada, El listado de preguntas son imposibles de responder. Como se reconocerá la sociedad tras el coronavirus. ¿Olvidará? ¿Cambiará? ¿Modificará sus conductas? ¿Como será el trabajo? ¿El empleo? ¿La Educación?, ¿el sistema de salud? ¿A quién elegirán en las lecciones de medio término? La democracia. La representatividad. Las elecciones de candidatos. Donde y que representarán los partidos, las coaliciones, los movimientos. ¿La virtualidad en la salud vino para quedarse? ¿Que pacientes se internarán? ¿Como será la inversión en tecnología? ¿Cómo, cuándo y en cuanto tiempo nos olvidaremos de los héroes pandémicos, el personal de salud? y las secuelas que le quedarán a ellos quemados por el ejercicio de su profesión.
Tengo la convicción escéptica que luego de un pequeño movimiento en algunas cosas, predominará el statu quo. Algunos avanzarán un poco. La sociedad, el conjunto de los marginados, estarán en peores condiciones. Las ayudas serán interesadas y apropiadoras, de los distintos bloques, y se perderá soberanía e independencia.
Los titubeos que vemos constantemente en el esquema de toma de decisiones es que en los estamentos directivos predomina la visión, la forma de hacer lineal, de paradigmas de simplicidad. Nuestras instituciones tienen incapacidad para afrontar y hacerse cargo de fenómenos complejos como el que nos toca vivir. Se afirman conductas impropias, egoístas, equivocadas, para sostenerse en el error, y que otro acontecimiento tape el fallo y se pueda perder en el olvido y las ansiedades de la ciudadanía, que se conforma con que la vacunen no importa con que tecnología.
La complejidad de esta pandemia es que no se trató de un sistema lineal, y cada vez será más complejo, donde los contagios y la transmisión genera casos sintomáticos y no sintomáticos, en ese momento hay infectados, personas recuperadas, inmunizadas, susceptibles, y quienes fallecen, como así también los que quedan con secuelas, los que tienen otras necesidades, sobre un sistema que tiene una capacidad limitada. Pueden tratar un número restringido de personas, tendrán que ser redundantes por unos años, para afrontar este acontecimiento, enfrentar las nuevas mutaciones, el cumplimiento de las medidas de distanciamiento social. También está la enfermedad cardio y cerebro vascular, el cáncer, los accidentes, los abdómenes agudos, etc, que exigen del sistema de salud.
La democracia, el ejercicio de sus poderes deberá explicar porque se privilegiarán algunos temas que no eran necesidad de las personas si de la clase política. Si la campaña de vacunación se hubiera desarrollado dentro de las pautas que había planificado el Ministerio de Salud con Gines Gonzalez García y firmados los precontratos que él había trabajado y le boicotearon, es probable que muchas muertes se hubieran evitado, como así también la tensión al sistema de salud. Si bien esto no se puede predecir, algunos infectólogos hablan de unos 6.000 fallecidos más a causa de esta enfermedad, porque las vacunas comprometidas no llegaron, siendo una afirmación temeraria y contrafáctico, carente de seriedad, pero algún perjuicio ha ocurrido.
Es imperioso que entendamos los cambios no lineales y complejos en la sociedad, ya que nuestro mundo no se caracterizará por cambios graduales o previsibles, cada vez hay más cambios discontinuos, repentinos, no anticipados y que modifican las sociedades de un modo inesperado, impensado y a veces catastrófico.