Editorial: La salud en su ruina.

Dr. Carlos Alberto Díaz. Profesor Titular Universidad ISALUD.

En los últimos meses se ha debatido en distintos foros acerca de cómo puede salir el sistema de atención de la salud de esta situación, envuelto en problemas serios de sustentabilidad, variabilidad en la prestación de la atención médica y como consecuencia de ello en los resultados. La aparición de la pandemia del COVID 19, terminó de exponer la falta de capacidad en la rectoría de Ministerio de Salud, en la determinación de cuál será la hegemonía entre Bismarck, Beveridge o privado del sistema. En un sálvese quien pueda, con altas barreras de salida y competencia desleal. Los principales financiadores fundiendo al sistema. Pagando Derechos, honorarios y Salarios de miseria a los trabajadores, médicos y enfermeras, médicos residentes y personal administrativo. Sin entrar en comparaciones comunes, en Argentina gana más un camionero, que el personal de salud. No es una cuestión de méritos o de significancia social, sino de poder de presión, de lobby y ganar la calle. El poder no se dirime en los votos sino en quién puede ganar la calle. Es tiempo de diseñar una reestructuración del sistema de salud. La fragmentación ha crecido. La falta de coordinación aumentó. La ausencia del cumplimiento de la ley es un denominador común. Por tanto, es necesaria la transformación de las estructuras, de la integración y la complementación del sistema. para contrarrestar los efectos deletéreos de la pandemia de las enfermedades crónicas.

Al dejar una piedra estamos honrando a nuestro ser querido, señalando que estuvimos presentes. La piedra es una creación muy antigua y de vida muy larga, podríamos decir que la piedra es eterna como el alma y de esa forma se queda entre nosotros. Cubrir algo con piedras también es para que no sea abandonado el lugar. Durante la pandemia ocurrieron 40.000 muertes adicionales, almas que no tienen que ser olvidadas. Allí están las piedras nominadas que fueron sacadas de la vista de las personas. Pero en el día de los difuntos esto no se debe olvidar.

La salud Como parte del sistema social, la marginación y la exclusión, expulsan a las personas del sistema de salud, que solo entran en él, cuando requieren atención por algún síntoma y concurren a los centros de salud pública, que los atienden sin que tengan que pagar, pero salvo excepciones no están referenciados, y muchas veces cuando acceden han perdido valiosas oportunidades, obstrucciones intestinales por cáncer de colon obstructivo, pelvis congelada por Cáncer de cuello uterino. No hay espacios para la prevención, la promoción, para la atención primaria continente. Allí se enfrentan y encuentran al deterioro, a la pérdida de su calidad de vida, convirtiéndose en menesterosos, no en sujetos que tienen derechos, siendo los pobres que no eligen, que no les dejan optar, tienen que sufragar por quienes sostienen su planes sociales hace más de dos décadas y suman más del 34% de los Argentinos.

Ruina de los que tienen necesidades, demandan y no hay ofertas, los sistemas de salud, no tienden naturalmente a la equidad. Pocas son las inversiones que tienden a construir igualdad una de ellas es la salud y sus organizaciones. Pero Los hospitales se construyen en lugares que no tienen relación con lo que necesita la población. Con programas arquitectónicos, no planes directores, con presupuestos históricos, solo referenciados a disponibilidad y no a la carga epidemiológica.

La salud en la ruina de considerar prepagos o medicamentos, no acceso, menos calidad. La salud en su ruina, es tener financiadores sin equilibrio ni escala de riesgo, con endeudamiento, sin cubrir el programa médico obligatorio.

Con personal cada vez peor pago, teniendo que hacer huelgas, porque no son escuchados, ni considerados, reclamando aún menos que otras actividades, afectando a los pobres pacientes que no tienen donde concurrir.

Quedaron en el camino del abandono, arruinados por la intemperie los campos de la salud, abandonadas las luchas y el debate sobre el desarrollo económico y social, el reconocimiento del derecho a la salud y la responsabilidad de la sociedad.

En su historia, la salud llegaba a todos mediante el empleo formal, hace diez años que no aumenta, hay más de 16 millones de trabajadores, solo 7 millones son formales, más de nueve millones son informales y hacen tareas por cuenta propia, solicitando una retribución negociada en el momento sin proyección de futuro, sin educación, ni competencias que permitan su empleabilidad, siendo herederos de la pobreza dinásticas, donde no entran las leyes, las ayudas, donde su perspectiva es jornada tras jornada, entonces sobrevienen los refugios en el tabaco, el alcohol, y cualquier cosa que provoque elación. La ruina también es ganancia, si para los que tienen agenesia moral, y como no hay competencia, ni posibilidades de elección, las personas se resignan con lo que tienen, sin considerar que los que dirigen la salud le están haciendo perder una oportunidad. El orgullo por tratar, por diagnosticar, por mejorar la calidad de vida se ha perdido.

En el territorio de la economía informal, la anomia, la imploración y la mendicidad. Donde no habitan la buena atención, las preocupaciones por el acceso, la prevención, la promoción y la alfabetización, sino la postergaciones, en pedir turnos y esperar, en tener interrupciones en la atención por la falta de insumos, por los trámites interminables, las licitaciones inconclusas, los fármacos que no están, los equipos que no se mantienen, los reactivos que no hay, los médicos que se quedan menos horas que las comprometidas, porque hacen como que trabajan y los empleadores como que les pagan.

No hay planificación sanitaria. La pandemia sirvió para dotar las unidades críticas y mejorar la logística de los medicamentos y vacunas con cadena de frío para significar la importancia de los pacientes, el sistema de información y las estadísticas, tener un censo del personal de salud real. Pero no se mejoró Ninguno de los problemas de base, de calidad de servicios, de sostenibilidad, de sustentabilidad se pueden lograr, no solo por problemas de precios relativos de la economía sino la falta de gestión, del uso correcto de la tecnología, de los medicamentos, de la enfermedad crónica. Empeoraron.

Como dice László Krasznahorkai «Un escenario humano desolador en el que la inteligencia es anulada por la fuerza bruta y la violencia, y en el que el caos arrastra irremediablemente a unos personajes que, entre el conformismo y la insignificancia, no aciertan a crear un orden nuevo menos cruel y menos gris. El estallido de violencia no alcanza siquiera el rango de revolución y la vida transcurre, en esta pequeña y anónima, sumida en una atmósfera de terror y amarga ironía» alelados, como corresponde, sin entender nada, y miraremos tiritando como la luz se aleja de nosotros.

Algunos declararan en tono categórico vivir “en un infierno sin perspectiva, entre un futuro pérfido y un pasado inaccesible a la memoria”, hasta que comprende la realidad de un ejército de sombras.

Hoy los que trabajamos en la salud, atendiendo pacientes, somos un ejército de sombras, sin esperanzas, enojados con los gestores, con nuestra profesión, que nos da la trascendencia de esta vida en sociedad.

Publicado por saludbydiaz

Especialista en Medicina Interna-nefrología-terapia intensiva-salud pública. Director de la Carrera Economía y gestión de la salud de ISALUD

2 comentarios sobre “Editorial: La salud en su ruina.

  1. Gracias por su vehemencia Dr.. Es indispensable el aporte personas que como Ud., a través de la academia, nos refresca los principios por los que tomamos la profesión como vocación de servicio.

    Me gusta

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: